Como profesionista y como madre, una vez más me surge la preocupación y necesidad de invitar a los padres a ser capacitadores de sus hijos y ofrecerles estrategias pragmáticas, al ver cómo las nuevas generaciones de niños y adolescentes son cada vez mas frágiles emocionalmente.

Al parecer, sin consciencia de ello, estamos creando jóvenes “mercenarios”, es decir, fomentamos una educación de continuo trueque, en el que siempre debemos ofrecerles una ganancia, y ésta, generalmente es para un beneficio personal y no para un beneficio común, lo que resulta ser peligroso en su desarrollo emocional. 

Estamos enseñándoles a pensar y actuar para obtener ganancias inmediatas y personales, y con ello les mutilamos la oportunidad de conocer su capacidad de crear un bien común. 

La validación que produce en la persona la búsqueda del bien común, es de suma importancia en el desarrollo emocional, los beneficios de esto son inimaginables en el desarrollo de la autoestima y la seguridad.

Mi preocupación, es una preocupación común entre profesionistas involucrados en el desarrollo emocional y de aprendizaje en niños y adolescentes. Los docentes perciben a los niños con un núcleo básico de sociabilización, con una falta de herramientas sociales y emocionales para enfrentar con éxito la tarea del aprendizaje.

Neurólogos de todo el mundo se encuentran preocupados ante los cambios que se presentan en el desarrollo del lóbulo frontal en niños y jóvenes y lo asocian de manera directa a la falta de estímulos. Esto es, no se les está permitiendo a los niños crecer desarrollando habilidades, sino suprimiéndolas.

Me pregunto ¿Si realmente estamos capacitando a nuestros hijos para el mundo que les toca vivir o si los estamos discapacitando?

¿Porque estamos tan preocupados por esta generación? ¿Porqué estar tan alarmados si los cambios siempre han existido? Todos estos cuestionamientos tienen una respuesta muy simple, se debe a resultados tales como ver jóvenes con falta de compromiso y esfuerzo, con poca intolerancia, que evaden la realidad a través del consumo de sustancias, otros con una fuerte sensación de vacío y altas cifras de depresión registradas en jóvenes registrada por la OMS.

¿Qué estamos haciendo en la formación de nuestros hijos que no esta siendo suficiente para preparados para el mundo? Sin duda su nivel de educación es mucho mejor al nuestro, las escuelas de hoy les ofrecen un basto conocimiento, ¿Pero cómo es que aún con estos conocimientos, no están logrando enfrentarse a la vida?

Una posible causa es el hecho de que existe una crisis importante de autoridad en los hogares, que aunque no se rige propiamente por un país o cultura, si se asocia a la educación de padres que brindan una educación suave, denominada “educación malvavisco”.

Necesitamos ayudar a los niños y adolescentes a desarrollar mayores capacidades internas de automotivación para salir adelante, con una mayor capacidad de tolerancia a la frustración y sobreponerse a ella.

Podría parecernos que estamos rodeados de niños con muy alta autoestima, que dan su opinión, pero con falta de contención y poco acertividad emocional ante el conflicto y el estrés. 

Tenemos hoy día, niños y adolescentes que no conocen sus limites ni los de otros, donde la invasión del espacio ajeno se convierte en algo cotidiano para ellos. Y que decir de la tolerancia y el abuso. Al observar a los niños jugar, se observa la intolerancia de unos con otros, el abuso constante hacia los mas frágiles, generando en otros, altos niveles de ansiedad. Estas acciones más que ser el reflejo de alta autoestima, son lo contrario; nos muestran niños frágiles emocionalmente que necesitan controlar el ambiente de la forma que les sea posible, para no quedar expuestos. No desean enfrentar ninguna actividad nueva, ni explorar nuevos caminos, probablemente para cubrir el sentimiento de temor que los rige al fracaso. 

Nuestros niños necesitan capacitarse para desarrollar fuerza para enfrentar a lo desconocido y a saber esperar la recompensa.

Esta es una de las tareas principales de los padres como capacitadores,  de no hacerlo los deshabilitamos.

Al pronunciar frases como  “Ven, yo te abrocho las agujetas”. Lo que estamos expresando, es que lo hacemos nosotros por que él es incapaz de hacerlo por si mismo. Si cambiáramos esa frase por “Tu puedes hacerlo solo.” Le estamos dando entonces la confianza que necesita para enfrentarse a una tarea.

Otra frase como “¿Que te dijo eso ese niño?, mañana mismo hablo con su mamá, a ti nadie te va a molestar, ese no lo voy a permitir” hace que descalificamos su habilidad para poner límites y desarrollar herramientas de auto protección. Por lo que podemos validarlos, guiándolo para encontrar otras formas de expresar lo que sus molestias. 

Es importante recordar, que guiar no es dictar lo que queremos que piense y diga, es acompañarlo en el proceso de saber qué desea, y encontrar la mejor forma para hacerlo de acuerdo a sus recursos y no a los nuestros.

Otras frases como “La escuela me va a oír, está bien, a veces tu empiezas, pero era solo una broma” dejamos a un lado la responsabilidad y daño que nuestro hijo provoca en otras personas, sin inculcarle el valor de hacer el bien a los demás.

Así como estas, podría describir un sin fin de frases que discapacitan a nuestros hijos. Lo que ellos necesitan escuchar es que son capaces de hacer cosas, que son capaces de resolver, que son capaces de enfrentar tareas aunque les provoquen miedo, que son capaces de actuar de forma correcta a pesar de la corriente negativa de otros chicos, que son capaces de pensar por si mismos, que son capaces de amar a otros y amarse a si mismos, que son capaces de ser pacientes, de no esperar la gratificación inmediata y comprender que existen tiempos y procesos de esfuerzo para obtener lo que se desea, y que son capaces de revertir su frustración por preservación, para lograr cumplir sus sueños.

Si queremos hijos funcionalmente felices, debemos comprometernos a capacitarlos constantemente tal y como capacitamos al personal de nuestras empresas. Démosles la oportunidad de vivir situaciones de vida donde puedan experimentar la posibilidad de resolverlas por si mismos. Situaciones en donde se pongan a prueba sus habilidades y desarrollen sus inteligencia. 

Debemos recordar siempre que la necesidad crea la habilidad, no discapacitemos a nuestros hijos, capacitémoslos para ser funcionales, felices y hacer felices a otros, para que experimenten  y construyan el bien común y no la destrucción del otro, que trae como consecuencia la destrucción de si mismos, para amarse y ser amados, para construir un mundo colaborativo y no individualista, en donde el brillo de uno, provoque el brillo de otros.