Vivimos con la idea de que las madres deben ser perfectas y para ello las valoramos desde estándares muy altos: Mujeres dedicadas al 100% a sus hijos, inteligentes, previsoras, conocedoras de amplios temas y que se sobreponen a cualquier contratiempo, desde una uña rota hasta un divorcio.
Pero lo cierto es que ser madre no es una tarea fácil. No se incluye ningún instructivo con cada hijo, ni una guía práctica para cumplir con todas las expectativas que la familia y la sociedad exige. Lo cierto es que una madre que ama a sus hijos nunca será una mala madre, por ello debemos evitar recaer en el “síndrome de las madres perfectas”.
Intentar hacer todo perfecto no es una buena manera de andar por la vida. Hacer que la casa y los hijos estén impecables, que la comida este lista y a tiempo, participar en cada actividad escolar y estar linda los domingos para ir a misa, pueden ser cargas muy abrumadoras que implican más que una gran destreza, una fuerte desconexión consigo misma.
Creo que ya es hora de pensar de manera diferente, evitar esas flagelaciones mentales que nos fueron inculcadas sobre lo que “debe ser” una buena madre, alejarnos de los cuentos de Susanita de la serie “Mafalda”, donde las mujeres solo ambicionaban el hecho de ser madres y optar por tener un concepto diferente y enriquecedor de la oportunidad de serlo.
Es claro que hoy las mujeres buscan mayor plenitud gracias a la apertura a desarrollar también su vida personal y profesional. Veo mamás disfrutando de otras actividades fuera de casa, comprometidas con sus trabajos o negocios, buscando su independencia económica o tomando la vida de una manera diferente y divertida, asumiendo el rol de madres con placer y no como una carga.
Creo que nuestro mejor consejo seria incitar a las mujeres a buscar objetivos alternos para complementar su rol de madres. Estoy convencida por experiencia propia, que los hijos prefieren una mamá feliz y emprendedora, que sabe proteger sus intereses y su individualidad, a una madre gruñona y enojada con la vida por no haberse realizado. Se que prefieren una madre que no satisfaga cada uno de sus mínimos deseos, pero si a una que logre sus metas y objetivos, para ser ejemplo. Se que optan por una madre preparada con la que se pueda lograr una comunicación más asertiva. Se que no eligen a una madre que reclama constantemente sus sacrificios, y si a una que motiva a la autorrealización. Se que desean una madre que no viva exigiendo gratitud, pero si una que brinde confianza. Y se que terminan por renegar de una madre sobreprotectora o castrante, y desean una que ofrezca los valores morales y las herramientas emocionales para ayudarles a tomar sus propias decisiones.
Deseo que todas las madres descubran que lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es ser mujeres plenas y realizadas. Mujeres que hablamos sin tapujos, andamos sin prisa, reímos sin miedo y que disfrutamos nuestro rol de madres, a sabiendas, de que no es el único que jugamos en la vida.
FELIZ DIA DE LAS MADRES.