El espíritu de aventura, la búsqueda de un sueño, el poder de la intuición, la disciplina y la perseverancia son algunas de las cualidades que llevaron a Elsa Avila ha alcanzar la cumbre del Everest, convirtiéndola en la primera mujer latinoamericana en lograr este hazaña el 5 de mayo de 1999.

Su cruzada comienza a los 15 años, cuando su primer obstáculo fue el convencer a su madre de dejarla realizar esta actividad.

De sus primeras experiencia recuerda “Me atrajo la escalada, desde el momento en que toque la roca. De la libertad de expresión a través del cuerpo, de ver un horizonte tan amplio, de ver hacia abajo los pinos y pensar que esa era la recompensa. Eso me hizo volver una y otra vez, a entrenarme, a prepararme.”

Su historia se entrelaza en asensos y descensos entre rocas y montañas, y aquellos que fueron de índole personal, donde la curvatura de aprendizaje transcurrió desde contar con una excepcional preparación física, obtener conocimientos básicos de geología, aprender medicina de montaña, estudiar las lunas, lidiar con las inclemencias del clima, conseguir los recursos para patrocinar sus expediciones hasta realizar éstas con los precarios recursos tecnológicos de la época, pero sobre todo, con una gran fuerza de carácter.

Llegar a la cima del Everest fue antecedido por otras experiencias. 

Durante su asenso en Pakistan en 1987, descubrió la vulnerabilidad a la que estaba expuesta y que no siempre se puede llegar a la cumbre en el momento que uno lo desea. “La Pared es muy peligrosa, vas queriendo incluso acallar tu corazón para escuchar el momento en que cae una avalancha. Aunque no estuve presente, vivi la tristeza de la perdida de un alpinista. La montaña estaba furiosa, aprendi de las realidades, de los peligros, y que hay que aceptar cuando no es el momento adecuado para continuar.”

En su larga carrera de escalada y alpinismo se cuentan en la lista “Gran Pared”, en Yosemite, Las Rocallosas, los Alpes, los Andes, los Himalaya, la Patagonia, la Isla de Baffin en el Círculo Polar Ártico y por supuesto el Everest, la montaña mas alta del mundo que se encuentra a 8,848 metros de altura y por la cual, se convierte en la primera mujer latinoamericana en alcanzar la cumbre.

Sin embargo, este logro no fue fácil, en su primer intento por alcanzar la cima sufrió un fuerte desafío, a solo 98 metros de alcanzar la punta, (probablemente a unos 30 minutos de lograrlo), llegando a la cima sur, donde se vislumbraba ya la curvatura terrestre, sufre un edema cerebral y su vida se encuentra seriamente en peligro. “Tenia cerrada la garganta, los labios morados, los ojos fuera de lugar, no podía hablar, no tenia energía y tuve que descender. Empece a bajar, fueron caídas y una lucha por sobrevivir. Triste, desesperada, enojada, mi único aliciente era esperar a recibir calor humano” aclara Elsa, en uno de los que fueron, los momentos más difíciles de su vida.

No es sino 10 años más tarde que lo vuelve a intentar con gratificante resultados y por lo que obtiene importantes reconocimientos como el ser nombrada por CONADE (Comisión Nacional del Deporte) y el gobierno de la República de México, como la mujer deportista del siglo XX e ingresa al Salón de la Fama del deporte mexicano en el 2006.

Sus retos personales fueron también catalizadores de la entereza de Elsa Avila, entre ellos y quizás de uno de los más difíciles, el enfrentar, después de toda una carrera de alpinismo, graves problemas de salud. “El motor empezó a fallar, me desmayaba, incluso me costaba trabajo subir las escaleras de mi casa. Esa aceptación de -antes subía montañas y donde, según yo llevaba mi cuerpo a donde mi voluntad quisiera-, aquí me demostraba que yo tenia voluntad, pero mi cuerpo no quería. Fue muy complicado, me encontraron arritmias y me implantaron un marcapasos a los 38 años y más tarde sufrí 4 infartos cerebrales,” aclara Elsa.

De ahí surge la pregunta de ¿como se responde de esto a la vida? Y Elsa lo expresa a través de aquellos que han sido sus pilares de vida. Los cuales han sido darse cuenta de su propio valor, de su potencial y de creérsela, pero sobre todo del el amor. “El amor por mí misma es lo que quisieron regalarme las montañas, que como mujer puedo mucho y que puedo lograr más. El amor a la existencia a todo lo que vive y a la gente que esta a mi alrededor,”  explica.

Hoy en día Elsa ofrece talleres y conferencias, así como promueve el turismo de aventura y por supuesto su libro, “Triunfar al Extremo”, en el que ofrece en cada capitulo, el aprendizaje que cada montaña dejo en su vida, como liderazgo, conocimiento, humildad y vida. Todo ello como una invitación a descubrir el potencial de cada uno de nosotros y haciendo una introspección en el conocimiento personal, para abrir una puerta de conexión consciente.

Elsa Avila es una mujer mexicana que transciende por sus logros, que ha escalado la cima de muchas montañas, pero mejor aún, que continua escalando la cima de su propia vida como un ejemplo de que todo es posible. 

Claudia Esponda

empresaria, escritora y conductora de medios.

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TRIUNFAR AL EXTREMO