Entre notas musicales, pinceladas en un lienzo y el correr de la tinta en un papel, transcurre la vida de Alberto Angel “El Cuervo”, gran intérprete de la música vernácula mexicana e insaciable buscador de cómos y porqués.

Comenzamos esta entrevista con la extraordinaria narración del porqué le apodan así, y Alberto nos cuenta, que siendo niño coleccionaba cosas brillantes, desde pequeños papeles que envolvían los dulces hasta cuentas luminosas. Como tal, los cuervos nacen con una característica llamada fototropismo positivo, la cual los estimula a sentirse atraídos hacia cosas fulgurantes para llevarlas a sus madrigueras; por lo que bien hizo en llamarlo así, un amigo, poeta y coautor, que describió a Alberto como “Un cuervo que se roba leyendas, historias, raíces y cultura, para convertirlas en canciones.”

Su vida comienza en una familia de 5 hermanos. Alberto fue el único que se interesó por la música, producto del gran amor por “La bohemia” de su padre y por la extraordinaria voz soprano de su madre que resonaba en el coro de la iglesia; ello encamina a Alberto a ingresar como solista en el coro de los niños cantores en su natal Veracruz, y más tarde, en el de la Ciudad de México.

¿Coincidencia o destino? No lo sabremos, solo sabemos que la vida fue llevando a Alberto a sumergirse cada vez más en la música; desde su primera presentación ante un público a la edad de 4 años, hasta realizar estudios de ópera en el Conservatorio Nacional de Música en la Ciudad de México, y de ahí, conciertos y presentaciones por todo el mundo. 

Sin paro, el mundo fue avanzando y con él su carrera profesional, Alberto corría de la Universidad donde cursaba la carrera de Químico Bacteriólogo en el Instituto Politécnico Nacional, a los bares a interpretar hermosas baladas románticas. Finalmente un día decide dedicarse por completo a sus 3 grandes pasiones: La música, la pintura y la literatura.

Todas fueron entremezclándose. En la música, se abrió paso entre audiciones, firmas en compañías disqueras, grabaciones, participaciones en festivales como el de la OTI en 1972 (donde obtuvo el primer lugar), fotonovelas y presentaciones. A lo que puntualiza “Para mí, el canto siempre fue una de las razones de mi existencia, una necesidad del alma” señala y “La única diferencia entre el canto profesional y el que no lo es, es el sufrimiento que me produce el escenario,” comenta sonriente. 

De sus discos mas relevantes encontramos: “Homenaje a María Grever”, “Tus Zapatitos”, “El Amor es como la luna”, “Yo soy mexicano”, “Huapangos”, “Mi Historia”, “Nostalgia Mexicana” y “Éxitos Rancheros.”

Su amor por las Artes Plásticas lo llevó a realizar estudios en la Universidad de Guadalajara y la Universidad Iberoamericana, y asistir a clases particulares con maestros como Raúl Anguiano, Alfredo Meneses y José Chávez Morado. Como resultado de esa preparación se realizaron diversas exposiciones pictóricas en el interior de la República Mexicana, así como dos extraordinarios murales realizados en el Instituto Politécnico Nacional.

De su amor por las letras Alberto nos habla de sus diplomados literarios con maestros de la talla de Sandro Cohen y talleres de narrativa impartidos por Juan Rulfo y Jose Revueltas. De sus logros contamos con la publicación de 6 libros dedicados ha reconocer la mexicanidad que nos distingue. Entre los que se encuentran: “Amigos y Remembranzas” (1975), “Mexicomentarios” (1997), “México de Mis Amores” (1998), “Chistes Mexicanos” (1999), “De La Vida, La Muerte, El Amor y Otras Recetas” (2006) y dos más que están en proceso.

Su amor por la cultura a sido una constante, una inquietud y en ocasiones una revelación, resultado de su infatigable búsqueda de el porqué de su existencia. Avido lector e investigador, Alberto nos muestra su polifacética personalidad, plagada de todo aquello que engrandece el espíritu y que se deja guiar por las artes.  

Distinguido por su extraordinaria voz, que a través de sus canciones nos hace volvernos a enamorar, llorar por el amor perdido, despedirnos del ser amado o reencontrarnos con él, y amar a nuestra patria. Alberto es y seguirá siendo un gran intérprete de la música tradicional mexicana. 

Hoy cuenta con 50 años de carrera artística, 120 discos grabados y un sin número de presentaciones en México y en el Mundo. Reconocido como uno de los tres tenores mexicanos que nos hace querer cantar “Cielito Lindo” por arriba del cielo.

Pero es, más que nada, un extraordinario ser humano, un buscador, un amante de su tierra y sus raíces y un intérprete que nos hace sentirnos a todos mexicanos, aún a aquellos que no lo son.

Claudia Esponda

Lic. en Ciencias de la Comunicación. Empresaria, escritora y conductora de medios.

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