Al encontrarme leyendo sobre este fenómeno que estamos viviendo al menos en Estados Unidos, “The Grand Resignation” (Forbes, 2021), en el que se considera que dos de cada tres empleados renunciaran, o están planeando hacerlo para buscar mejores oportunidades de trabajo en este 2021.  Vino a mi mente este cuestionamiento ¿Será que podremos nosotros los padres también renunciar esperando mejores condiciones de trabajo? Solo de pensarlo me reía sola.  Analizando seriamente este fenómeno nos muestra qué tan cansados estamos hoy en día los seres humanos del mundo, unos más y otros menos, siendo una realidad en la que podemos sentirnos extenuados ante el trabajo diario que realizamos. 

En esta pandemia, que hasta ahora parece que llegó para quedarse, se ha movido como un huracán la evolución humana. Se considera que en tecnología a nivel laboral corrimos la línea del tiempo que estaba estimada en 10 a 15 años, en tan solo un año. Así es, estamos sumergidos viviendo en un mundo que se esperaba para dentro de 15 años, en menos de 12 meses. ¡Claro! Nos sentimos abrumados o sobrecargados, y hemos tenido que seguir a pesar de querer parar por un momento. Tal como la frase “sink or swim”, nadamos o nos hundimos. Pues a nadar se ha dicho. Tal cual la vida nos lanzó en este océano de incertidumbre que parece no tener fin, y así como una tercera parte de la población laboralmente activa norteamericana está renunciando y buscando nuevas opciones laborales; las familias están necesitando un cambio. 

Pero mi respuesta es que se pueden buscar nuevas oportunidades, pero no se puede renunciar al trabajo de ser padres de familia. ¿Qué opciones tenemos en ese aspecto? 

Yo siempre digo que los tiempos de crisis son tiempo de oportunidad, esto es para los que estén con los ojos abiertos y listos para tomar y adaptarse a lo que venga. Nosotros como familia podemos verlo como una gran oportunidad para reestructurar y retomar nuestros roles. Podemos ahora ser padres educados, preparados e informados para detectar las necesidades de nuestros hijos. Reinventarnos, adaptarnos y educarnos para lograr ser invitados a estas nuevas realidades que nuestros hijos están construyendo. Mundos tan distintos que pareciera por momentos que pertenecemos a distintos planetas. Pero como no lo somos, ni lo seremos, necesitamos echarnos un clavado y aprender a nadar con ellos. O nos hundimos. 

Yo te pregunto ¿Sin saber nadar te aventurarías a cruzar el océano?  Yo sin duda no lo haría. Aventurarnos a ciegas y sin tener ni siquiera flotadores que nos permitan descansar para tomar aire, no es una buena idea. Y muchos padres se encuentran en medio del océano, sin saber nadar en las aguas de sus hijos. 

Yo me encuentro igual que todos ustedes, por momentos confundida o abrumada con tanta información o simplemente de mirar la velocidad a la que corre hoy la vida, sin sentirme capaz de alcanzarla. Agotada. Pero tal y como lo mencioné antes, este tiempo de crisis es un buen momento para observar y mirarnos de otra manera. Tomar aire, analizar nuestro futuro para construirlo con congruencia. 

Valdría hacernos las preguntas ¿Cómo quiero verme hoy como padre? ¿Quiero ser la fuente a la que ellos acudan al tener un problema? ¿Quiero ser salvador o rescatador; o compañero de vida que está ahí para compartir los buenos momentos, los momentos sin sabor, y aquellos que son amargos? ¿Quiero ser un padre al que teman, sabiendo que no es respeto sino miedo lo que invoco en ellos o quiero ser aquel que ríe con ellos a carcajadas? Se vale ser lo que tú quieras, desde dentro y desde tus recursos. Construye y aprende día con día de la experiencia para ser ese padre que quieres mirar en el espejo a través de los ojos de cada uno de tus hijos.  Es ahora, cuando podemos usar nuestros flotadores para tomar aire -y no precisamente descansar-, sino para aprender y adentrarnos en conocer la vida que hoy tienen nuestros hijos. 

Entiendo lo mucho que eso puede asustar, por lo que a veces hasta preferimos evitar saber, volteando hacia otro lado, sintiendo que si no vemos no pasa nada, pero no es así; es esta nuestra realidad que hay que asumir y enfrentar y si lo enfrentas desde la capacidad que tienes para construir tu mundo y parte del de tus hijos, vivirás con consciencia, Veras con los ojos cerrados y escucharas con los oídos tapados.

El mundo de nuestros hijos esta formado por muchas redes que los informan y condicionan; redes sociales, imágenes, discursos, y cuando eso para nosotros es irreal, para ellos es su realidad, por lo que es vital que hablemos con ellos de  temas como sexualidad, identidades sexuales, de el uso de la mariguana y otras substancias, del matrimonio, de la paternidad y mucho más, de todo aquello que les interesa. Recordemos que los influencers, blogueros y tic toqueros son hoy sus modelos a seguir, entonces ¿Que deseas hacer tú como padre, observarlo desde lejos como si no fuera parte de tu vida, o bien adentrarte para informarte y así poder estar al día sobre lo que envuelve su vida?

Ante el efecto pandémico llamado “ The Grand Resignation” , hay cosas que podrás cambiar, pero no a ser padre, por el contrario, te invito a comprenderte y amarte como tal, comprometiéndote contigo mismo para disfrutar tu paternidad desde el conocimiento, lo que te permitirá ser el capitán del barco. 

Transforma estos momentos de tu vida en aprendizaje continuo. Se del club de padres en consciencia. Tratando de informarte más para guiar a aquellos a quien les diste la vida, sin juzgarlos, sin manipularlos, acompañándolos y compartiendo sus vidas como los adultos que junto con ellos, estas construyendo.