Sus satánicas majestades y la banda de rock and roll más grande del mundo son algunos de los nombres con los que se asocia a The Rolling Stones, una banda londinense que se niega a desaparece a pesar de todo, incluyendo la muerte reciente de su icónico baterista Charlie Watts, acontecimiento que a muchos les parecía el fin del grupo y sin embargo, en este 2022, se embarcaron en un tour europeo post-pandémico que finalizará en Julio. 

Se ha escrito mucho acerca de esta permanencia o de esta necedad según el punto de vista, y no pienso descubrir el hilo negro en esta ocasión, sin embargo vale la pena escribir sobre el legado de esta banda que dice: It´s only rock and roll, but I like it (Es solo rock and roll pero me gusta).

Hablar de los Stones es arduo. Hace 17 años que no editan un álbum con canciones originales (A bigger bang 2005). Sólo editaron 2 álbumes en los noventas. Su último álbum de covers de blues llegó al número uno en Reino Unido      ( Blue & Lonesome, 2016 ). Sólo quedan dos miembros originales de la banda: Mick Jagger, que cumple 79 años y Keith Richards con 78; Brian Jones murió en 1969, Bill Wyman se retiró en 1993 y Charlie Watts, murió en 2021, como ya comentamos. Han realizado más de 2000 conciertos en todo el mundo y llenado cientos de estadios. Han vendido 240 millones de copias de sus álbumes. Han recibido múltiples premios y reconocimientos, entre ellos la inducción al Salón de la Fama del Rock & Roll por Pete Townshend de The Who y podríamos seguir y seguir así, llenando de datos este artículo, pero creo que es suficiente.

Un artículo reciente del periódico ABC de España, hacía toda una revalorización de sus Satánicas Majestades Eméritas (como les llamaron), justo en relación con el inicio de su gira europea en Madrid: 

Quedan tres y están para el arrastre, pero tienen el orgullo intacto y el amor propio necesario para interpretar ante su público el papel de estrellas de rock…” y completan: “La maldición de los Rolling, Majestades Satánicas desde los años setenta, consiste en tener que representar por el mundo la función más reconocible y universalizada de la juventud de nuestro tiempo: sexo, droga y rock and roll. “

( Los Rolling Stones en Madrid, Sus Satanicas Majestades Eméritas; por Jesús Lillo, ABC Cultura, 2022).

Me llamó poderosamente la atención este artículo, por varias razones: Es categórico y crudo al describir a los miembros de la banda como unos respetables septuagenarios que bajan de su avión privado y aunque solo hay unos pocos periodistas esperándolos, ellos se comportan como lo que son: Auténticas deidades del rock que alguna vez fueron recibidos por miles de fanáticas y fanáticos gritando; por otra parte, ellos representan una juventud que ni ellos ni la mayoría de sus fans ya tienen, pero al ir a un concierto transforman sus sueños en algo palpable y físico, al cantar todas esas viejas canciones que se saben de memoria, contribuyen a un acto masivo de adoración de esos años perdidos.

Decía Miguel Ríos en una de sus canciones: Los viejos rockeros nunca mueren, y es cierto, en cierta forma estos representantes de décadas pasadas están omnipresentes en la memoria colectiva de millones de personas, no importa que el rock ya no este de moda y que ya no esté en las listas de popularidad y que el reggaetón y el hip hop se escuchen más en las plataformas y en los auriculares de millones de jóvenes;  ellos siguen llenando estadios y haciendo un show que deja a todos satisfechos y todavía siguen siendo noticia, quizás no de primera plana, pero sí de las páginas interiores de cultura y entretenimiento y de los devotos de las páginas de Facebook y sus 3.3 millones de seguidores en Instagram.

Su primer concierto fue el 12 de julio de 1962 en el club Marquee de Londres , cuando aún no habían publicado su primer álbum (The Rolling Stones/England´s Newest Hitmakers, 1964) y mientras  escribo estas líneas, acaban de tocar en Liverpool, Reino Unido (9 de junio 2022), en el estadio Anfield, con un lleno absoluto y en la tierra de quienes son considerados también como leyendas: The Beatles y con quienes se les ha comparado desde hace sesenta años cuando eran contemporáneos y se creía ingenuamente, que representaban a los polos opuestos de la juventud de los sesentas: Unos fresas y limpios y los otros sucios y drogadictos, desde hace mucho tiempo se ha roto esa ridícula premisa y solo quedan dos bandas con raíces musicales distintas: Los Stones en el blues y los Beatles en el rock and roll y el pop, que la hicieron verdaderamente en grande y que se conocieron, respetaron y algunos de sus miembros fueron amigos, un ejemplo de esto se dio precisamente en el Estadio Anfield de Liverpool, donde interpretaron una canción que hacía muchos años no incluían en su repertorio: I wanna be your man, que fue escrita por unos “chicos de por aquí” dijo Mick Jagger durante el show y sí, la canción fue escrita y cedida a los Rolling por Lennon y McCartney, para que la editaran en sencillo en noviembre de 1963 y constituyó su segundo single después de “Come on” de junio del mismo año, llegó al número 12 en las listas inglesas de aquel año y cómo podemos imaginarnos, la multitud recibió este regalo y homenaje a sus más distinguidos hijos con una gran ovación.

El video de esta presentación dio la vuelta al mundo a través de las redes sociales y causo una oleada de nostalgia por esta simbólica simbiosis de las dos bandas británicas, quizás, más icónicas en la historia del rock.

Concluiré diciendo que esta necedad y necesidad de estos viejos roqueros de tocar esta enraizada en la importancia de un género musical que no dejara nunca de existir.

¡ Larga vida a The Rolling Sones y al Rock and Roll !