Esta es una de las cosas que más nos asusta como padres, y aun más cuando pensamos que nuestro hijo/a “no está en edad de esas cosas”. Pero… ¿Existe una edad ideal para que nuestros hijos se sientan enamorados? ¿Qué hago si siento que mi hijo está muy pequeño? 

Lo primero que quiero que tomen en consideración es la edad del niño, ya que dependiendo de esta, se podrán observar diferencias tanto en la perspectiva de como el niño observa su realidad y de cómo puede ser abrdado por los padres.

En la primera infancia y en la niñez no solemos preocuparnos tanto, si nos ubicamos en las edades, estaríamos hablando de niños entre 3 y 9 años. En esta etapa podemos ver hasta con ternura cuando manifiestan sus sentimientos cuando dicen: “Me gusta tal o cual niño o niña”, o las vemos expresar su afecto con abrazos, cuando quieren dar regalos, o cuando siempre estan jugando con algún niño o niña determinada. A esta edad los niños asocian sus sentimientos más que con amor, con la afinidad que pueden sentir al interesarse por las mismas cosas; por el cariño que se van tomando al relacionarse, y por lo bien que suelen sentirse al compartir y jugar juntos, sin embargo, ayudarlos a identificar esos sentimientos y explicarles con que están asociados puede ir creando una base para el futuro. Aquí podemos comenzar a hablar de los valores que tenemos nosotros como familia, la importancia de la amistad y como podemos nutrirla. También hablar de los amigos especiales o de los mejores amigos  para ayudarlos a canalizar esos sentimientos iniciales.

A medida que los niños van creciendo, llega la preadolescencia donde surge ese interés y atracción real hacia el otro, en esta etapa uno de los principales intereses es el desarrollo del área social. Se desarrollan relaciones interpersonales y las habilidades sociales; se incrementa la necesidad de socializar y de establecer vínculos más sólidos. Sin embargo, sigue siendo un amor desde la ilusión y lo platónico, casi nunca llegan a “ser novios”, y si lo hacen, es una relación muy infantil que no llega más allá que el intercambio de llamadas y textos, siendo la mayoría de las veces las interacciones en la escuela, salidas en grupos o conversaciones a distancia. Además, a esta edad fácilmente cambian de opinión, lo que suele hacer estas “relaciones” muy cortas. En esta etapa es importante que brindemos información de los cambios físicos y emocionales propios de la preadolescencia, explicando sobre todo que es completamente normal, ese revuelo de emociones que comienzan a sentir y esos cambios de intereses continuos. Es propicio fortalecer la comunicación y la confianza entre padres e hijos para poder así orientarlos en cada uno de sus procesos, no escandalizarnos y mantener la calma, nos será de gran ayuda, sin embargo, recordemos que sigue siendo importante mantener la estructura y los límites claros evitando que se rompan las normas.

Cuando llega la adolescencia comienzan cambios más permanentes, el adolescente está en una búsqueda de identidad personal, en búsqueda de autonomía e independencia, inicia un proceso mucho más cercano a las relaciones adultas, la atracción y el enamoramiento son más duraderos, la vinculación afectiva es más profunda y durante la adolescencia por lo general se dé la iniciación sexual. Todos estos procesos hacen, que se vivan grandes cambios, las relaciones se experimentan de forma más intensa y dejan recuerdos importantes en la vida del ser humano. Los adolescentes suelen ir de un todo a nada lo que hace de esta etapa una de las más complejas del individuo. Aquí quiero hacer una pausa y dejarles de forma detallada algunas recomendaciones para afrontarla de la mejor manera posible:

  1. Valida sus emociones: Lo que el/ella está sintiendo es muy importante, no lo descalifiques ni hagas bromas al respecto, esto puede socavar a la comunicación.
  2. No lo sobrecargues de información: Sé que vas a querer hablar de temas importantes para esta etapa nueva que están viviendo, sobre todo del área de sexualidad, pero dosifica la información, en varias conversaciones, utiliza situaciones del día a día para hablar de esos temas pidiendo primero su opinión y después aclarando conceptos, te puedes sorprender de como entiende y analiza lo que tu imaginas que no conoce.
  3. Establece reglas claras: Habla de lo que está permitido y lo que no, y se claro con las consecuencias al romper las reglas, esto te evitara mayores inconvenientes. Como mencionamos antes, los limites y la estructura siguen siendo importantes, sin embargo, estos no deben ser rígidos y es necesario irlos flexibilizando cada vez mas a medida que nuestros hijos van teniendo mayor edad.
  4. Mantén el canal de comunicación abierto: Háblale de tus experiencias y escucha activamente las de el/ella sin escandalizarte, buscando entender y animándolo a utilizar su pensamiento crítico en la toma de decisiones, evita las “cantaletas” y utiliza las preguntas como forma de activar su análisis.
  5. Prepárate para cualquier ruptura: es común que las relaciones a esta edad no sean duraderas, valida sus sentimientos, no le hables mal de su novio/a y nunca digas “no importa ya vendrá otro/a”. para el/ella esto se convierte en una verdadera “tragedia”, así que espera con calma que viva su proceso de duelo y supere la experiencia poco a poco. 
  6. Respeta su decisión si quiere terminar la relación: No intentes “arreglar la relación” o intentar que vuelvan porque te encariñaste con el/ella, no intentes propiciar o mantener el contacto, ya que será más difícil para tu hijo/a superarlo.

Ponte en su lugar, recuerda que tú también pasaste por esa situación, piensa en cómo te sentiste y en como te hubiera gustado que tus padres te apoyaran. Cada persona es única así que lo mejor siempre será que le preguntes a tu hijo/a que necesita y que tu como padre estes claro de lo que esperas de tu hijo así podrán llegar a acuerdos de forma más sencilla y podrán afrontar cualquier situación que se presente. Sin embargo, si en algún momento sientes que se te escapan de las manos alguna situación busca ayuda profesional.