Recientemente escuchaba en un audio una anécdota que me hizo reflexionar sobre la forma en la que vemos las cosas, la perspectiva que cada uno de nosotros tenemos y las creencias que nos condicionan. La historia -simpática por cierto-, describía los inquietud de una joven que diariamente en su trabajo dentro del museo de arte contemporáneo, era cuestionada por la chica que realizaba la limpieza del lugar con la pregunta: ¿Esto es arte o es basura? Más allá de hablar del arte, la anécdota me hace pensar sobre la concepción de las cosas desde nuestra única y erróneamente absoluta perspectiva.

Buscando en el diccionario el significado de la relatividad se refiere a “lo relativo a, indicando que no hay un punto de referencia absoluto, es decir, todo se explica teniendo en cuenta la relación que se tiene con otra referencia”. Por lo que esto nos lleva a pensar que efectivamente todo proviene de nuestra concepción, y que esta puede variar incluso en tiempo y circunstancias.

Recuerdo por ejemplo que siendo muy joven no me gustaban mucho los niños, pero todo cambio cuando tuve en mis brazos a mi hija Rebeca, ¿Mi perspectiva sobre los niños cambio? Definitivamente, ahora me encantan. También recuerdo que no me gustaba el futbol americano, pero en cuanto mi hijo Rolando comenzó a jugarlo, no solo me gustó, sino me volví una “experta”. Las cosas en realidad no cambiaron, sino mi visión de las mismas. Incluso Copérnico demostró que el mundo era redondo, cuando por años la humanidad afirmaba lo contrario. Ello nos demuestra que continuamente afirmamos cosas como ciertas, aunque pudieran no serlo.

Vamos en la vida asumiendo las cosas con la certeza de que todo es como lo pensamos, cuando no entendemos que nosotros no vemos el mundo como es, lo vemos como creemos o nos han dicho que es.

Habrá entonces que reconsiderar si lo que creemos es cierto o es relativo; si lo que vemos existe, o existe porque así lo queremos, si nuestras diferencias con otras personas son reales, o pensamos que lo son; si nuestra manera de vivir es la que queremos, o la vivimos así porque creemos que así debería ser, si lo que vemos “es arte o es basura”, haciendo referencia a la anécdota.

Nos hace falta adentrarnos un poco en esas historias que nos contamos todos los días y darnos la oportunidad de verlas con relatividad, evitando las polaridades y con una perspectiva más abierta. Quizás ello nos ayude a liberarnos de muchos dogmas y paradigmas que nos limitan y paralizan a tener una vida más plena y feliz.

Es un trabajo que invito a contemplar y discernir, como lo hago yo, con muchas de mis creencias y pensamientos, que no siempre me llevan al lugar en el que deseo estar.