La ópera nace en Florencia en el último tercio del siglo XVI y tuvieron que transcurrir muchas décadas para que un día naciera, en la cuna de una familia mexicana, el extraordinario tenor mexicano Emilio Ruggerio cuyos dotes naturales y pasión por la música lo llevarían a pisar importantes escenarios en el mundo de la ópera.
Su historia profesional comienza con ese primer contacto con la música, lo cual no fue simplemente producto de la casualidad, por el contrario, fue un auténtico legado cultural de sus padres, -italo-mexicano- al exponerlo desde su niñez a la música e interpretación de cantantes mexicanos educados en el canto clásico como lo fueron Jorge Negrete, Pedro Vargas y Pedro Infante, entre otros.
Emilio cuenta entre anécdotas románticas y coincidencias extraordinarias, cómo fueron hilándose sus historias, desde sus primeras serenatas como un joven enamorado, su participación en el coro del Heroico Colegio Militar, hasta su presencia en escenarios tan importantes como la Scala de Milán.
En la escuela militarizada es donde descubre su talento al canto. Emilio se gradúa del Heroico Colegio Militar y su director del coro lo incita a ingresar a la Escuela Nacional de Música de la UNAM, ahí conoce al maestro Enrique Jasso Mendoza, quien seria su profesor de canto por los siguientes 8 años, impulsando su conocimiento y pasión por la ópera.
En 1997 llega a México una convocatoria por parte de La Sociedad Internacional de Valores de Arte Mexicano A.C. (SIVAM) a jóvenes cantantes de ópera, donde asistían representantes de la Metropolitan Opera House de Nueva York para brindarles oportunidades a jóvenes cantantes de trabajar con maestros de las grandes casas de ópera del mundo. Emilio audiciona y es aceptado inmediatamente. Un año más tarde realizaba su debut en Viena durante el Festival Internacional en Gars am Kamp, con “La Bohème” de Puccini y posteriormente ingresa en la International Opera Studio de Zurich.
“La carrera de la ópera, del canto lírico, es una carrera que necesita de mucho sacrificio, mucha disciplina, mucha dedicación y mucho carácter, si uno no tiene eso, fracasa de inmediato, porque es una carrera donde tus sentimientos se va a exponer, donde los golpes de la vida y la criticas negativas han derrotado a muchos artistas,” comenta Emilio.
Su determinación y fuertes convicciones ha sido también parte del éxito, cargadas por supuesto, de las habilidades y dones que le fueron dados por su extraordinaria voz.
En su carrera por Europa, ha compartido el escenario al lado de extraordinarios y reconocidos intérpretes como Placido Domingo, Francisco Araiza, Jose Carreras, Leo Nucci, Cecilia Bartoli y Griorgio Zancanaro, entre otros. Y a pisado escenarios tan importantes como la Arena de Verona, La Opera de Teatro de Zurich y La Scala de Milán.
“La ópera como el beisbol, son reinas en su área. En el beisbol, todo esta implícito, reflejos, velocidad, etc. En la ópera también, ballet, historia, música, actuación, idiomas, historia del arte, etc. Por eso el artista que estudia la carrera de ópera, tiene que aprender de todo,” señala Emilio.
Sin duda un hombre que por 25 años ha dedicado su vida al arte, que ha representado a México y que muestra su amor por esa tierra que le diera los cimientos para su aún pujante y exitosa carrera profesional.