No conocía a Sam, mi vecino Lawrence me dijo que Sam era profesional y ético y que debería buscar una segunda opinión sobre la reparación de mi automóvil en su taller. Comenzamos con la pequeña charla inicial y me contó cuánto tiempo tenía de conocer a Lawrence.  Cuando le pregunté sobre su acento, me habló sobre su viaje desde el estado de West Virginia hasta Florida. Fue amigable y cálido y a medida que le hacía más preguntas, compartió más. Mientras hablaba de su esposa y su decisión de alejarse del clima frío, le pregunté si tenía hijos. Su expresión cambió a una de dolor y dudó. Sabía que había tocado una fibra sensible, pero me di cuenta de que él era comunicativo por naturaleza y compartió su historia. Sus dos hijos habían muerto. Uno por un accidente y el otro por un problema de salud grave.

En ese momento supe que podía simplemente expresar mis condolencias y cambiar de tema, evitar la conexión, el compromiso y la complicación de un tema doloroso. Pero habiendo vivido momentos difíciles en la vida, sé lo solitario que es cuando la gente evita temas tristes y te abandona a tu dolor.  Decidí conectar y escuchar, aunque fuera algo incómodo.

En el mundo virtual actual las conversaciones parecen impersonales, es más fácil mirar una pantalla que conectarse con la gente, pero el hacer conexiones humanas reales hoy, es más importante que nunca, pues hemos pasado en años recientes el trauma del encierro por la pandemia, lo cual ha incrementado la depresión y ansiedad en muchos.  A veces la gente simplemente necesita ser escuchada, y nada más.  El tener empatía significa ponernos en el lugar de otros y escucharlos. Conectar con lo que los otros sienten.  El propósito es proporcionar apoyo y solidaridad con la mente y el corazon abiertos.

Decidí no cambiar el tema con Sam.  “Qué injusto, -reflexioné- que algunas personas deban enfrentar pruebas tan duras y difíciles en sus vidas”. Con ese comentario, pareció animarse y procedió a contar la historia de su pérdida más reciente con lujo de detalle. Lo escuché atentamente. Escuché no sólo con mis oídos, sino con mi corazón y con mi alma. En un momento sus ojos se llenaron de lágrimas. Se que la conversación fue catártica y me conmovió sobremanera, mientras él parecía liberarse de una carga muy pesada.  Es interesante cómo a veces podemos abrirnos a completos extraños y compartir algo que podemos estar reacios a compartirle a los demás.

Al final, Sam concluyó su historia con una nota positiva, hablando del legado que dejó su hijo y los buenos recuerdos. Cuando salí del taller, me agradeció por haberlo escuchado. Le agradecí el honor de confiarme su historia. Me sentí más rica por la conexión que había tenido con él y agradecida por la experiencia.

La escucha empática es un regalo valioso, no sólo para el que habla, sino para el que escucha.  Nos conecta a un nivel más profundo y nos alimenta el alma.

Este tipo de escucha no sólo requiere de empatía, sino también de paciencia, ya que requiere de entrega emocional y conexión, lo cual no se puede apresurar.  Pero también necesita de inteligencia emocional y de confianza, pues se espera que lo que se está compartiendo se trate con respeto e integridad.

Probablemente hemos oído lo importante que es la escucha activa, en donde resumimos lo que hemos escuchado para hacerle ver a la otra persona que entendemos lo que nos está diciendo.  Esto se puede hacer con el lenguaje no-verbal, asintiendo, haciendo contacto visual y resumiendo lo dicho.  Aunque esta técnica de escucha es útil, la escucha empática va más allá, resumiendo no sólo el contenido, sino reflejando el sentimiento de la otra persona. El suspender el juicio ayuda a la otra persona a seguir reflexionando sobre su propia situación.

Cuando alguien nos confía algo que les afecta, es importante poder escuchar la emoción detrás del mensaje. Una de las cosas más sencillas que podemos hacer es no intentar resolverle la situación a la otra persona, sino respetar lo que está sintiendo.  No sirve mucho decirle a alguien, “No estés triste, piensa en todo lo bueno que tienes.”  pues la persona va a seguir sintiendo lo que siente, aunque le aconsejemos lo contrario.  Podría servir más decir algo como “Suenas triste con esta pérdida de trabajo. ¿Qué crees que es lo que más te duele de la situación?”

Parte del arte de la escucha empática es saber hacer preguntas que promuevan la confianza de seguir hablando.  Esto normalmente se puede hacer con preguntas abiertas que comienzan con “qué” y “cómo”.  Invitan a la otra persona a reflexionar profundamente y oírse a sí mismos y procesar el tema de una manera mas analítica.

Al fin y al cabo, el escuchar con empatía es un regalo; un acto de servicio y entrega que podemos proporcionar a los demás y que es sumamente edificante.  No pierdas la capacidad de compartir experiencias con los demás y escuchar las suyas. Practica la escucha activa. Practica la empatía. Saldrás mucho más rico gracias a ello.

Fuentes:

Wilson, C. R. (2021, October 29). How to Improve Your Empathic Listening Skills: 7 Techniques. PositivePsychology.com. https://positivepsychology.com/empathic-listening/

(n.d.). Empathic Listening. Skillsyouneed.com. https://www.skillsyouneed.com/ips/empathic-listening.html