La primera revista del Playboy surge a mediados de 1950’s con la portada de Maryln Monroe. Este fue el primer paso para poner la pornografía en sitios más cercanos.

Las primeras revistas tenían imágenes semidesnudas de mujeres para atraer la atención del mercado masculino y no es hasta finales de los 1960’s que surgen revistas con un contenido llamado “hardcore sex” cuya exposición de los genitales era más explícita.

A finales de 1970’s con la aparición de la videocasetera BETA y VHS se inicia el cine en casa y a finales de 1980’s surgen los centros de video para adultos, que eran restringidos a mayores de edad.

En los 1990’s inicia la era del internet y la posibilidad de tener acceso a un mundo de información en una computadora, sin embargo, su velocidad impedía bajar imágenes rápidamente.

A mediados del 2000’s nacen los smartphones y con ello toda una gran revolución digital. En un solo aparato tuvimos acceso a internet, llamadas telefónicas, redes sociales, videos y un sinfín de aplicaciones y a una gran velocidad.

Hace pocos años se podía regular el uso de la tecnología porque había lugares y espacios físicos para su empleo, hoy no hay control.

No sabemos qué pasa en la recámara de nuestros hijos o en sus momentos de descanso en las escuelas. Por lo que hago una pregunta a los padres:¿Sabemos con quién están nuestros hijos?, ¿En que paginas entran con sus celulares y tabletas?

En un estudio reciente en los Estados Unidos, se afirmó que más del 35% del tiempo que pasan nuestros hijos en el internet, es en páginas de pornografía.

La pornografía se ha convertido en una droga adictiva y una de las más dañinas.

El Dr. Gray Wilson en su libro “Your Brain on Porn”, demuestra los efectos negativos que tiene la pornografía en el cerebro de los adolescentes: 

  1. Incrementa la apatía y pasividad ante desafíos y retos de la vida.
  2. Aumenta el riesgo de fracaso escolar y deserción.
  3. Manifiesta una menor atracción hacia la mujer.
  4. Dispersión y una gran dificultad para la concentración en tareas.
  5. Procrastinación o no logra el cumplimiento de sus tareas y deberes.
  6. Incremento de la violencia física y poca tolerancia hacia la mujer.

En Japón, casi el 40% de muchachos entre 16 y 19 años no están interesados en el sexo opuesto debido a la pornografía.

Los estudios son claros en cuanto a señalar que el libido (deseo sexual), disminuye ante la continua exposición al “hardcore sex”. Un alto porcentaje de los padres americanos piensan que la pornografía debe ser parte de la educación sexual de sus hijos. Esto es un gran error.

La pornografía distorsiona la realidad de la intimidad física, debemos comprender que son actores y actrices simulando papeles, con el objetivo de excitar del espectador, lo que nos dará en cuenta que son pésimas lecciones de educación sexual, ya que generan expectativas falsas. Quizás a ello se deba que escucho constantemente a mujeres quejarse con comentarios como: “Me siento como un objeto”, “Me usa y me desecha”, “Quiero hacer el amor y mi marido solamente quiere tener sexo”.

Otro problema muy serio que observo en las parejas es: “Maestro, tengo un año que no tengo ninguna relación física con mi marido”, “Mi esposo ya no me toca, ni me acaricia, tengo más de 3 años que no tengo intimidad con él”, y al preguntarle a las esposas cual considera la razón de esa indiferencia sexual, respondieron: “Por la pornografía”.

Necesitamos un nuevo enfoque en la educación sexual. La mayoría de los programas se centran en explicar su biología, la prevención del embarazo no deseado o el peligro de contraer una enfermedad de transmisión sexual, pero la educación sexual debe ir más allá de una simple explicación descriptiva del cuerpo y la prevención.

La neurociencia nos ayuda entender cómo funciona la sexualidad en los cerebros del hombre y de la mujer, cuáles son las hormonas y neurotransmisores liberados ante un acto sexual y sus implicaciones emocionales y físicas, qué sucede en el cerebro ante la experiencia de tener sexo casual, cómo afecta la pornografía en la relación con la pareja y los cambios bioquímicos en el cerebro, por qué el hombre tiene una intención mayor de ver pornografía que la mujer, etc.

La sexualidad es una de las funciones humanas más maravillosas de nuestra vida. Permitamos que nuestros hijos la vivan con plenitud y cuidemos que no caigan tempranamente en sus manos, la pornografía.

La semana pasada, una mamá me comentaba que su hijo de 8 años quería saber cómo las niñas perdían su virginidad, entonces le puso un video pornográfico en su IPad para que lo comprendiera.  Le dije que eso era corrupción de menores y me gritó: “No sea exagerado, todos los niños de su salón ven pornografía.” Me quedé sin palabras. 

Cuidemos su corazón porque ellos cuidarán el de sus hijos.

Dr. Jesus Amaya

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