Reinventarse es un término relativamente nuevo, aunque siempre ha existido. Hoy se asume como la posibilidad de dar un resignificado al rumbo de la vida y tomar las riendas para ser o lograr aquello que se ha dejado en el camino. Generalmente ocurre cuando las personas han sido afectadas por crisis económicas, laborales o personales.

Reinventarse en este contexto significa “inventarse” una vida diferente, con reglas y valores distintos.

“No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio.” Darwin.

Un ejemplo claro de ellos es cuando se cambia de lugar de residencia, por cualquiera que sea la razón, ello implica siempre la necesidad de adaptación a un nuevo entorno, máxime si el cambio es a otro país.

La inmigración obviamente lleva consigo una serie de cambios que no siempre son fáciles de realizar y en muchos casos es necesario desaprender lo vivido para adaptarse a un nuevo entorno. Esto puede llevar un proceso largo, para algunos más complicado que para otros, pero nunca es un proceso lineal. Es finalmente como pasar por un duelo, aunque en este caso es algo que no ha muerto, ya que el país que se ha perdido sigue vivo, así como las personas que se extraña y los múltiples aspectos a los cuales se echa de menos. Por lo cual, puede ser un proceso doloroso que se aviva cada vez que se habla con los seres queridos o se visita su país, pero que puede re-enfocarse desde otra perspectiva.

En mi libro “Yo soy resiliencia” abordo el tema del duelo del inmigrante desde una perspectiva personal, desde mi propia experiencia. Comprendí las fases del proceso del inmigrante fragmentado en el que se pude volver a construir la vida desde una nueva identidad. 

Para mí, la reinvención fue a través de mi emprendimiento como Coach experta en Gestión Emocional, validando mis nuevos objetivos y quitando las múltiples capas del ego y las creencias limitantes que no me dejaban avanzar.

A partir de ese proceso de transformación he creado mi método “Mujeres que brillan,” ayudando a muchas mujeres a volver a descubrir su esencia y permitiéndose “ser”.  Como para mí fue tan importante mi emprendimiento, ahora acompaño a mujeres emprendedoras a vivir su proceso desde el “ser”, mediante el éxito empresarial.

Expongo algunos consejos que pueden ser de utilidad para cualquier persona  que se sienta perdida o que se encuentre en una situación en la que no encuentre la salida.

  • Lo primero es escucharse y sentirse, identificar cuáles son las emociones que está experimentando. ¿Es tristeza por la pérdida de algo o de alguien, o tal vez por perder un estatus o una situación que antes tenía? ¿Es rabia por una situación que no le gusta en la que se vulneran sus derechos o libertades? ¿O tal vez es miedo por una situación nueva o por la amenaza de algo que aún no ha sucedido?
  • Darse su tiempo de entender si la situación está fuera de su control y cuáles son los aspectos en los que sí puede influir. Para proceder a hacer algo o pedir ayuda. Yo siempre recomiendo la correcta gestión de las emociones, que no es lo mismo que control, controlar las emociones es una bomba de tiempo que en algún otro momento saldrán y de la peor manera. Así que es mejor gestionar las emociones correctamente y actuar en consecuencia. 
  • Aceptar los cambios e intentar encontrar el lado positivo de las cosas, siempre hay cosas buenas que vienen cuando hay cambios. Sin cambio no hay evolución, es necesario seguir avanzando, si nos quedamos estáticos, morimos. La vida es avance.
  • Y ya que tenemos que aceptar cambios, ¿Por qué no hacer que el cambio vaya a nuestro favor? Pregúntate ¿Hacia dónde quieres que vaya tu vida? ¿Que quieres que pase? ¿Que podrías hacer para lograr ser un poquito más feliz? De esa forma harás más felices a los que te rodean y de paso serás ejemplo.
  • No olvides que siempre hay alguien observándote y que tu vida puede ser la inspiración de otras personas. No te conformes con menos de lo que te haga feliz.

Elizabeth Esquitín

Life Coach, Master en Recursos humanos, PR y escritora del libro “Yo soy resiliencia”.

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