Probablemente ustedes como yo, iniciamos el año con más de un propósito en nuestra “nueva lista” de año nuevo. Esa lista indiscriminada sobre metas a cumplir como: Comenzar ha hacer ejercicio, comer sanamente, leer mas, limpiar los armarios o iniciar un proyecto o empresa. No importando qué tan profundos en el plano espiritual pudieran parecer o superficiales y materialistas en el plano terrenal, todos reflejan parte de aquellas necesidades o anhelos que exteriorizan algo muy íntimo y personal, y por lo tanto, muy válidos.

Seguramente algunos de estos propósitos llegarán a buen termino, otros se cumplirán a medias y quizás otros no lo harán, pero más que flagelarnos anticipadamente por ello, creo que son en principio una perfecta guía para ahondar en los cambios que de antemano sabemos que son necesarios en nuestras vidas.

Podríamos por otro lado, también considerarlos como la punta del iceberg para descubrir lo que en verdad es transcendental para nosotros y mediante un análisis profundo, encontrar nuestro propósito de vida.

Si entendemos el propósito de vida como la razón o las razones por las que nos levantamos cada mañana, las motivaciones que nos dan un sentido de dirección y significado a nuestras acciones, o la idea de aquello que nos haría tener un bienestar pleno, ese podría ser el trasfondo de todos aquellos propósitos que vamos planteando año con año.

¿Pero cómo encontrar esa razón, esa pasión, esa motivación? Probablemente es una pregunta que muchos se hacen hoy día e incluso hay personas que tardan toda una vida en encontrar una respuesta, lo que sí es cierto, es que entre más pronto se encuentre la respuesta, más pronto se lograrán los resultados. Entonces descubrir ese sentido podría ser nuestra misión, revuelta y escondida entre los escombros de algunos de nuestros propósitos.

Quizás una manera sencilla de saber si estamos en el camino correcto o de enmendarlo, puede ser partiendo de preguntas simples como:

¿Qué cosas me producen una gran satisfacción y alegría?

¿Qué me gusta hacer? 

¿Qué me hace perder la noción del tiempo? 

¿En qué utilizo mi tiempo libre?

¿Qué me hace sentirme bien conmigo mismo?

¿Cuáles son mis talentos?

¿Cómo puedo usar mis habilidades para ayudar a los demás?

¿Qué haría si sólo me quedasen seis meses de vida?

¿O qué haría si tuviera todo el tiempo y el dinero del mundo?

¿Cuáles son los valores que siempre defiendo?

¿En qué creo?

Responder a estas preguntas podría ser una guía, un punto de partida, ese faro o esa estrella que marcarán la ruta, para que así nuestros propósitos tengan mas peso y sean menos difíciles de abandonar, y se conviertan en acuerdos tácitos, compromisos plenos o en ideales personales que formen parte de nuestro ser y hacer diario, sin representar una carga o un autocastigo.

Te invito a comenzar a definir tu visión, tus objetivos y tus áreas de desarrollo de una manera mas consciente, de modo que tus proyectos y acciones diarias se alinien con tus deseos, y que cada día represente una nueva oportunidad para comenzarlos, sin importar si es lunes, si es enero, si comienza el año o si es una buena época.

Bienvenidos nuestros sueños y propósitos y que todos ellos, se conviertan en una realidad que no tenga fecha de caducidad.

“Solo aquellos que se arriesgan a ir demasiado lejos pueden descubrir lo lejos que pueden llegar” TS Eliot (1888-1965)