“No hay nada más triste que ver a alguien haciendo muy eficientemente lo que no debería estar haciendo” Peter Drucker (1909-2005)
Mi amigo Fernando Brodeschi amablemente me escribió, manifestándome su desacuerdo con algunas de las ideas que señalé acerca de las “ventajas” de la pandemia, puntualizaba:
“Me permito compartir algunos puntos diferentes a la experiencia que relatas en tu artículo. Si bien en estos casi 6 meses ahorré mucho tiempo en desplazamientos, eso me hizo empezar a trabajar más temprano y terminar más tarde. Lo que antes podría ser arreglado con acercarse al escritorio del compañero, ahora se volvió una cita para una videollamada. Y de cita en cita, hay días en los que ni tiempo para ir al baño me queda. Si antes tenía 3 juntas al día, ahora llegan a 10. Muchos fines de semana se volvieron días de trabajo porque ya no hay el rito de ir a la oficina y regresar a la casa, todo se volvió lo mismo. El multitasking es lo de todos los días y fueron poquísimas las veces en las que logré desconectarme del e-mail, Teams, Whatsapp, Google Chat, Skype y poder enfocarme por un par de horas en alguna actividad. No tengo dudas de que hay buenas lecciones de estos tiempos raros pero igual hay algunas cosas que espero no se vuelvan una practica definitiva. Saludos afectuosos desde São Paulo!”.
¡Tiene razón! Su comentario es buenísimo; ¿alguien duda lo que afirma? Es un hecho, estamos trabajando más, estamos mucho más intensos. Es entonces buen momento para aprender a decir que NO; vale la pena. Además es fundamental tener un horario y respetarlo, empezar (y terminar) a tiempo, no pasar de junta en junta, de zoom en zoom, sin pausas. Se trata del clásico caso donde la eficiencia obstaculiza, paraliza y congela a la eficacia (que es lo que, primeramente, deberíamos buscar).
Aclarando términos, dos definiciones.
Eficacia: La capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera.
Eficiencia: La capacidad de lograr ese efecto con el mínimo de recursos posibles o en el menor tiempo posible.
Ejemplo del arquero: si coloca sus fechas en el blanco, es eficaz; si logra disparar 40 flechas por minuto, es eficiente.
Ejemplo: la búsqueda de las llaves.
Es de noche, un amigo llega a casa de su mamá, la ve afuera, en la calle, buscando algo, le pregunta “¿Qué buscas?” Su mamá responde “mis llaves” mi amigo le dice entonces “te ayudo, ¿dónde se te cayeron?”, su mamá responde “allá, junto a esa rampa” a lo que mi amigo contesta “¿Y por qué las buscas aquí?” su mamá responde: “es que aquí hay luz y puedo ver”.
Buscar las llaves con luz es más eficiente (más rápido) que sin luz, pero no es eficaz, porque ahí no están; tendremos que buscarlas “ineficientemente” (con una escoba, con una vela, con un imán, con una linterna, a gatas y auscultando el piso) definitivamente no seremos eficientes, pero si eficaces, pues acabaremos encontrando las llaves.
Un chiste muy simple, pero muy ilustrativo (muy pedagógico) para explicar la diferencia entre eficacia y eficiencia, también sirve para entender la innovación; cuando innovamos, al principio, no seremos eficientes, pues entramos en terrenos desconocidos (no hay luz) pero si persistimos seremos eficaces.
Si buscamos sólo la eficiencia (ver la cita de Drucker al inicio) estaremos haciendo lo que no deberíamos. Kodak era tremendamente eficiente produciendo, vendiendo y revelando rollos de película fotográfica, desafortunadamente, no fue eficaz ante el surgimiento de la fotografía digital.
Está pandemia nos permite cuestionarnos (como mi amigo) si no estaremos sacrificando la eficacia. Ya lo afirmaba Michael Porter en su premiado artículo “What is Strategy” (Harvard Business Review, nov-dic, 1996): la estrategia no consiste en ser más eficiente operativamente, y aquí añadimos: la estrategia consiste precisamente en ser más eficaz, haciendo lo correcto -lo que se debe de hacer, lo eficaz-, y no “haciéndolo” bien, muy eficientemente…, pero sin eficacia.
La Innovación es un buen ejemplo; a la hora de innovar (nuevos productos, procesos o modelos de negocio) quizá en un primer intento no seremos muy eficientes, pero si eficaces y, a base de prueba y error ya iremos alcanzando mejores niveles de eficiencia. Pero empezamos buscando ser eficaces.
Así que agradezco a mi amigo Fernando el haberme hecho reflexionar sobre eficacia y eficiencia, busquemos siempre ser más eficaces y no simplemente trabajar intensamente pensando que somos muy eficientes…
Carlos Ruiz Gonzales
Profesor Decano del Área de Política de Empresa (Estrategia y Dirección) en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE)
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