En el mundo hay muchas madres. En nuestra psique hay una multiplicidad. Y todas afectan nuestra consciencia y nuestra percepción de la realidad, impactando de manera positiva o negativa nuestras relaciones, no sólo con nuestras propias madres sino con nuestras parejas, familia y amigos.

Por ejemplo, existe el arquetipo de la Gran Madre, la madre devoradora, la madre física que nos tocó en esta vida, la madre que hubiéramos querido tener. Revisemos algunas de las madres en nuestra mente.

La Gran Madre

Este arquetipo encarna la crianza, el sustento y la protección ilimitados. Se rige por el principio de Eros, que está relacionado con el amor. En este sentido, la nutrición no sólo se refiere al alimento físico, sino a la nutrición amorosa de sentimientos y pensamientos. La Gran Madre aparece como Gaia, la madre Tierra, en la mitología griega. El lado luminoso de este arquetipo fue identificado por Carl Jung a través de tres aspectos:

  1. Autoridad, sabiduría y altura espiritual, mas allá del intelecto.
  2. Lo bondadoso, protector, sustentador, lo que da crecimiento, fertilidad y alimento maternal.
  3. Lugar de la transformación mágica, del renacer; el instinto o impulso que ayuda.

Este es un arquetipo que parece como una aspiración y que aparece de manera limitada en el mundo típico en madres amorosas y nutrientes.

La Madre devoradora

Representa lo secreto, escondido, tenebroso, el abismo, el mundo de los muertos, lo que devora, seduce y envenena, lo angustioso e inevitable. Mas que una madre nutriente, es un personaje que termina devorando a sus hijos, al impedir su crecimiento y desarrollo espiritual. Puede ser una madre demasiado presente, con una presencia abrumadora, que termina por quitar la dignidad de sus hijos, impidiéndoles asumir la responsabilidad de su propia vida

La Madre chingada

“¿Quién es la Chingada?” Se preguntaba Octavio Paz, en el “Laberinto de la Soledad” Y él mismo responde: “Ante todo, es la madre. No una madre de carne y hueso, sino una figura mítica. En la cultura mexicana con frecuencia este arquetipo parte de la figura de la Malinche. Un personaje a quien se ha responsabilizado de la vergüenza y el ultraje del mestizaje entre indígenas americanos y los españoles. La Chingada es la madre que ha sufrido la acción del verbo que le da nombre.

Su poder fundacional se vive cotidianamente en la mentada de madre, una de las expresiones más cotidianas y presentes que nos recuerda el origen de lo mexicano.

La Madre Atenea

El mito de Atenea, hija de Zeus y Metis refleja un importante episodio en la historia cultural griega: El paso de una sociedad matriarcal a un mundo dominado por lo masculino, el ego. Atenea era una hermosa diosa guerrera de la sabiduría y la artesanía, una maestra estratega, diplomática y tejedora, y patrona de las ciudades y la civilización. 

Pero su nacimiento, a partir de la cabeza de su padre Zeus, marca precisamente la subordinación de lo femenino a lo masculino. Una mujer Atenea es la hija del padre: Una mujer que desprecia a su propia madre y se sobre-identifica con su padre. Ella es brillante, ambiciosa y centrada en hacer las cosas, hacer y hacer. Para Atenea, las relaciones emocionales tienen poco valor. Carece de empatía y compasión ante la vulnerabilidad femenina. Si no se toma el tiempo para descubrir las fortalezas de su madre y reclamar su conexión profunda con el vínculo maternal, es posible que nunca sane su separación de lo femenino. Se convierte así en la hija del padre, que difícilmente encontrará un hombre en el mundo físico que la satisfaga. La imagen mental que tiene de su padre representa una vara demasiado alta que ningún hombre puede llenar.

La Madre Espiritual

El arquetipo de la Madre está presente en las figuras de diosas representada en mitos y creaciones artísticas Lilith, Eva, María, Kali, Afrodita, Hera, Laksmí, entre otras. Este arquetipo se expresa a través mitos, ritos, símbolos de las civilizaciones antiguas, 

En México, Ixchel es la diosa que simboliza la fertilidad, la guerra, la luna y la lluvia. Los españoles que llegaron al caribe mexicano descubrieron una pequeña isla llena de figuras de esta diosa y decidieron darle el nombre de Isla Mujeres.

La Virgen María se aparece cuatro veces a Juan Diego, un indígena de la Nueva España. Y nace el mito de la mexicanísima Virgen de Guadalupe. Un mito asociado al arquetipo de la Madre que no sólo tiene una importancia histórica sino que ha contribuido a la construcción de la identidad del ser mexicano. La paradoja es este sentimiento de ser mexicano y guadalupano aunque uno no necesariamente se considere católico. Algunos sostienen la teoría que esta virgen fue parte del proceso de la conquista española y una buena estrategia para eliminar los cultos politeístas de los aztecas. Consideran que esta virgen es una síntesis de varias deidades, entre las que se encontraban: Omecíhuatl: Diosa primordial y creadora del universo, Toci: Diosa de la salud, Cihuacóatl: Diosa de la vida y la muerte, Coatlicue: Diosa de la fertilidad. 

La Llorona

Este mito aparece por todo nuestro país con múltiples variantes. En esencia, es la mujer mestiza cortejada por un hombre español que más adelante la desprecia por su origen humilde y el color de su piel. Un par de hijos después, él le anuncia que los va a abandonar. Regresa a España para casarse con una mujer de su misma condición económica y nacionalidad. Ante el dolor insoportable, ella toma a sus hijos y los ahoga en un río. Ella se muere de pena. La leyenda de la “Llorona dice que ella recorre la orilla del río tratando de recuperar a sus hijos, llamándolos a través de tristes y desesperados gritos.

La Madre Devaluada

La Madre devaluada aparece bajo el principio de que lo masculino siempre es mejor, más ´poderoso, más brillante. Las mujeres carecen de valor intrínseco propio. Su valor siempre dependerá de su relación con los hombres y los niños, lo masculino. Es tan fuerte y poderosa la voz interior que devalúa lo femenino, que este crítico interior puede presentarse como un ogro o una bruja malvada.

Maureen Murdock advierte que la única salida de este proceso devaluatorio ejercido por la propia mujer consiste en reclamar su feminidad como algo valioso.

Para destruir el mito de la inferioridad, una mujer necesita llevar su propia espada de la verdad, afilando su hoja en la piedra del discernimiento.”Las mujeres deben desarrollar nuevas formas, nuevos estilos y un nuevo lenguaje para expresar sus conocimientos. Una mujer debe encontrar su propia voz. Fortalecer sus habilidades de comunicación. Y tener el coraje de presentar su visión, inspirar a otras mujeres a confiar en sus imágenes y palabras.”

La Madre Superwoman

Los arquetipo de la amazona o guerrera presentes en la madre pueden llevarla a luchar más allá de sus propios límites. Desde muy joven, pudo haberse visto forzada a emprender un largo y sinuoso camino por pasajes de energía cargada de masculinidad. Es un viaje peligroso, que la pudo llevar a enfocarse en los logros y las conquistas académicas, laborales o matrimoniales, en detrimento de la profunda conexa{on femenina con el amor y la relación humana. Es una madre que centra su vida en estudios, con un inagotable deseo de aprender y aprender, dejando de lado sus relaciones para ir tras el conocimiento continuo. O es una madre que ingresa al mundo laboral, regido por leyes masculinas y se asegura de tomar las medidas necesarias que le garanticen su ascenso por la escalera corporativa. En una de las versiones más limitantes, esta super mujer enfoca su super poderes hacia su matrimonio, pareja, casa o  hijos, olvidándose de lo más importante: Ella misma.

Este camino la conduce a un estado de ansiedad por nunca sentirse lo suficientemente buena o apta como madre.

La manera en que la energía arquetipal se manifiesta en nuestras vidas es a través de complejos que nos hacen vivir alguna de las variantes enlistadas o algunas otras. 

Es importante distinguir que no existe una sola manera de ser madre, realmente hay muchas madres que entran en juego en nuestro nacimiento y desarrollo. Vale la pena ser conscientes de esto para relacionarnos con la energía de la Gran Madre, justo en la medida de lo necesario. Y recordar siempre, como lo escribía James Hillman: El Complejo Materno no es mi madre real, sino la forma en que mi psique ha tomado a mi madre.”

Entender que lo que hoy me sucede no es producto de mi madre, sino de la cantidad de madres que tengo en la cabeza, puede ofrecernos un camino de salida, hacia la responsabilidad y el amor.