Aún recuerdo el día que regresé de la escuela y me encontré a mi mamá eufórica.” ¡¡María!! ¡Adivina qué!  Tu papá ha sido transferido.  ¡Nos vamos a Roma!”, dijo. Me empecé a alarmar.  El ver a mi mamá tan emocionada me ponía un poco nerviosa. —¿Qué es Roma? -dije. “¡Es un lugar hermoso al otro lado del océano, lleno de historia y cultura!” -respondió. Yo no estaba convencida.  Mi cerebro de seis años sospechaba de esta exuberancia y, de alguna manera, comprendí que mi vida estable estaba a punto de ser trastocada.  —¿Tienen a Scooby Do y a los Picapiedra? pregunté.”Ummm.  ¡Estoy seguro de que sí! añadió. Y así fue como me convertí en una TCK (Third Culture Kid) o Niña de Tercera Cultura.

¿Qué es un TCK?  El termino lo desarrolló la socióloga, Dra. Ruth H Useem refiriéndose a los hijos de militares, diplomáticos o misioneros inicialmente.  Un niño de tercera cultura es alguien que ha pasado una parte importante de su desarrollo fuera de la cultura de sus padres (o la cultura de su nacionalidad).

Mis padres fueron la primera ola de refugiados cubanos que pensaron que regresarían a Cuba en unas pocas semanas después de la invasión de Bahía de Cochinos, pero sabemos cómo resultó eso, así que se convirtieron en habitantes de Filadelfia, donde yo nací, y aprendieron a raspar el hielo del automóvil y conducir en la nieve, y nunca más regresaron a Cuba.  A los varios años de estar trabajando en una empresa global, a mi papá le dieron la oportunidad de tomar una posición en Italia.

Recuerdo con cariño nuestra estancia en Roma.  Después de la conmoción inicial de descubrir que mi madre me había engañado, ya que la programación italiana no incluía a Scooby Do ni los Picapiedra ni ninguna otra caricatura divertida en los canales nacionales, me vi obligada a jugar afuera y descubrir cómo comunicarme con Claudia, mi vecina italiana.  Aprendí rápidamente que había algunos falsos cognados en español e italiano.  Ella quería jugar con la “palla”, y cuando fui a buscar mi pala de arena pensando que íbamos a desenterrar un poco de tierra, ella hizo un gesto con las manos y me di cuenta de que se refería a una pelota.  En otras ocasiones, cuando los meseros en los restaurantes les preguntaban a mis padres si querían “burro” para el pan, (que significa mantequilla), no podía evitar reírme imaginándome un burro sentado en el pan.

Después de tres años nos mudamos a Puerto Rico por casi dos años y de ahí a mi papá lo mandaron a la Ciudad de México.  Me encantó México.  Estuvimos allí durante casi cuatro años donde completé la secundaria y parte de la preparatoria.  Pero a mediados de mi segundo año de high school en el Colegio Americano, donde ya me había hecho amigos y disfrutaba de cierta popularidad por ser parte del “Drill Team”, bailando en los medios tiempos en los juegos de futbol americano, mi papá me dio la noticia que nos repatriaríamos a Filadelfia.  Después de diez años, nos íbamos de regreso a “casa”.

El problema era que ya Estados Unidos no era mi hogar.  Llevábamos diez años fuera de mi país de nacimiento y aunque regresábamos en algunas vacaciones, yo no me hallaba allá y me topé con choques culturales con los otros adolescentes al volver integrarme a mi país.  Aparte, sentía que a los adolescentes en Estados Unidos nos trataban como tarados, con muchas limitaciones, a diferencia del trato que gozaba en México en donde socializábamos con adultos y se nos respetaba en las conversaciones, entre otras cosas.

Pero la vida está llena de cambios y a todo uno se adapta.   Nosotros, los niños de la tercera cultura, lo aprendemos desde muy jóvenes.  Cada cambio y despedida trae consigo un periodo de duelo, pero al final nos gana la curiosidad y sabemos que tenemos una nueva oportunidad de reinventarnos.  ¿Quién seremos esta vez?  ¿Qué habrá del otro lado?

Algunas características típicamente atribuibles a los TCK son la flexibilidad y adaptabilidad, poderes de observación, liderazgo, mente abierta, autoconfianza, sociabilidad y habilidad de comunicación.   Por otro lado, también puede haber un sentido de desapego que puede parecer indiferencia o arrogancia, impaciencia o no sentirse “ni de aquí ni de allá”.   

Se nos dificulta el responder a la pregunta ¿“De dónde eres?” porque no hay una respuesta sencilla sin dar todo el contexto, ya que la experiencia define nuestra identidad.  A veces nos sentimos que nos ven como bicho raro por tener un pie en cada cultura, por hablar varios idiomas o por no identificarnos fácilmente.

Después de diez años en Filadelfia, terminé casándome con un amigo de la infancia de México y vivimos allá veinte años, donde crie a mis hijos.  Regresé a Estados Unidos apenas hace diez años, pero esta vez a Florida, pues no me gusta raspar hielo.  Volví a vivir la readaptación a mi país, pero regreso a México cada vez que puedo, ya que fue el lugar en donde más “eché raíces”. 

La gente me pregunta si siento que perdí la oportunidad de echar raíces en un solo lugar.  Yo digo que no puedes extrañar lo que no conoces.  Me convertí en una nómada global y estoy agradecida por la curiosidad que fomentó en mí.  No cambiaría el hecho de ser una TCK por nada del mundo, puesto que el mundo fue parte del trato.

BBC (2016, November 18). Third Culture Kids: Citizens of everywhere and nowhere. Bbc.com. https://www.bbc.com/worklife/article/20161117-third-culture-kids-citizens-of-everywhere-and-nowhere