Hace algunos días tuve la oportunidad de celebrar un año mas de vida, lo cual me hizo reflexionar sobre algunas cuestiones tales como la pregunta que continuamente nos hacemos ¿Cuál es nuestro propósito de vida?, y seguramente tu como yo encontramos gran dificultad para responderla. Me parece que siempre estamos en la búsqueda de alcanzar algo, cuando el propósito de vida puede ser tan simple como disfrutar cada día como el único, el mejor y el más importante.

Comprendo que nuestros objetivos cambian, las circunstancias varian y nuestra guía programada de vida se trasforma inesperadamente en algunas ocasiones, pero porque no canalizar todas estas situaciones de manera positiva, sin tantos prejuicios ni etiquetas, sin dejarnos caer en el victimismo, la apatía y tomándolas como un nuevo aprendizaje. Por ello creo que celebrar la vida diariamente, puede ser el propósito más importante. 

Ahora entiendo que no solo en nuestro cumpleaños o al principio de un año nuevo es un buen momento para replantearnos metas; sino levantarnos cada día con una idea en mente y llevarla a cabo, sin esperar resolver nuestra vida entera en un solo día.

Quizás estas en un trabajo que no te satisface del todo, pero al cambiar tu mentalidad podrías encontrar que quizás es allí donde tienes la oportunidad de desarrollar todas tus habilidades y ejercer tu potencial.

Quizás estas en una relación o no la tienes, pero ello te puede ayudar a reflexionar en lo que eres, lo que piensas de ti o lo que crees merecer, y con ello darte a la tarea de trabajar en lo que realmente quieres, mereces y fortalecer la imagen que tienes de ti misma.

Quizás no estas en las circunstancias donde desearías estar, pero modificar tu perceptiva puede hacerte ver que puedes encontrar otros caminos para cambiar la ruta para dirigirte hacia donde lo deseas.

Cada día puedes celebrar conscientemente que tienes una nueva oportunidad para mejorar, crecer, aprender, superarte, y reconocer y agradecer que además no lo has hecho sola, que las personas que se han cruzado en tu vida te han dejado experiencias que han enriquecido tu camino de una manera u otra, algunas para fortalecerte y otras para acompañarte o impulsarte.

Celebrar la vida es disfrutar los pequeños momentos que se suman a lo largo de los años. Es poner tu mejor esfuerzo en todo lo que haces, es agradecer cuando alguien que amas te ofrece un “buenos dias”, es devolver una sonrisa cuando alguien te la obsequia, es despertar en un día soleado, es salir a caminar acompañado de tu mascota, es saber que cuentas con un techo, con algo que llevarte a la boca cada día, es aprender a entender que también se puede ser feliz en la paz y en la calma, y descubrir que no hay prisa por llevar a cabo grandes proyectos, sino hacerlos con pasos certeros y pausados, consciente de que cada paso, cada intensión y cada esfuerzo que pongas en ello vale la pena, porque vas labrando el camino para llegar a lo que tanto anhelas.

Hoy descubro que la vida es abundante y próspera, pero que ello nace desde nuestros pensamientos, los cuales se reflejan en nuestros sentimientos y se proyectan en nuestras acciones, cuyo resultado aparece cuando se van abriendo las puertas para llegar a ello. 

Hoy agradezco por cada persona, por cada momento, por cada despedida, decepción o duda, porque cada uno me han llevado a mover mis pasos hacia otro lugar y en ocasiones, de una manera  diferente a la que solía aferrarme al hacerlo, haciéndome en definitiva, una persona diferente a la que fui.

Soren Kierkegaar el filósofo danes decía que “La vida no es un problema que tiene que ser resuelto, sino una realidad que debe ser experimentada”, así que vivamos cada experiencia como algo positivo, seguros de que encontraremos en el momento oportuno, las herramientas para resolver los retos que se nos presenten.

Dice un cuento:

“Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo: 

-Me han dicho que tú eres sabio…. Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no está al alcance de las demás personas. 

El anciano le contestó  -Cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo. 

Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio, -le contestó el hombre sorprendido.

Yo no lo creo así, -le replicó el anciano-. Pues cuando duermes recuerdas los problemas que tuviste durante el día o imaginas los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y mientras hablas conmigo piensas en qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme, antes de que yo termine de hablar. 

El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente, y disfrutar cada minuto, del milagro de la vida.

Así que deseo que todos tus días sean un buen día para celebrar y no solamente el día de tu cumpleaños.