Se aproxima la navidad y a pesar de la pandemia y la crisis económica por la que atravesamos, es aconsejable abrir un espacio al amor y la paz.

Es importante y sano que en compañía de nuestros seres queridos tratemos de disfrutar las fiestas decembrinas y empezar un año nuevo en mejores condiciones, además de cuidarnos.

No se trata de remitirnos a espejismos o irresponsabilidad del consumismo como tampoco a la insensibilidad y menos aún a actitudes, aislacionistas e indiferencias, sino de adentrarnos en nosotros mismos y solidarizarnos más con los otros, en especial con quienes han perdido a un ser querido por el atroz COVID.

Darles a las fiestas de fin de año un espacio de crecimiento y enriquecimiento personal, familiar y social, sin dejar de rememorar las tradiciones y festividades populares, y la rica gastronomía navideña en la medida de lo posible. 

Por igual, abrir espacios a la reflexión, a la lectura de algún libro pendiente, al disfrute de una película y en general asumir estos momentos tan difíciles sin estrés, angustias ni presiones de tiempo.

Habrá claro, quienes decidan viajar a playas, pueblos o centros turísticos en general, aunque no es lo recomendable, pues es alarmante el número de contagios y decesos que se registran día a día. En todo caso, tratar de seguir cuidándonos y no dejarnos abrumar.

Hay crisis sí, se siente y nos afecta, pero también es momento de renovarnos y pensar e imaginar cómo superar los problemas del presente, en la certeza de que de una u de otra manera tenemos que salir adelante, por encima de barreras y obstáculos, como la inseguridad, el desempleo, el confinamiento o un desconsolador y brumoso futuro. 

Va entonces un abrazo cordial y esperanzador con los mejores deseos de que haya siempre salud física, mental y social, y desde luego una recuperación pronta con prosperidad individual y colectiva.