El pasado trece de septiembre fue un día triste para los amantes del cine y para el Arte en general por el fallecimiento de Jean Luces Godard, uno de los directores de cine más importantes y revolucionarios en la historia del séptimo arte, a la edad de 91 años.

Jean Luc Godard nos deja un legado vasto y lleno de creatividad e ideas revolucionarias a través de sus filmes que lo convirtieron en un realizador que influyó a todas las generaciones de cineastas de la postguerra, a través de su experimentación con la narrativa, la continuidad de imagen y sonido, así como el manejo de la cámara y los planos.

Para mí, en lo personal, haber descubierto a Godard y la Nouvelle Vague fue impactante ya que descubrí que los movimientos artísticos son, por un lado rompedores y por otra parte forjadores de nuevas perspectivas y técnicas y creo que es un viaje sin retorno hacía las entrañas del arte fílmico, mucho más allá de las convenciones y de lo comercial, significa avanzar hacía una comprensión de la estética y del lenguaje cinematográfico, todo lo cual, por cierto, significó no sólo conocimiento, sino una necesidad de compartir este placer con otros.

Godard fue un crítico de cine, guionista y director de cine franco-suizo, nació el 3 de diciembre de 1930 en Paris, provenía de una familia acomodada y entre sus parientes había músicos, teólogos y naturalistas y pasó su infancia entre Suiza y Francia y aunque se inscribió para asistir a la Universidad de Paris, La Sorbona en la carrera de Antropología, nunca asistió a clases, si bien siempre estuvo muy cercano a las artes y a la filosofía.

A finales de la década de los cuarenta, conoció a otros jóvenes entusiastas del cine o cinema, como dicen los franceses, adictos a la Cinemateca francesa y a hablar, discutir y vivir a través del cine, entre estos entusiastas se encontraban: Jacques Rivette, Claude Chabrol y François Truffaut, una generación que pensaba que el cine era tan importante como el pan y que era un instrumento de conocimiento.

Por cierto, si mis lectores quieren darse una idea más clara de lo que significaba este amor al cine, les recomiendo ver la película de Bernardo Bertolucci llamada: The Dreamers ( Los soñadores) de 2003.

Poco después, Godard y estos jóvenes se convirtieron en críticos de cine en la prestigiosa revista Cahiers de Cinema, fundada por el teórico André Bazin en 1951 y que se convertiría en una publicación con mucha influencia en Francia, debido al carácter realmente crítico de sus escritores que no estaban de acuerdo con el cine comercial y complaciente que se hacía en la nación gala ya que consideraban que no tomaban en cuenta a los jóvenes y que solo se hacían dramas o comedias convencionales y para gente mayor, estranguladas por influencias literarias y consideraban que era un callejón sin salida estético que había que cambiar.

Casi al mismo tiempo, surge la teoría del autor, del propio Bazin y Alexander Autrec, en donde se concibe al director de un film como la fuerza creativa principal en la que plasma su estilo y su temática, y es precisamente en este ambiente de crítica cinematográfica, que estos jóvenes decidieron darle el carácter de autores a sus héroes norteamericanos, como Orson Welles, Howard Hawks y John Ford y en un giro inesperado se convirtieron en cineastas, tomaron las cámaras e innovaron las formas establecidas e inauguraron un movimiento cinematográfico conocido como la Nouvelle Vague: la Nueva ola francesa, cuyo primer film: Le 400 coupes(Los cuatrocientos golpes, 1959) de François Truffaut, causo impacto por su contenido anti-establishment, pero  fue  el primer largometraje de Jean Luc Godard: A bout de soufle ,Sin aliento en 1960, el que se convirtió en representativo del movimiento, ya que contenía grandes innovaciones: los jump cuts o saltos de edición con continuidad sonora, personajes heredados de las películas de genero norteamericanas pero llenos de ironía y de discontinuidades narrativas, así como atrevimientos como romper la ficción fílmica con el personaje de Jean Paul Belmondo que le habla a la cámara y el famoso plano-secuencia de Jean Seberg, tan copiado y homenajeado en el que le ve vendiendo el diario New York Herald Tribune en Le Champs Elsees.

Vendrían grandes filmes como: Bande á part (1964), Alphaville ( 1965), Pierrot le fou (1965), Masculine Feminine(1966),One + One (1968), un documental antibélico que se combina con la grabación de la canción Simpathy for the devil por The Rolling Stones, Sauve qui peutla vie) ( Salvese quien pueda) de 1980, Nouvelle Vague (1990), Éloge de l´amour ( Elogio de amor,2001),

Notre music ( Nuestra música,2004), Film socialisme ( Un film socialista, 2010),Adieu au Langage (Adiós al lenguaje, 2014) que ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes de ese año y su última obra: Le libre d´image ( El libro de las imágenes, 2018), documental lleno de imágenes y muy pocos sonidos, su último y complejo film que completa su legado.

Una de sus frases célebres fue: ¨Una película consta de un principio, un medio y un final, aunque no necesariamente en ese orden¨, nunca se cansó de confrontar las formas establecidas, de manera fresca, ingeniosa y a veces absurda, con el tiempo se volvió más radical y sus filmes cada vez más complejos e incongruentes, pero nunca abandono su posición subversiva y de cambio.

Jean Luc Godard influyó en muchos cineastas, por mencionar a algunos: Quentin Tarantino, Martin Scorcese, David Lynch, Andrei Tarkovski, Lars von Trier, Gaspar Noé, Ken Loach, Wim Wenders, Darren Aronofski y

Bernardo Bertolucci.

Una anécdota que define la personalidad del autor franco-suizo se dio en 2010 cuando la Academia de las Artes Cinematográficas de Hollywood le entregó un Oscar Honorario por su notable contribución al Cine, se hizo en la ceremonia televisada y los encargados de anunciarlo fueron, ni más ni menos, Steven Spielberg, Martin Scorsese y Francis Ford Coppola, Godard, simplemente, no asistió.

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