Cada vez que regreso a Monterrey, mi tierra natal, se me remueve el alma por los recuerdos maravillosos que parten desde mi infancia hasta los días actuales.

Ahora, nuevamente estuve ahí y se aunaron intensos sentimientos y emociones pues recibí un homenaje con motivo de la entrega de la Presea Pinacoteca de Nuevo León por mis 55 años de pintora, donde se montó también una exposición representativa de mi obra que permanecerá abierta hasta marzo de 2023.

Una satisfacción enorme, tanto porque se celebró en la propia tierra donde tuve la dicha de nacer y justo en la Pinacoteca, ese prestigiado espacio que da cabida a un invaluable acervo de grandes creadores de dentro y fuera de esa nuestra entidad.

En verdad, tal como lo expresé en la ceremonia de premiación: “cada vez que regreso lo mismo para presenciar una atractiva exposición, que escuchar un gran concierto o bien interesantes presentaciones de libros, me siento envuelta por una exquisita sensación que siempre me enaltece y agrega felicidad.

Estar, ahí, significó entonces un cúmulo de intensas vivencias que sólo puede resumir en unas cuantas palabras que brotaron desde muy adentro de mi alma: Mi gratitud y bendiciones para todas y todos.

Dije también que conforme transcurre la vida, he tratado de mirar más y mejor para reconocer esa excepcional belleza acumulada en el invaluable acervo que nuestros artistas egregios nos han heredado y depositado en el altar del arte. “Una obra inmensa que está también presente en cada instante de mi vida, y a la que en lo personal he intentado de abonar con mis creaciones sencillas y tantas manzanas pintadas, para devolver agradecida algo mío de lo mucho que he recibido. Y siempre, eso sí, con el ferviente deseo de entregar todo de lo que he sido capaz a mi México y su colosal cultura”.

Por igual, consciente de esa enorme responsabilidad social de quienes como yo aspiramos a ser artistas plásticos —en mi caso desde hace más de cinco décadas, recorriendo el mundo en una travesía fascinante, difícil a veces, pero en todo caso comprometida plenamente con mi vocación creativa—, en aras de brindar gozos y felicidad y sobre todo en la defensa de las mujeres contra cualquier discriminación y violencia.

Me dediqué, y dedico ahora, a agradecer y bendecir la herencia norteña que me transmitió un fuerte temperamento y una reciedumbre que me han impedido claudicar, por lo que pienso que es el mejor momento para rendir homenaje a mis ancestros. Los primeros recuerdos me llevan a mis padres, Napoleón y Esthela; que forjaron mi ser y posibilitaron mi quehacer. También a mis tías: Cuquita, una pintora talentosa, y Chanita gran cocinera, e igual a otras tantas que me guiaron y estimularon. Desde luego, a mis hijas e hijo, Martha, Laura y Federico; de quienes me siento muy orgullosa. Asimismo, de mis solidarios hermanos, de sangre y luchas, Napoleón, Gerardo y Lourdes, y en fin a mi familia toda, en especial a Alejandro, mi brillante y gran compañero. 

Gratos recuerdos que se extienden hasta el presente por la existencia desde el 2016 de una Sala-Museo que lleva mi nombre y considero es un enorme privilegio, en la Biblioteca Raúl Rangel Frías, resguardando obra mía y la de otros reconocidos artistas mexicanos, que doné a nuestra emérita Universidad Autónoma de Nuevo León. Previamente a la ceremonia de la entrega de la presea y la inauguración de mi exposición “Semillas de Imaginación”, se organizaron diversas actividades y en especial me cimbró una conversación pública con más de cien jóvenes que estudian en la propia universidad.

Gratitud que también apunta a quienes me formaron en las artes plásticas, con una mención relevante a mi inigualable María O´higgins, norteña de cepa y mi primera maestra de dibujo cuando apenas tenía yo ocho años de edad, y quien sería la pionera de los talleres a cielo abierto en las plazas públicas del país. Nunca acabaré de sentir y lamentar su partida. 

Gracias que se extienden a tantas y tan entrañables amigas y amigos, que han creído en mí, dándole sentido a mi trabajo creativo, así como a tantos seres que ya no están entre nosotros presencialmente pero cuyo espíritu sigue latente. Igualmente a mi leal y eficaz equipo de trabajo y a los medios de comunicación.  

Y con mi agradecimiento un especial, a la Directora de la tan importante Pinacoteca que ya es un icono para el arte dentro y fuera de Nuevo León. A Elvira Lozano de Todd, mujer talentosa, capaz, y amiga entrañable que lleva años promoviendo a las y los artistas plásticos, a la vez que abriendo espacios a la reflexión en torno al papel de la cultura en la sociedad. Reconocimiento que por igual extendí a los directivos que asistieron en representación de las instituciones participantes como CONARTE, la UANL y la Representación del Gobierno de Nuevo León en la CDMX, entre otros. 

Quedó entonces para siempre en mi mente, en mi alma, en lo más profundo de mi ser la “Presea Pinacoteca de Nuevo León”, y me sentí muy honrada de recibirla, por su significativo prestigio y elevado reconocimiento que representa. va mi más emocionado agradecimiento por tan alta distinción. 

Por cierto, he de confesarles que anhelé durante años mi presencia en este espacio privilegiado y hasta llegué a soñarlo, si bien hoy se inscribe venturosamente en mi historia personal, como una gozosa realidad sin precedente. 

En verdad se trata para mí de una fecha excepcional, tanto, que no sólo será imborrable, sino que más allá de estos tan felices momentos, siendo ya de noche, se traducirá en una luz que siempre me iluminará. 

Me sentí y siento tan feliz, que hasta imagino que empiezo a ascender y volar por el simbólico Cerro de la Silla, una de mis brújulas existenciales, por lo que invité a todas y todos fraternalmente a que lo hiciéramos juntos toda una eternidad, si bien antes de despegar regalo a cada una y uno mi corazón, queridas lectoras y lectores, en forma de manzana.

Y gracias, por siempre gracias siempre.”