Estoy atrapado en el cuerpo de un adulto, aunque mis pensamiento no son muy claro, dicen que ello se debe a que una parte importante del área prefrontal de mi corteza cerebral, no se ha desarrollado plenamente, y es la que  regulará mi pensamiento racional, más esto no sucederá antes de que yo tenga veinticinco años. Y justo en donde estoy hoy, aun falta. 

Quiero explicarte que mi inteligencia no está asociada a mi capacidad de juicio en esta etapa de mi vida, así como los arranques de impulso no están asociados con una inmadurez en particular. Simplemente no he desarrollado mis frenos, no sé como detenerme a tiempo -para bien o para mal-. Voy un poco atrabancado en este momento por la vida, ya que siento un placer muy particular ante lo excitante y peligroso. Pero no te desanimes, voy a estar bien si te mantienes así cerca; cerquita de mi, porque solo es cuestión de tiempo el que mi cerebro se reorganice y madure, para que ahora si este niño en cuerpo de adulto pueda realmente vivir en armonía con sus seres más amados, como tú. 

En ocasiones seguro sientes que he vuelto a mis dos años, pero es que en este momento mi trabajo es el de volver a estirar los límites junto con tocar los botones que te irritan; generando momentos de guerra entre nosotros. Estoy intentando entender quien soy, y no lograré hacerlo sino me separo un poco de ti, tal y como cuando tenía dos años y necesitaba ese pequeño espacio para explorar el mundo y caminar por mí mismo. 

Sé que estar cerca de mí puede resultar en momentos incómodo, tal y como el cargarte de mi energía y positividad en ocasiones te resulta imposible. Esto es porque como adolescente me siento rechazado, lastimado, y juzgado. Ni siquiera en ocasiones yo me reconozco a mi mismo, y parece que tú tampoco, y es que en esta etapa de mi vida siento que tengo mucho que aprender, a la vez que estoy en constantes cambios biológicos, fisiológicos, emocionales y físicos. Créeme me resulta muy difícil verme al espejo y notar cómo mi cuerpo va cambiando, no saber ni entender lo que esta pasando.

Muchas veces siento que tu no me aceptas, que todo te molesta de mi, es por eso que me cierro en casa y prefiero refugiarme en mis amigos, a quien no solo les parezco divertido sino que parece les gusta la persona en la que me estoy convirtiendo. 

Hay días que me siento eufórico, y otros por el contrario siento que vengo cargando el mundo en mis hombros; no te extrañe, ni te alarmes si mi humor cambia de un momento a otro. Mi cerebro está en total reconexión y puedo parecer muy complicado.

Te voy a explicar un poco para que juntos podamos entenderlo mejor.
El éxito de esta etapa de nuestras vidas es “estar, estar, estar y seguir estando siempre” ¿Por qué? 

Como adolescente tengo sentimientos de tristeza, de abandono, de rechazo de mis padres, sintiéndome aveces criticado y lastimado; en ocasiones me siento abiertamente herido al creer no ser aceptado. No es fácil, lo entiendo. Kelly Bartlett dice “Ese niño que con sus comportamientos te empuja lejos de él, es un niño que necesita conectar más que nada en su vida, no lo abandones”. 

Puedes estar ahí para ser mi guía, pero no mi dictador. Puedes ayudarme estando cerca, pero probar estar un poco a la distancia para medir mis capacidades. Sé que lo difícil es estar y saber cuándo retirarte y dejarme.

Por favor escúchame de manera activa, sin juzgarme, sin decirme todas las mil maneras en las que me he equivocado, prefiero me ofrezcas opciones que nos permitan abrir al diálogo y mantener nuestra conversación sin miedos ni secretos. 

Si me enojo contigo cuando me despiertas temprano, no lo tomes personal. Mi cerebro necesita dormir más y no quiero que me hagas sentir culpable al enojarte conmigo por eso. Simplemente requiero de más energía para poder funcionar.

Entiendo que a menudo como padre tienes una tendencia a tratar de resolvernos los problemas o de ayudarnos a superar nuestras decepciones, pero decir algo como “ella no estaba bien para ti”, después de que una rompimiento amoroso puede sentirse despectivo, en cambio, si me demuestras que me entiendes y empatizan diciendo algo como ” Me imagino que esto ha sido difícil para ti… “ seria mas fácil nuestra comunicación.

Los adolescentes queremos ser tomados en serio, especialmente por nuestros padres. Te pido buscar maneras de demostrar que confías en mí, pídeme algo que te lo demuestre, dejame saber que tienes fe en mi, eso aumentará mi confianza y me acercara a ti en momentos de peligro.

Aún puedes establecer las reglas, son imperantes y necesarias para mi desarrollo, solo es cuestión de estar listo para explicarlas. Mientras empujó los límites que están en mi naturaleza, escuchar tu reflexión con una explicación sobre los limites y sus consecuencias, hará que la regla pfarezca razonable. 

Sé que es fácil sacarte de tus casillas y hacerte estallar cuando soy grosero, pero no respondas en especie. Recuerda que tú eres el adulto y yo soy menos capaz de controlar mis emociones o pensar lógicamente cuando estoy molesto. Cuenta hasta diez o respira profundamente antes de responderme. Si ambos estamos demasiado disgustados para hablar, hagamos un espacio y una pausa hasta que hayamos tenido la oportunidad de calmarnos. 

Recuerda que hablar no es la única manera de comunicarse, y durante estos años es constructivo pasar tiempo haciendo cosas que ambos disfrutamos, ya sea cocinar, salir a caminar, o ir al cine sin ni siquiera hablar de nada personal. Es importante que yo sepa que puedo estar en proximidad contigo y compartir experiencias positivas, sin tener que preocuparme de que puedes hacerme preguntas intrusivas o me lleves al confesionario. 

Sentarnos a comer juntos como familia es otra gran manera de mantenernos cerca. Las conversaciones de cena dan a cada miembro de la familia una oportunidad de hablar casualmente sobre deportes o televisión o política. Si yo me siento cómodo hablando con ustedes sobre las cosas cotidianas, probablemente sea más abierto cuando las cosas más duras surjan. 

Es normal que veas cambios en mí mientras maduro, pero presta atención si notas cambios drásticos en mi humor, comportamiento, nivel de energía o apetito, toma nota si dejo de querer hacer cosas que solían hacerme feliz, o si comienzo a aislarme. Si ves un cambio en mi habilidad diaria para funcionar, pregúntame al respecto y apoya -sin juzgarme-. Puede que necesite TU ayuda y  a veces produzco gritos en silencio desde mis conductas de enojo, rebeldía o un profundo mutismo. Pueden ser una señal de que necesito una ayuda especial y podría necesitar a un profesional de la salud mental. 

Tenemos una oportunidad, juntos, de construir una adolescencia sin violencia con lo que me mantendré sano, seguro y sintiéndome aceptado y querido a pesar de mis errores. 

Gracias papá y mamá por escucharme y entenderme, este proceso los viviremos más fácil si lo hacemos de la mano. 

Con todo mi amor y agradecimiento… tu adolescente.