En verano dice Octavio Paz: “Canta el agua y nacen paraísos”.

El verano, nos trae muchas y afortunadas realidades: Desde el punto de vista astronómico, inicia el solsticio y se caracteriza por tener los días más largos. Asimismo, los rayos solares tienen menor inclinación, por lo que suelen ser las temperaturas más altas y propicias para diversas regiones del mundo. Y en general, aunque se le conoce como una estación seca, los alimentos se multiplican en frutas y verduras, que por su elevado contenido en agua, fibra, vitaminas y otros nutrientes los convierte además en muy recomendables e idóneos para esta temporada.

Eso sí, en épocas de calor nuestro cuerpo requiere de comidas ligeras y refrescantes, así como de bajo contenido calórico. 

¡Y algo más!: su gran riqueza en antioxidantes naturales significa salud y energía, contrarrestando el deterioro fisiológico que nos envejece. En síntesis, no se trata de comer menos, sino de seguir una dieta adecuada y con suficiente hidratación.

Así pues, debemos incluir una variedad de platillos con pocas grasas y bajas en calorías. Las verduras y frutas de esta temporada no deben de faltar en nuestras mesas, como: la berenjena, calabacín, cebolla, ejotes verdes, lechuga, tomate, pepino y hortalizas; al igual que frutas como: melón, albaricoque, melocotón, cerezas y moras, y pensar en platillos como son las ensaladas y cremas o sopas frías, como el gazpacho. Igual en los postres, consumir mucha fruta fresca o nieves y helados que resulta un exquisito regalo para el paladar, así como a todos los sentidos. Sin olvidar que también se recomiendan los frutos secos y otros, como son, las ciruelas, los higos, la sandía y las uvas. Desde luego, una gran opción son los jugos o los licuados de frutas ya que además de proporcionar gran cantidad de líquido, proporcionan vitaminas, minerales, hidratos de carbono y diversas sustancias que dan importantes beneficios para la salud. Por cierto, en fechas recientes se ha descubierto el papel tan decisivo que juegan estas sustancias en relación con enfermedades de máximo impacto, especialmente en occidente, como son la de origen cardiovascular y numerosos tipos de cáncer (entre ellos el carcinoma o el melanoma, tipos recurrentes de cáncer de piel), e incluso otras directamente asociadas con el proceso de envejecimiento y las alteraciones del sistema nervioso. 

Las conclusiones de diversas investigaciones demuestran que una dieta rica en antioxidantes constituye un factor preventivo frente a las estas temibles patologías. 

Hay que tener presente que sí ingerimos estos alimentos crudos, aprovecharemos mejor todos sus nutrientes, ya que la cocción en agua o peor aún en un medio graso como el aceite o la mantequilla, se destruye gran parte de las vitaminas que contienen.

Verduras y frutas deben convertirse entonces cada verano en los alimentos predilectos, debido a que son fáciles de preparar y se consiguen a buen precio, ya que es la época en que mayor cantidad y variedad se pueden encontrar en estos mercados y tiendas de autoservicio. 

Son pues las verduras de la temporada veraniega, de hoja verde y de la coloración que van desde los rojo-anaranjado hasta llegar a los-amarillos, tales como la zanahoria el jitomate, las que se imponen. 

Ah, pero también hay que tener mucho cuidado con la acción tan intensa de los rayos solares que pueden provocar desde las denominadas manchas de envejecimiento hasta cáncer de piel.

Así es que a disfrutar del verano con comida rica en sabor y fuente de salud.