No hay personas difíciles, hay personas. Unas más complejas que otras, pero al final todas con una misma esencia, que a veces están envueltas en miedos e inseguridades que se reflejan en actos de bullying y agresión, o en escape con el consumo de sustancias nocivas para el cuerpo.

¿De dónde me surge esta reflexión? De un grupo de estudiantes a los que se les catalogó como conflictivos por una serie de conductas inapropiadas y con los que he entablado una buena comunicación que me ha permitido entender que detrás de esa fachada de aparente rudeza se encuentran jóvenes llenos de miedos, abandono y que desean ser tomados en cuenta. Me cayó el veinte cuando uno de ellos se acercó a mi para decirme “Maestra la queremos…porque usted nos trata como personas y se preocupa por nosotros.” Una frase que en verdad me hizo recapacitar sobre la importancia de voltear a ver al otro, de entender que si bien en muchos aspectos no todos somos iguales y tenemos que aceptar esas diferencias, también es una gran verdad que en el fondo todos compartimos algo: Somos seres humanos llenos de defectos y virtudes.

¿Tratarlos como personas? Aun resuena esa frase en mi cabeza porque conlleva una extraordinaria crudeza. Me parece que el valor del ser humano debería anteponerse a cualquier otra cosa. Prejuiciar a los demás se vuelve un grave error porque los encasillamos y entonces asumimos comportamientos no asertivos, que no solo no resuelven una situación, sino la hacen más patente.

¿Qué piensas, por ejemplo, cuando ves a una persona sin hogar en tu camino? Seguramente la primera idea que viene a la mente es que se trata de una mala persona y tiendes a alejarte lo más posible. ¿No será más bien una persona llena de miedos y problemas a la que quizás valdría la pena ayudar? Detrás de esa mala imagen seguramente hay soledad, ansiedad, depresión o quizás algún tipo de demencia… en todos los casos valdría la pena ser más empáticos.

Sobre el bullying y otras cosas

Quizás uno de los máximos exponentes del tema a nivel escolar es el llamado bullying, que consiste en el maltrato entre iguales, un problema creciente en las sociedades contemporáneas. Se traduce el término como una forma de acoso, intimidación o amedrentamiento que un individuo o grupo de personas ocasiona intencionalmente a otro. Algo que, desde mi punto de vista siempre ha existido, sólo que ahora le ponemos nombre.

Unos atemorizan, otros se sienten atemorizados… ¿Quién sufre más? Resulta difícil saberlo en el fondo. Lo que sí es un hecho es que se les culpa sólo a los perpetradores cuando suceden situaciones de este tipo, pero no hay que olvidar que aquí hay cierta (o mucha) corresponsabilidad de padres y maestros, por lo que se convierte en una obligación el propiciar un ambiente libre de violencia, tanto en la escuela como en la casa. No olvidemos que el problema del acoso escolar se ha caracterizado por ser un fenómeno oculto que traspasa las fronteras de centros e instituciones educativas y que, pese a haber estado presente desde siempre en las relaciones interpersonales, hoy requiere de estudio, reflexión e intervención.

Una nota al calce:  el bullying va más allá de las aulas, te sorprenderías al darte cuenta de que muchos adultos a nuestro alrededor pasan por los mismos procesos y simplemente no lo saben manejar.

Sobre la inseguridad emocional

Ser inseguro no es más que enfrentarse a un mayor o menor grado de ansiedad ante determinadas situaciones sociales derivada de una desvalorización propia. Ante el miedo que pudiera provocar, se adopta entonces una postura contraria en la cual aparentar rebeldía, y tratar de atemorizar al otro se convierte en un mecanismo de defensa. Aquellos que sienten que pueden ser juzgados y evaluados negativamente, reaccionan ante la amenaza y demuestran que hay razones para juzgarlos y temerles, así refuerzan su autovaloración negativa.

Esto lo podemos asociar directamente con la falta de autoestima que según la “Teoría del apego” de Bowlby, Davies y Cummings, parte de las relaciones que los niños mantienen con sus padres, el tipo de atención y del cuidado que reciben de ellos. De ahí proviene el cómo enfrentamos situaciones estresantes y las representaciones mentales relacionadas con uno mismo, con los padres, y el entorno social en el que se desenvuelven.

Y me regreso a mi comentario inicial, estos jóvenes problema que atacan a pares y profesores, resulta que han enfrentado problemas de adicciones y un profundo abandono que los llevaron a querer evadir sus problemas y afianzarse a una falsa seguridad tomando la vía equivocada.

Tal vez conoces a alguien que ha pasado por temas de inseguridad emocional, tal vez eres tú mismo, en todos los casos resulta fundamental hacer una recapitulación que te permita ganar seguridad y enfrentar mejora la vida, nunca es tarde.

Algunas ideas de qué hacer:

  • Comencemos por la introspección, por tratar de descubrir las causas que te llevaron a ese punto.
  • Haz conciencia de tus fortalezas, creéme, todos tenemos características que nos destacan, lo que pasa es que a veces no nos damos cuenta de ellas o incluso dentro de nuestra depresión o inseguridad pensamos que no es verdad lo positivo que pensamos de nosotros mismos. 
  • Ahora pasa a la etapa de visualización, cómo quieres que ocurran las cosas, imaginar y decretar es el primer paso. Claro, después tendrás que trabajar en ello.
  • Si nada de esto funciona, entonces pide ayuda. No es malo entender que veces no podemos manejar las cosas y necesitamos de los demás para hacerlo. Este es el testimonio de una de mis alumnas, omito el nombre por confidencialidad. “Empecé a drogarme a los 14 años, cuando tenía 16 ya consumía sustancias mucho más fuertes… un día sucedió algo muy feo… me di cuenta de que estaba mal y pedí ayuda a mi mamá. Llevo casi dos años sin drogarme, pero aún me cuesta trabajo no hacerlo.”

Empatía con los demás:

La empatía es la capacidad de percibir, compartir o inferir en los sentimientos, pensamientos y emociones de los demás, en momentos alegres, pero también en momentos complicados. Es esa maravillosa virtud de poder conocer, entender y aceptar las emociones de otros que se traduce en el sentimiento de identificación con alguien y compartir su sentir. Carl Rogers, mencionaba que la empatía es la capacidad que se tiene para comprender la experiencia única de la otra persona, por decirlo así de simple, es “estar dentro de los zapatos de alguien” y comunicar algo de esta comprensión.

Cómo saber si eres un ser empático:

  • Las personas empáticas entienden los sentimientos de los demás. 
  • Escuchan de manera activa, no se limitan a oír lo que la gente dice.
  • Son respetuosas y tolerantes, aun cuando ellas no hubiesen tomado esas mismas decisiones. 
  • Cuidan sus palabras porque conocen el impacto que pueden generar con ellas.
  • Atienden a la comunicación no verbal… gestos, miradas, inflexiones y tonos de voz les permiten comprender más allá de las palabras.
  • Cuando conocen a alguien, aunque esa persona tenga “mala fama”, presuponen que es buena hasta que no les demuestre lo contrario. 
  • Entienden que cada persona es diferente

Si abrimos nuestra perspectiva hacia estos temas tendremos mucho más presentes los valores, principios y ética fundamentales del ser humano.  

Yo hoy te pido que hagas un acto de reflexión, que veas a tu alrededor y encuentres a aquella persona que está pidiendo a gritos atención y que nadie ha notado o -más grave aún-, de la que todos huyen porque tienen una imagen estigmatizada en su mente… Utiliza tu inteligencia emocional, apoya y escucha activamente. 

Yo aquí te puse el ejemplo de mi experiencia con jóvenes, pero me parece que es algo que sucede con la familia, amigos o entorno laboral.

¿Y si pensáramos entonces que grandes problemas podrían solucionarse prestando atención a los demás? Sería un buen ejercicio para todos aquellos que permanecen ajenos y que creen que con ignorarlos van a desaparecer. 

Antes de enjuiciar, haz un alto y piensa ¿Víctima o victimario? No juzgues, empatiza, sólo así podrás conocer el verdadero yo de esas personas con las que te cruzas día con día.

¡Educa hacia la empatía!