Llega el día en que estás con tu hijo y te hace la pregunta incómoda de: ¿Eres mi amigo? Y entonces aparece un silencio sepulcral y vienen a tu cabeza mil ideas, ¿Que debo responder a eso?, ¿Como decirle que no soy su amigo?, o es que, ¿Si soy su amigo y debo contestarle? “¡Claro!, claro que somos amigos.” 

Mamá, papá por favor dime NO. 

Dime que tú y yo NO somos amigos, que son mejor que eso, que son padres, esos seres de amor incondicional. Que ustedes sabes a dónde ir, que me guiaran y encaminaran con seguridad, que son personas responsables y no mis cómplices, que cuando me equivoque sabrán ayudarme a tomar responsabilidad de mis actos y no ha hallar excusas a mis errores.

Hoy día los padres, no solo hemos cambiado como generación en la forma de educar, sino también en el modo, por lo que el resultado es una nueva generación de niños y adolescentes cuyos estímulos y recompensas son inmediatas, con falta de tolerancia hacia si mismos y hacia el mundo que los rodea, con ausencia de capacidad de deseo y de espera. Niños y adolescentes que se convertirán en adultos frágiles emocionalmente, ya que no les han sido dadas las oportunidades de desarrollar sus fortalezas y que piden y necesitan límites.

El mundo de hoy es un mundo de competencia constante, de velocidad, de capacitaciones sin medida y de recompensas inmediatas. Los niños y adolescentes viven rodeados de estímulos positivos y negativos de manera constante y esto provoca en ellos grandes confusiones.

Vemos niños y adolescentes angustiados y frágiles por tener que ser dueños de sus vidas a muy temprana edad, tomando las decisiones en casa y ejerciendo la autoridad sobre sus padres, navegando el rol de capitanes, sin conocer siquiera el rumbo de sus propias vidas, que no escuchan frecuentemente la palabra NO y después en la vida, experimentan a un costo emocional muy elevado, las consecuencias.

La función de los padres es la de ser guía y compañía, de mostrar amor incondicional por ese ser divino que es su hijo, de ser los capitanes del barco, los adultos responsables de educar y apoyar, los que forman y crían en la mejor manera posible. Por lo que es necesario como padres, prepararnos, para posteriormente poder educarlos.

El gran filosofo y educador Fernando Savater, en su libro “El valor de Educar” (1997), menciona que “El papel de los padres en la educación es insustituible, y por eso solo debemos ser padres y no amigos de nuestros hijos”. Así mismo explica que debemos entender que nuestro papel como padres es único y no puede ni debe sustituirse; nosotros somos y seremos siempre sus padres. 

Desde hace veinticinco años he dado asesoría a muchos padres de niños y adolescentes de distintas idiosincrasias, religiones y composiciones familiares, y he podido constatar que muchos padres se evalúan a través de sus hijos, por lo que se cuestionan constantemente su papel como educadores preguntándose: “¿No sé si estoy haciendo bien o mal mi trabajo como padre?, ¿No sé si estoy dejando una huella positiva o negativa en mi hijo?, ¿No sé si estoy siendo muy duro con él?, ¿No sé que hacer en casa con mis hijos?” 

Todas estas preguntas inquietan a padres angustiados por intentar hacer lo mejor que pueden, aunque en ocasiones no encuentran las herramientas adecuadas para hacerlo, o bien encuentran demasiada información que los confunde. Por ello, me tomaré la libertad de felicitar a aquellos que acuden en busca de más información y entrenamiento. 

La valentía de los padres proviene al decirle NO a tiempo a sus hijos. Esa valentía de ejercer su paternidad, la cual defino como una aventura desconocida en la que no existen padres y madres perfectos, solo padres y madres valientes que se equivocan y corrigen sus errores en la medida de lo posible, por el gran amor que sienten ante sus hijos. Eso es lo que los definirá siempre.

Papá y mamá, dime que NO,

Dime que NO, para que yo pueda generar mis propios recursos y acepte que no todo es, ni será tal y como lo percibo en mi mente.

Dime que NO, para que yo aprenda a esperar, sin estar entretenido o me entretengas todo el tiempo.

Dime que NO, para que yo pueda ver en otros sus necesidades, sin estar centrado solo en las mías.

Dime que NO, para que pueda escuchar a otros y aprender de sus puntos de vista.

Dime que NO, para que pueda decirle que NO a otro, cuando me maltrate sin sentir culpa.

Dime que NO, para que no invada el espacio ajeno y no permita que invadan el mío.

Por favor dime que NO, para que pueda decirle NO a las drogas, NO a las malas influencias, NO a las situaciones donde expongo mi vida y la de otros.

Por favor dime que NO para que sea un adulto capaz de construir un futuro seguro y mejor, para ser ese ser seguro de mi mismo, que se atreva a cambiar el mundo intolerante y deshumanizado en el que vivimos y pueda vivir en armonía conmigo y con todos los que me rodean. 

Padres digan NO sin miedo a ejercer su rol de padres, ofreciendo seguridad y claridad en la tarea de educadores para preparar a sus hijos para el mundo.

Mamás y papás, no teman a ir en ocasiones contra la corriente, no teman a las criticas de sus modelos de enseñanza. Crean en ustedes como principales educadores de sus hijos y en sus hijos como principales aprendices. 

En este recorrer tan aventurado, he aprendido que padres que educan a sus hijos con miedo, o bien que les da miedo educarlos, formarán hijos que le tendrán miedo a la vida y a construir una vida propia.

No existen padres perfectos o aún no los conozco, sólo hay en el mundo papás y mamás dispuestos a hacer lo mejor por sus hijos, dispuestos a equivocarse en el camino y ha corregir cuando sea necesario.

Agradezco a ustedes y a todas aquellas familias que han puesto su confianza en mis manos y han sido el molde y el motivo de mi existir, ya que junto a ustedes he emprendido esta aventura de decir “NO a mis hijos, NO soy tu amiga, solo soy tu mamá. Amigos tendrás miles y mamá o papá solo hay uno.”