Qué mejor manera de viajar y dejar correr la fantasía que la lectura. Quisiera a través de unas cuantas palabras poder compartir con todos ustedes algunos de los beneficiosos que nos ofrece la lectura en nuestra vida, en nuestro pensamiento y en el desarrollo cerebral.

Nos hemos acostumbrado a considerar la lectura como un entrenamiento académico y no como un potencializador del cerebro y de la mente, que nos permite crear historias, descodificar mensajes, desarrollar nuestra comunicación e incluso ausentarnos por momentos de nuestro mundo.

Basándose en investigaciones sobre neurociencia y lectura, se demuestra el impacto positivo que la lectura genera en nuestro desarrollo integral. 

En los últimos años se han realizado múltiples investigaciones que llevan a la conclusión de que existen múltiples y complejos beneficios como la activación de áreas cerebrales que se interconectan con el fin de procesar la información que está siendo recibida y transformarla, dandole un significado en imágenes mentales, conexiones semánticas, sintácticas y morfológicas, así como desarrollar procesos de pensamiento de alto nivel. 

Podemos entonces afirmar que aprender a leer provoca, en efecto, cambios profundos en la estructura cerebral. Esto debido a que la destreza de la lectura no está determinada genéticamente, como ocurre con el habla; en este caso el cerebro tiene que adaptar y re-cablear circuitos neuronales relacionados a  nuevas funciones ( Dehaene, 2010). Es necesario que el cerebro reorganice los circuitos neuronales antes establecidos asociados al reconocimiento visual de los objetos para identificar letras y palabras y lograr la asociación e integración a los sonidos del habla. 

Resulta tan importante leer cómo hablar con nuestros hijos, ya que a través de ello logramos desarrollar importantes habilidades superiores para el futuro.

Sin embargo, la idea de leerle al niño una vez que es capaz de hablar o bien hasta que ingrese a la escuela, es totalmente equivoca. La inmersión a la lectura se puede iniciar desde que los niños están en el vientre materno, ya que al leerles, los estímulos sonoros van desarrollando las conexiones cerebrales auditivas, así como las lingüísticas. El bebé oye los distintos sonidos provenientes del exterior pero va construyendo una red sensorial y emocional que  dará  sentido a su mundo.  

Las habilidades dadas a través de la lectura van desde el desarrollo emocional por medio de la conexión y vínculo hasta procesos del pensamiento tales como el pensamiento causal, el abstracto, el deductivo, el inductivo, el razonamiento lógico y el pensamiento divergente. Por lo que los padres podemos impulsar el potencial de aprendizaje de nuestros hijos simplemente haciendo que los libros sean una parte integral de sus vidas.

Otros beneficios que podremos obtener a través de la lectura son:

Al leer a nuestros hijos y convertirlo en un hábito, podremos formar una relación más fuerte entre padre/madre e hijo. Este momento de encuentro cercano en el que abrazo, el contacto físico y el lenguaje, forman un mundo solo para ellos, sin prisa, sin presiónes, solo para compartir.  Es un momento de  la creación de lazos.

La lectura para los niños pequeños, es una habilidad que les ayuda en el  aprendizaje. Numerosos estudios han demostrado que los estudiantes que están expuestos a la lectura antes de la etapa preescolar, tienen más probabilidades de tener éxito en todas las facetas de la educación formal.  

A lo largo de la edad temprana y preescolar, el niño está aprendiendo habilidades de lenguaje y de enunciados críticos. Al escuchar que usted lee, su hijo va reforzando los sonidos básicos que forman el lenguaje. Leer a través de  dibujos, acompañándose del balbuceo y habla paralela, fortalece la actividad de alfabetización y la estimulación de el lenguaje y puentes del pensamiento y no solo como una reproducción de sonidos.  

Con todo ello se irán moldeando los procesos previos a la lecto-escritura,  se irá despertando su curiosidad e intereses, serán más propensos a expresarse y relacionarse con los demás, les ayudará a comprender reglas social y valiosas habilidades de comunicación para su desarrollo emocional. Además que la lectura temprana, estimula el lenguaje y aumenta el vocabulario de manera significativa. 

Los niños con mayor exposición a la lectura también están expuestos al uso correcto del lenguaje, les ayuda a comprender conceptos abstractos, ha aplicar la lógica bajo varios escenarios, ha reconocer la causa y efecto, ha utilizar el sentido común.  Así mismo, fortalece la auto-disciplina, mejora la capacidad de atención y retención de la memoria; todo lo cual, facilitará de manera importante su aprendizaje futuro. 

Algo también importante es que la lectura se puede utilizar como apoyo emocional en momentos en que su hijo se acerque a cambios en su desarrollo o bajo una experiencia potencialmente estresante; compartir una historia relevante es una gran manera de ayudar a facilitar la transición y la comunicación. 

Para lograr todo lo anterior, es importante que nosotros como adultos, logremos incentivar la  lectura temprana a nuestros niños desde pequeños, les ayudemos a ver los libros como una actividad de juego, que pueden disfrutar, con esto activaremos procesos de auto motivación por aprender a leer. 

Los niños que logran aprender a leer sin estrés y presión, serán lectores activos a lo largo de su vida y no solo lo harán para cumplir exigencias académicas. 

No enseñemos la lectura como una tarea, sino enseñémosla como lo que verdaderamente, es la llave para abrir la imaginación, experimentar aventuras, disfrutar y aprender.

Como padre, leerle a su hijo es una de las cosas más importantes que puede hacer para prepararlo en la excelencia académica, pero principalmente, insisto, es un momento de conexión entre el padre/madre, para crear vínculos que favorezcan la comunicación, a la vez que también es, una herramienta de desconexión del resto del mundo.

Así que a leer se ha dicho…………..

Me gusta el sinsentido, despierta las células cerebrales. La fantasía es un ingrediente necesario en la vida, es una forma de mirar la vida desde el lugar equivocado del telescopio.