Hoy, viendo para atrás, y gracias al trabajo personal que he realizado en mi vida durante largo tiempo, agradezco lo que me ha sucedido, porque me permitió adentrarme en mi heridas, vivirlas, aceptarlas, darles un espacio y finalmente, poco a poco, sanarlas.
La pregunta podría iniciarse con:
¿Por qué nos duele tanto cuando alguien nos rechaza o cuando perdemos a alguien a quien amamos?
El siguiente es un extracto del libro de Krishnananda y Amana Trobe “Abriéndonos a la Vulnerabilidad”:
Hay dos razones básicas:
La primera es que un rechazo hace que surjan sentimientos de no valía que han estado enterrados dentro de nosotros, sentimientos que la mayoría de nosotros no hemos querido mirar. Esto es lo que llamamos la herida de la vergüenza.
Una profunda sensación de insuficiencia, deficiencia, de ser inadecuados, y de que somos fundamentalmente incorrectos.
La segunda razón es que abre otra herida que también está escondida en nuestro inconsciente. La herida del abandono. La profunda experiencia de sentir que nadie te quiere, que está sola, solo para siempre, con una profunda sensación de abandono y sin que a nadie le importe.
Uno puede pensar que, siendo adultos, esto no debería suceder, que ya hemos superado esa etapa infantil y que por lo mismo, no es lógico que nos duela tanto el que otra persona, o personas nos rechacen. Pero como hemos aprendido a través de las vivencias, la experiencia de abandono y rechazo no es racional.
Y es que realmente, si recuerdan sus propias experiencias ante el abandono y el rechazo, el dolor que sentimos, aún como adultos, simplemente no hace sentido. Y es común que las personas que nos rodean como, familia y amigos, insistan en que salgamos adelante, que dejemos de llorar y reanudemos nuestras vidas, sin entender que darnos el espacio y el tiempo para permitirnos sentir ésto que se abrió, es justamente el camino a la sanación.
EL problema es que mientras esto sucede, nos volvemos personas disfuncionales. O funcionamos apenas lo suficiente para sobrevivir, y después nos colapsamos y vivimos en una profunda depresión.
Lo que necesitamos saber es que todas estas experiencias de rechazos, de gente amada que se va, que se muere, detona esas heridas de la infancia que hemos guardado en lo más profundo de nuestro inconsciente y mientras estas sigan escondidas, no hay posibilidad de una verdadera sanación.
La mayoría ni siquiera sabemos que tenemos estas profundas heridas de la infancia. Sobre todo, porque pensamos que nuestros padres, o uno de ellos, estuvieron presentes en nuestras vidas y por lo mismo no habría porque tener estos traumas, si realmente nunca fuimos abandonados.
Esta lista extraída del mismo libro de Krish y Amana Trobe mencionado arriba, nos muestra situaciones en las cuales hubo negligencia o abuso por parte de los padres y que son precisamente las que crean esta famosa “Herida de Abandono”.
EXPERIENCIAS PASADAS DE ABANDONO
¿Qué es exactamente lo que se activa cuando recibimos un rechazo o perdemos a alguien en nuestras vidas presentes?
Estas son algunos de los sentimientos y recuerdos escondidos que pueden despertar:
- No nos sentimos bienvenidos cuando éramos niños.
- Un padre murió o se enfermó mental o físicamente cuando éramos jóvenes.
- Nos sentimos abandonados en las formas en que nos cuidaban y nos amaban.
- No recibimos la sensación de ser especiales y únicos.
- Fuimos abusados físicamente.
- Fuimos abusados sexualmente.
- Nos sentimos controlados, poseídos, o emocionalmente manipulados por uno o ambos padres.
- Fuimos humillados, criticados, presionados o juzgados, en casa o en la escuela.
- Uno a ambos padres eran alcohólicos o abusaban de alguna substancia.
- Uno o ambos padres estaba deprimido, era muy enfermizo, represivo o crónicamente negativo acerca de la vida.
- Uno o ambos padres abandonó a la familia.
- Fuimos creados en una comunidad o familia en la cual carecimos del cuidado personal de uno o ambos padres.
- Nuestros padres se divorciaron.
- Alguno de los padres tuvo una relación amorosa en secreto.
- Nuestros padres estaban constantemente peleando, ya sea activamente o en silencio.
- Nos condicionaron a jugar un rol en la familia en vez de ser apoyados para ser nosotros mismos.
- Tuvimos que hacernos cargo física o emocionalmente (o ambos) de alguno o de ambos padres o de hermanos.
- Cargamos con las expectativas de uno o los dos padres de ser exitosos o ser “algo o alguien”.
- Tuvimos que tomar demasiada responsabilidad, demasiado temprano y no tuvimos tiempo de jugar como los niños que éramos.
- No nos pusieron límites o faltó estructura, o no nos enseñaron a cuidar nuestro cuerpo, nuestros sentimientos y nuestro espacio personal.
- No nos enseñaron como escuchar nuestra intuición.
La mayoría de nosotros, aun habiendo vivido varias o todas estas experiencias, no reconocemos que fuimos víctimas de la negligencia y el abuso de nuestros padres, quienes por supuesto, a su vez, recibieron estos traumas de sus propios padres y así, sucesivamente hacia atrás en la cadena generacional.
El problema es que se nos hizo tan normal ser tratados como fuimos tratados, que hoy incluso justificamos conductas irrespetuosas y actos violentos, de abandono y simplemente no los relacionamos con todos los problemas que hoy aparecen en nuestra forma de relacionarnos y en el tipo de personas que aparecen en nuestras vidas.
No somos conscientes de cuando estas situaciones nos dañaron y como siguen afectando nuestras vidas y relaciones hoy en día. Al final eso es lo importante, entender que estamos viviendo con una parte emocional aún en el pasado, y buscar ayuda profesional para salir de estos agujeros que tienen atrapadas estas áreas de nuestra conciencia.
“El primer paso en el proceso de sanación y recuperación es que nos ayuden a entender que la experiencia de hoy es la punta del iceberg. Que nos ayuden a hacer la conexión entre el presente y el pasado, conectando el detonador con la fuente”. Krish y Amana Trobe.
EJERCICIO
Del libro de Krish y Amana Trobe. “Cara a cara con el Miedo”.
Tómate un momento para considerar un evento reciente en el cuál hayas experimentado rechazo:
- Escribe:
- ¿Qué sentimientos provocó esta experiencia?
- ¿De qué forma te sentiste inadecuado/a?
- ¿De qué formas sentiste que hiciste algo incorrecto/a?
- ¿De qué manera te sentiste traicionado/a?
- ¿Sentiste algo similar en tu pasado, específicamente en tu infancia?
Estas formas de auto indagación, es muy importante en el proceso de sanación, pero siempre es recomendable encontrar ayuda profesional para entrar en todos estos espacios de nuestro inconsciente que no siquiera nosotros mismos conocemos o recordamos.
Aura ofrece sesiones por Skype para trabajar las heridas de la infancia y otros asuntos relacionados.
Aura Medina de Wit