Cuando creí haber visto las más grandes manifestaciones de amor,  aparecieron en mi vida Omar Emiliano y su madre María Antonia, para enseñarme el significado del amor más puro, desinteresado e intenso que jamás había visto. 

Ella con su amor y absoluta entrega a la vida de su hijo, construia cada minuto, cada segundo, cada instante, un mundo feliz para Omar Emiliano. 

Los lunes y miércoles podía verla empujando la silla de ruedas de Omar con una gran sonrisa y luz en su mirada. Una madre que vivía intensamente el día a día, transformando el dolor en amor, la tristeza en alegria y las lágrimas en sonrisas. 

Omar Emiliano fue un niño que nació con Espina Bífida, lo que produjo un daño cerebral severo, con discapacidad intelectual y motora. Él no pudo alimentarse por si mismo, por lo que cada cuatro horas recibía los alimentos de su madre.

Vivió múltiples cirugías que le permitían mantenerse con vida. Desde la colocación de una válvula cerebral, hasta cirugías dentales y ortopédicas. El movimiento de su cuerpo estuvo limitado a la asistencia de otra persona, es decir, él no podía trasladarse de un lugar a otro por sí mismo, necesitaba su silla de ruedas, así como quien la empujará, incluyendo otras complicaciones serias. María Antonia nunca pudo escuchar en voz de su hijo la palabra “mamá”. 

Cabe mencionar, que aunado a todo esto, él acudía a sus citas con doctores por lo menos una vez a la semana, resultado del daño cerebral. Estas incluían el pediatra de neurodesarrollo, neumólogo, alergólogo, odontopediatra, neurólogo y cardiólogo, entre otros, así como sesiones semanales de terapia física y de lenguaje para evitar la atrofía muscular. 

Una vida llena de amor y dolor. Omar Emiliano requirió asistencia las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, los nueve años de su vida. 

Pude ser testigo del amor incondicional de su madre, la entrega en cada instante de su vida. Lo que es imposible describir con palabras. 

María Antonia fue capaz de ofrecerle experiencias inimaginables para un niño en sus condiciones, tales como ir a nadar al mar y enterrarlo en la arena, sorfear en las olas, asistir a parques de diversiones, ir a fiestas y otras actividades.

La mañana del 29 de septiembre  acudí al hospital a visitarlos, ya que Omar Emiliano estaba en estado critico, llevaba más de 48 horas con bajos signo vitales. Su madre pasaba las horas llena de angustia, sin encontrar el sentido y fuera de la realidad. Al dirigirme al elevador y verla, quede sin palabras, casi sin aliento; estaba entera junto a la cama de hospital rodeada de aparatos y tubos, tomando al niño de la mano, agradeciendole a Dios la oportunidad de haberlo tenido con ella por nueve años. 

Pude ver claramente la imagen de una madre amando con todas sus fuerzas y honrando la vida de su hijo.

Los doctores no daban noticias alentadoras y el diagnóstico fue dado a pesar de todos los intentos Omar Emiliano mostraba signos de muerte cerebral.

En ese momento pude testificar la verdadera capacidad de entrega, la honesta y altruista capacidad de amor al ver a María Antonia tomar la decisión tan valiente de que la vida de su hijo no terminará en esa cama de hospital. Ella decidió dar a través de la vida de Omar Emiliano vida a otros cinco niños, que hasta ese momento no tenían esperanza alguna de poder vivir sin la donación y transplante de uno de sus órganos vitales.

Estuve a su lado sin siquiera poder imaginar sus sentimientos, emociones y pensamientos; solo junto a ella pude aprender sobre la capacidad de dar a otros. 

Gracias a la decisión de su madre, Omar Emiliano se convirtió en dador de vida gracias a la donación de sus órganos.

La organización Texas Organ Sharing Alliance los acompañó en este proceso. La asesoría y acompañamiento en cada paso fue tan compasiva, empática, tan amorosa, como si los conocieran de toda la vida. Todos estaban ahí para acompañarla en este proceso tan doloroso y valiente al mismo tiempo. 

Estudios médicos fueron y vinieron, las horas transcurrían lentamente  hasta poder localizar a los cinco receptores, aquellos que contaban con una esperanza de vida. 

Omar Emiliano y su mamá les dieron la oportunidad de volver a vivir, de volver a disfrutar la vida sin el miedo constante a morir.

Omar Emiliano se convirtió en ese ángel lleno de amor, en ese héroe que regalo vida a cinco niños. Él se manifestó como lo que siempre ha sido y será, un ser especial, amado por todos los que lo rodeaban, repartiendo paz y tocando el alma de cada una de las personas que tuvimos la oportunidad de estar en su vida.

Omar Emiliano fue, es y será ese ángel que logró tocar significativamente la vida de esas cinco personas.

Cada día, esta experiencia,  transforma a los que estuvimos cerca. Formamos tomados de la mano una cadena humana, “la guardia de honor al quirófano”, en la que médicos, enfermeras, familiares y amigos, se unian para honrar la vida de este especial donador y la oportunidad de vida que le ofreciera a otros. 

Durante mi vida, no he tenido la oportunidad de estar presente en una ceremonia tan solemne y especial como ésta. “La guardia de honor al donador de órganos”. La solemnidad con que los médicos y todo su equipo hace que cimbra lo más profundo de tu ser, para hacerte conciente de la importancia de donar nuestros órganos y darte la oportunidad de dar vida a otros.

No existe amor más grande que el de una madre a su hijo, y Maria Antonia nos enseñó que el verdadero amor es altruista y con la enorme capacidad de dar y darse a sí misma hasta el último aliento, hasta el último respiro.

Al donar los órganos trasciende la vida en amor, brindándo latidos, oxigeno, a otros.

Los invito a sumarse junto conmigo y  honrar la vida de Omar Emiliano y el amor ejemplar de su madre María Antonia, para considerar la posibilidad que tenemos de donar vida. Informémonos, aprendamos y veamos las opciones que existen para la donación de órganos. unamos nuestras voces para llevar la conciencia a otros y así poder cambiar la cultura de la donación de órganos.

Los números y las cifras sobre la donación de órganos que la Organización Mundial de la Salud nos da son tristes y desalentadoras. Según estadísticas de LifeLink Foundation, una organización sin fines de lucro de servicio a la comunidad, dedicada a la recuperación de órganos y trasplante, menciona que 22 personas mueren cada día porque los órganos que necesitan no son donados a tiempo.

Esto, pese a que “más de 145 millones de personas se han inscrito como donantes de órganos, pero solo aproximadamente tres de cada 1,000 pueden convertirse realmente en donantes cuando mueren”, según donaciondeorganos.gov, la página web que contiene información del Gobierno de Estados Unidos sobre donación y trasplante de órganos. 

Estadísticas señalan que cada 10 minutos se añade un nombre a la lista nacional de personas que necesitan un trasplante. Por lo que tal vez deberíamos mirar un poco más allá y considerar el trasplante como una posibilidad que hoy se considera como la mayor revolución en la medicina del siglo XX. Pero sin donadores no hay transplantes, hagámoslo en la conciencia de la gran capacidad que tenemos todos los seres humanos de dar vida a través del amor. 

Trascendamos a través de la vida.

Gracias a Omar Emiliano y al amor de María Antonia que transformaron mi vida y espero que la de muchos otros, enseñandonos el amor en su más grande expresión.

Amor a la vida, dando vida a otros.

En honor y agradecimiento a Omar Emiliano (2010 – 2019) y María Antonia.

Omar Emiliano