Las demencias son un problema de salud pública. 

En muchos países como en México hay más personas mayores de 60 años que niños y esta tendencia de cambio demográfico en la población no sólo se quedará, sino que aumentará gradualmente. Aunado a ello, hay una mayor esperanza  de vida principalmente en las mujeres.

La pregunta que tenemos que hacernos cada uno en lo individual y como colectivo es ¿Cómo quiero o queremos llegar a esta última etapa de vida? ¿En qué condiciones? ¿Con buena salud o con discapacidad?

El único factor cierto de riesgo, comprobado científicamente de padecer una demencia, es la edad. A mayor edad, mayor probabilidad de padecer algún tipo de demencia. La forma más frecuente (alrededor de un 60%), es la demencia por enfermedad de Alzheimer, que aparece en forma esporádica entre los 60 y 70 años de edad, con una prevalencia del 7%. Entre los 85 y 90 años este porcentaje se incrementa en un 40%, y con 100 años y más, en un 70%. 

La segunda forma más frecuente de demencia es la llamada demencia vascular, seguida por demencia mixta, demencia fronto temporal, demencia por Cuerpos de Lewy, enfermedad de Pick, entre muchas otras. 

La única forma de demencia que no existe, pero está en la mente de todos es la mal llamada “demencia senil”. Es un término obsoleto y en desuso que hoy se sustituye por el diagnóstico de alguna de las formas de demencia mencionadas anteriormente.

Con estas cifras y contexto hay una alta probabilidad de llegar a la vejez con demencia produciendo un alto impacto en la salud, debiamos agregar no sólo del enfermo, sino de todo su entorno familiar. 

Las demencias son enfermedades de muy larga evolución, normalmente se desarrollan en periodos de 8 a 10 años, o a menudo de 15 o 20 años. ¿Se imaginan el impacto en la familia de cuidar a una persona diagnosticada con demencia tipo Alzheimer por 20 años? De no sólo ver una pérdida paulatina, gradual e irreversible de las funciones cognitivas, sino también de tener que enfrentar la enorme responsabilidad de cuidar a la persona las 24 horas a día, todos los días, durante muchos años. ¿Estamos preparados a enfrentar estos retos en lo personal, en lo familiar, en lo social, en lo económico y en el alto costo en políticas públicas? 

Aún nos falta mucho por aprender. Observamos en las personas mayores posibles fallas cognitivas “normales” que no nos llevan a ninguna acción ni urgente, ni a una atención específica. Relacionamos los olvidos como posible signo inherente a la enfermedad de Alzheimer, hacemos bromas al respecto y desconocemos la complejidad de los síntomas.

Frecuentemente la enfermedad de Alzheimer se manifiesta de inicio no con problemas de memoria, sino con problemas de lenguaje. La persona afectada no logra nombrar correctamente los objetos y pierde la noción del uso de ellos, como para qué sirven las llaves. Hay desorientación en tiempo, espacio y persona. Las personas con demencia no saben que día es, dónde están y quiénes son. Por último, por ejemplo, no relacionan su propia imagen con la imagen en el espejo, lo que puede traer consecuencias como angustia, ansiedad o crisis. Se ven afectadas sus actividades de la vida diaria. Primero las instrumentales y después las básicas. Las instrumentales se refieren a cosas como al manejo del dinero y cuentas bancarias, del uso de maquinaría, vehículos, aparatos, electrodomésticos, etc; las básicas hacen referencia a sus capacidades de asearse, vestirse, caminar y comer.

Otros síntomas están relacionados con fallas en la memoria de corto plazo, mas no en la memoria de largo plazo. En el tránsito entre las etapas de Alzheimer distinguimos 3: Leve, moderada y grave.  La persona llega a vivir en un espacio de 30, 40 o 50 años atrás, con su memoria de largo plazo intacta, lo que quiere decir, que probablemente sea capaz de declamar un poema que aprendió en la secundaria pero no acordarse de lo que comió hace una hora.

Fallas en el juicio y en el razonamiento lógico hacen compleja la comprensión para los familiares y cuidadores. Estamos acostumbrados a razonar, debatir, explicar, llegar a consensos, y si la persona cuidada carece de todas estas facultades, el cuidador se cuestiona a sí mismo sin entender que es parte del proceso de la enfermedad. Los cambios en la conducta y personalidad del enfermo también llegan a causar incomprensión. La abuelita que conocimos toda la vida como una persona amorosa, de repente le dice a su nieto: ¿Y tú, quién eres? O le expele “Salte de mi casa, me vas a robar”. Esto pueden venir acompañado de alucinaciones e ideas de confabulación.  

Ante este panorama poco alentador, es importante resaltar que si bien hasta el momento no hay cura, sí hay tratamiento. Mensaje muy importante para todas las familias. Existen dos tipos de tratamiento, el farmacológico y el no farmacológico (TNF). El farmacológico les compete a los médicos especialistas, los geriatras, neurólogos y psiquiatras. El tratamiento no farmacológico lo ofrecen los centros de día e instituciones especializadas en la atención de personas con demencia y de ayuda a sus familiares.

Este último consta de la estimulación permanente del enfermo a través de diferentes terapias a fin de hacer más lento el progreso, sobre todo en el tránsito entre la segunda y tercera etapa, y tratar de evitar llegar a la última etapa, que es la postración. Llegar a la etapa final es irremediable, cuando la persona con demencia ya no se puede valer por sí misma, ya no camina, habla, come y ya no tiene control sobre sus esfínteres. El tiempo en cama que conlleva otros esfuerzos adicionales en el cuidado, debe ser lo más corto posible, lo que se puede lograr con una estimulación constante y a tiempo. 

La aplicación de las terapias no farmacológicas y por ende la estimulación oportuna, pueden marcar la diferencia en la calidad de vida del enfermo y de su familia.

El Centro Mexicano Alzheimer A.C. busca llamar a la acción y a la disposición de la sociedad de conocer a fondo las demencias que son un grave problema de salud pública, de conectarse con las personas mayor que posiblemente esté pasando por un proceso demencial y se le brinde la atención a la que tiene derecho.

Conocer sobre el Alzheimer con información adecuada, herramientas, testimonios y acciones, pueden resultar de gran beneficio para las personas que la padecen, para sus cuidadores, sus familias y la sociedad en su conjunto.

Regina Altena

Presidenta del Centro Mexicano Alzheimer A.C.

Busca más información en el Centro Mexicano Alzheimer A.C. y en su página web. www.CMAlzheimer.org.mx