Como educadores, como padres, jefes o miembros de un equipo, en lo personal… siempre nos enfrentamos a esos momentos en que tenemos que dar retroalimentación… y tenemos plena conciencia de que nuestros comentarios no van a ser bien recibidos.
¿Por qué es que sucede esto?
Reza un dicho que en el pedir está el dar y me parece que aquí aplica perfectamente. De la forma que hagamos nuestro planteamiento, dependerá la reacción de las personas involucradas… de nosotros también depende que lo que tenemos que decir sea bien aceptado.
Imagina por un momento esta escena… Tienes un equipo de trabajo y llega la hora de evaluar a cada uno de tus colaboradores, un momento un tanto temido por todos porque no sabemos cómo dar y cómo recibir la retroalimentación. O esta otra en la que tu hija está aprendiendo a manejar y en ese afán de enseñarle le enfatizas que lo está haciendo mal. El resultado será negativo, sin duda alguna. Ten presente que siempre tendrás algo importante que decir a amigos, pareja, hijos o empleado que les haga caer en cuenta de situaciones por mejorar (o por alabar) y que por obvias razones no siempre es fácil, porque nadie nos preparó para dar o recibir este tipo de conversaciones, pero aquí encontrarás algunas ideas que te pueden ayudar.
Y es que la retroalimentación se asocia con ese aspecto que los demás quieren cambiar de nosotros, si bien la enfrentamos de forma cotidiana, nos enoja cuando alguien nos quiere cambiar y nos cerramos ante cualquier posibilidad de comunicación.
¿Las razones?
1.- Solemos contar lo malo, cuando se trata de dar retroalimentación positiva la damos por hecho y no la mencionamos. Quizás es parte de la naturaleza humana, pero tenemos que cambiar el enfoque y aprender a enfatizar lo bueno, en ese momento logramos el balance que nos ayuda a entender que esta retroalimentación está enfocada a nuestro crecimiento personal.
2.- A nadie le gusta sentirse vulnerable. Las personas sienten que pierden el control sobre la situación y las pone en una posición inferior frente a quien retroalimenta.
3.- Se cree que la retroalimentación busca cambiar en favor de los deseos y necesidades de otras personas.
La oportunidad en la retroalimentación
El valor de la retroalimentación radica en que cuando estás atrapado en un problema no puedes pensarlo desde fuera, te hundes en él y necesitas alguien que lo vea objetivamente. Como ese ente externo, encuentra el momento preciso para darla, de pronto necesitamos entender que en muchas de las ocasiones tendremos que decir cosas quizás poco agradables y que por ello necesitamos a la persona en un “buen mood” para que las reciba de la mejor manera. Es nuestra responsabilidad desarrollar esa sensibilidad para decidir el momento correcto. Eso puede hacer la diferencia entre que nuestros comentarios sean tomados en cuenta y de la mejor forma o no. No se trata de hacer sentir mal a los demás, ahí entra nuestra responsabilidad en términos de comunicación, necesitamos encontrar el mensaje correcto para incluso decir las cosas malas de la mejor forma e impactar con un cambio real en las personas.
Cómo empatizar con otros
Nuestro primer instinto es criticar, es el primer error en cuanto a la comunicación porque cuando lo hacemos estamos señalando a las personas y, como resultado, caen en negación o en la defensa, es un mecanismo natural del ser humano. Cuando decimos “te voy a dar retroalimentación” lo hacemos sonar a regaño, cuando en realidad hay ocasiones en que tenemos muchas cosas positivas que compartir.
¿Entonces qué debo hacer?
Por principio te diría que es importante entender cómo está la persona en ese momento preciso para determinar si es oportuno dar nuestros comentarios. ¿Qué tal una pregunta tan simple como “qué tal va tu día”? Analizando su respuesta e incluso sus expresiones y tono de voz nos indicará si conviene iniciar esta plática o esperar otra ocasión.
También te diría que otro aspecto fundamental es cambiar de criticar a empatizar, expresar confianza y pedir permiso. ¡Sí, pedir permiso! Aunque suene extraño, necesitamos que la persona esté en el mejor momento posible para que nuestra comunicación sea recibida de la mejor forma. Recuerda que una de las principales barreras a las que nos enfrentamos al retroalimentar es justo el que las personas se sienten juzgadas y que sienten frustración y que pierden el control … el cómo nos perciben los demás es algo que nos importa mucho.
Si partimos de que el ser humano asocia esa retroalimentación con algo negativo, entonces estamos quitando energía, por lo tanto, pensemos en la reacción que deseamos obtener y en cómo resolver el problema… todo tiene su momento. Probablemente en ese instante no te darán el permiso porque emocionalmente no están preparadas para ello, dales oportunidad de regresar un poco más tarde, que se alejen un poco de la situación y sientan que tienen el control, seguro regresarán a pedir por cuenta propia tus comentarios y mostrarán mayor apertura.
¿Y si promovemos la auto evaluación?
¡Excelente idea! Encuentra las áreas de oportunidad, todos tenemos cosas buenas que contar y permite a los demás que encuentren o propongan su propio plan de acción pensando en lo que tienen que hacer. Esto lo puedes lograr planteando las preguntas correctas. ¿Qué tal si en vez de decir algo así como “qué pensabas cuando hiciste esto” modificamos el discurso y nos enfocamos a “cómo mejorarías” o “qué propones”?
Crear un ambiente positivo facilita la retroalimentación. Puedes decir las cosas desde tu óptica personal o hacer preguntas inspiradoras que les lleve a plantearse el comentario desde su perspectiva. Es únicamente cambiar el discurso de “esto es lo que tienes que hacer” a “cómo llegas del punto A al B“ o a “¿Cómo se ve el éxito?”… “¿Cuáles son los obstáculos y cómo los superas?” Formular las preguntas correctas nos lleva a mover el pensamiento en otra dirección. En realidad, estamos hablando de la misma situación, sólo cambiamos el punto de vista y, la perspectiva y con ello las personas están más abiertas a modificar sus actitudes y conductas.
La gente valora lo que tenemos que decir, en la medida que les demos el espacio para tomar acción sobre nuestros comentarios, vendrán los resultados. Claro, tratando de encontrar el ambiente perfecto, haciendo preguntas que inspiren al otro y muevan más ideas en nuestro cerebro que le lleven a indagar en si mismos y encontrar las mejores soluciones.
Una buena práctica es plantear metas en las cuales demos la posibilidad de realizar un cambio y, desde luego, ofrecer nuestro apoyo en el proceso. “¿Qué tal si establecemos planes conjuntos y fijamos un lapso de tiempo para ver cómo va funcionando el plan?”
Cuando trabajas en equipo desde luego que -previo a este momento- hay que dejar claro los objetivos, metas y expectativas para que la gente camine en esta dirección y que la retroalimentación sea congruente con estas “instrucciones”, de otra forma puede convertirse en algo totalmente subjetivo.
¿Qué pasa cuando los demás no ven el problema? Es entonces cuando debes mencionar tus expectativas y dejar carta abierta al cambio… es tu opción hacerlo o no.
A veces tampoco le prestamos la debida importancia a la retroalimentación porque nos parece que es tan solo un punto de vista y tendemos a descartarlo, nuestra responsabilidad como receptor será estar atentos a los comentarios, como emisor sobra decir que lo importante es no triangular, expresar nuestra opinión y observaciones, no basarnos en las de los demás a menos que tengamos establecido que así es como se dará este proceso.
No esperes, solicita retroalimentación
Como personas siempre es bueno enfrentarnos a esta oleada de comentarios (positivos o negativos) y a veces tendría que ser nuestra propia responsabilidad buscarlos como una oportunidad de crecimiento. Un buen comienzo es preguntarles directamente a las personas a nuestro alrededor cuáles consideran que son nuestras tres principales fortalezas y algo que consideren que deberíamos modificar, cuando esto sucede, se da pie da la retroalimentación y nos damos la oportunidad de recibir elementos valiosos para esa optimización. Quizás al principio nos dé un poco de miedo porque vamos a sentirnos enjuiciados, pero siempre da resultados positivos y nos prepara para otras situaciones similares que vamos a experimentar a lo largo de la vida. Yo te invito a intentarlo.
En resumen… Cuando tú seas quien retroalimenta, recuérdate a ti mismo “no es algo para mi beneficio es por ayudar al otro”. Finalmente es una posibilidad de cambio en la otra persona en cuanto a su comportamiento.
Recuerda siempre que lo negativo genera cortisol en nuestro cuerpo y como consecuencia nos pone a la defensiva porque se traduce en una amenaza que genera stress. Si utilizamos las palabras correctas, tendremos altísimas posibilidades de generar un impacto positivo. Y si a ti te toca ser el retroalimentado, mi mejor consejo es que adoptes una posición de apertura, puede gustarnos o no, pero siempre este tipo de comentarios representará una oportunidad de ser una mejor persona en todos los sentidos.