Isabel Allende es una reconocida autora chilena que vuelve a cautivar a sus lectores con su última obra maestra: “El viento conoce mi nombre”. En esta novela se entretejen hábilmente historias, con un toque de romance, en ocasiones dolor, para transportaron a diferentes continentes y en distintos tiempos.

“El viento conoce mi nombre” describe el viaje de tres personajes fascinantes: Samuel Adler, Anita Diaz y Leticia Cordero. 

Nos encontramos por primera vez con Samuel Adler en 1938. Un niño judío que vive en Viena con sus padres durante la purga nazi. Obligada con la terrible decisión de dejar ir de su lado a su hijo, la madre de Samuel lo envía a Inglaterra junto a otros miles de niños con la esperanza de reencontrarse con su familia en un futuro. El niño de 5 años viaja solo, llevando solo su violín y una medalla con “poderes especiales” para darle coraje y fuerza.

Ochenta años después descubrimos la historia de Anita Díaz, de siete años, que huye de El Salvador con su madre, dejando atrás a su familia para escapar de la muerte segura, que de otro modo habrían encontrado, al quedarse en su país natal. Al llegar a Arizona, se enfrentan a la dolorosa realidad de estar separados por la política gubernamental. Para hacer frente, Anita crea un mundo mágico llamado “Azabahar”, donde encuentra consuelo junto a su amiga imaginaria, Claudia.

Por último, nos encontramos con Leticia Cordero, una niña  inmigrante de El Salvador que llega a los Estados Unidos en busca de refugio, al lado de su padre, después de que toda su familia fuera masacrada durante una redada militar, muy común en esos tiempos. Leticia y su padre nunca hablan de su pérdida, por temor al dolor abrumador que ello traería. En cambio, construyen una nueva vida en California, con la esperanza de encontrar un hogar.

Los tres personajes comparten la experiencia de la separación forzada, el trauma y el dolor duradero de su pasado. En medio del duelo, el sufrimiento y el desplazamiento, la novela de Allende brilla con esperanza. 

A medida que sus historias se entrelazan en un arco emocionalmente satisfactorio, la autora nos recuerda que si bien sus experiencias individuales pueden diferir, el poder del amor sigue siendo universal. 

Allende enfatiza que siempre hay esperanza y que la amabilidad de los extraños puede ser una fuerza más poderosa de lo imaginado.

“El viento conoce mi nombre” es un testimonio de la capacidad de Allende para elaborar una narrativa convincente que aborda temas de pérdida, resiliencia y empatía. 

A través de los viajes entrelazados de sus personajes, Allende ilumina el poder transformador del amor y la fuerza perdurable del espíritu humano.