Sentirnos plenos es un deseo tan presente y natural como nuestra respiración. Sin el anhelo de plenitud los humanos perderíamos nuestro sentido de existencia. Su omnipresencia es tal, que podríamos suponernos expertos en el arte de satisfacer construir nuestra plenitud. Pero, la verdad es que, excluyendo a “algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi”, según nos recuerda Sabines, da la impresión de que todavía somos un grupo numeroso quienes con facilidad nos apartamos de ese sano resultado. 

En mi artículo anterior, en relación a Sísifo, el héroe absurdo, me permití hablar sobre las cargas, los apegos y las ansiedades que apresuran nuestra existencia, poniéndonos al margen de la amorosa y feliz aceptación de nuestro ser. Fue una reflexión un tanto literaria, razón por la que hoy quisiera ser un poco más específico, quizá más gráfico. Para ello, me traigo algunas ideas que he tomado de aquí y de allá, de la vida y de algunos libros perdidos en mi desmemoria, con la finalidad de compartir mi personalísimo listado de estrategias de plenitud. Van, con cariño:

1.-Toma decisiones y confía. 

Nadie tiene todas las respuestas. Hay seres con más experiencia sí, que pueden guiar a los que la tienen de menos, pero nadie puede evitarse la tarea de decidir su existencia, Incluso no decidir es ya una decisión, como nos enseña Sartre. Es importante ser éticos, cuidadosos y responsables con nuestras decisiones, pero lo demás es cuestión del diálogo que establece la existencia con nosotros, brindándonos sus respuestas.

2.- Acepta el misterio

Lo predecible es tranquilizador, pero también puede ser exageradamente aburrido. Además, sólo puede anticiparse un rango muy menor de cosas en la vida. Ante nuestras mentes la vida es impredecible y la ventaja de ello es que seguimos siendo niños observando la vida: divertidos y ávidos de descubrir.

3.- Suelta la perfección 

La insistencia en la perfección más allá de la pasión por lo que hacemos es más bien miedo a ser lo que somos: personas. Nos equivocamos y aunque nos de miedo, es la única manera de aprender. Además, de los errores también llegan a surgir cosas maravillosas.

4.- Cuida tus placeres

Epicuro, padre del hedonismo, construyó la idea de que una de las rutas al bienestar era escoger aquello que nos produce placer. Pero, agregó una cláusula: nunca escoger aquello que después del gozo pueda producirnos un displacer mayor que el gusto inicial. Estemos atentos al costo-beneficio de nuestros placeres.

5.- Atiende tu cuerpo

Nuestro vehículo existencial es el cuerpo. Sin él sería imposible experimentar la anhelada plenitud. No hay sentimiento, ni experiencia que no tenga, al menos, su punto de partida en nuestro organismo. Si en la escala de valores de alguien está antes el trabajo o la diversión que la salud, quiere decir que se ha desviado del camino.

6.- Aprende a lidiar con lo desagradable

Nos enseña una de las filosofías espirituales de la india: “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.” Enfrentar aquello que nos frustra o lastima es una forma de crecer. Las prácticas orientales, la meditación y las terapias nos pueden ayudar a transitar los momentos difíciles y convertir su impacto en realización.

7.- Camina por la felicidad

“La felicidad es el placer que te sacas por acercarte al futuro que deseas. No te castigues por la distancia que te falta para llegar a él” me dijo un día Mauricio Junco, productor musical en ciernes y me sonó a “Al andar se hace camino…”

8.- Ámate y da las gracias

Ninguna mejor fórmula para ser plenos que cuidar nuestra valía personal. Reconocernos valiosos, gozar con los que somos, gustarnos y premiarnos son los cuatro pilares de la autoestima que Walter Riso menciona. Como he mencionado antes, si nos amamos, el sentimiento resultante será la gratitud y con ésta, la felicidad.

Seguro tú podrás encontrar muchos más sabios consejos para la plenitud. Sólo he querido hacerte partícipe de los que más me gustan. Ojalá te sirvan ¡Te deseo la PLENITUD!