¿Tu vida tiene un sentido? Con una interrogante así de fuerte quiero comenzar hoy. Confrontándote con una pregunta fundamental que a veces no nos solemos hacer porque lo damos por hecho.
Decía Sartre que “estamos condenados a vivir la libertad de nuestra propia existencia” y que “hoy en día sabemos cómo se hace todo, excepto vivir” ambas poderosísimas frases si las sabemos adoptar, porque en nosotros cabe actuar en consecuencia, existir, pero de una manera plena, encontrando un propósito que puede hacer la gran diferencia entre sobrevivir o realmente vivir.
La sociedad moderna nos ha inculcado la creencia de que el objetivo fundamental de la persona es ser exitoso económica y laboralmente, pero no necesariamente eso es lo que le da un sentido pleno la vida. Están los valores, los afectos, las personas… y en ocasiones los dejamos a un lado por ese afán de hacer más. ¿No será que en el fondo estamos inseguros de nuestro propio propósito, que creemos que las emociones nos vuelven más frágiles y que preferimos ocultarnos bajo la barrera del trabajo?
No me malentiendas, no quiero decir que dejes el esfuerzo personal a un lado y que repentinamente te vuelques a las emociones. Lo que yo propongo a través de esta reflexión es encontrar el balance y, sobre todo, el motivo para vivir y trascender.
Nadie nos dicta el sentido de nuestra vida, nosotros lo vamos encontrando, trazando, diseñando y rediseñando en función de nuestros objetivos e incluso de la propia creatividad.
Hay personas que se dejan mover en automático, sin pensar en esa huella que quieren o deberían dejar en su paso por la tierra. Y es entonces cuando comienza la infelicidad, frustración e incluso cuadros depresivos profundos que van asociados con no tener una meta de vida clara.
La diferencia entre el qué y el para qué es fundamental.
Son muchos los filósofos y psicólogos que han explorado el tema de la existencia: Nietzsche, Camus e incluso el mismo Aristóteles, quienes también abordaron el tema del sentido de la vida desde diferentes puntos de vista. Pero en esta ocasión quiero centrarme en Víctor Frankl y esa búsqueda de sentido que plantea desde la logoterapia y que hace un especial énfasis en que hay que encontrar un “para qué”.
La logoterapia se enfoca en la profunda pregunta del ser humano sobre el sentido de su existencia y reconoce la importancia de cada momento concreto, particular y único en la vida de cada persona, así como la necesidad innata de encontrar un sentido como respuesta fundamental.
En un mundo marcado por la problemática del hombre contemporáneo, esta corriente psicológica aborda el mal de nuestra época: la búsqueda constante por el significado de nuestra existencia personal y social. Se enfrenta directamente a la sensación de falta de sentido y al profundo sentimiento de vacío existencial que muchos experimentan.
Todos los días suceden cosas, buenas y malas… cosas, simplemente. Es un hecho que tú no eliges las circunstancias, pero sí cómo las enfrentas, eso es actitud y descubrir el propósito. Recordemos tan solo que mientras Frankl se encontraba en un campo de concentración nazi fue cuando termina de dar validez a su teoría y escribe su obra maestra “El Hombre en Busca de Sentido”, un libro lleno de sabiduría que yo recomendaría una y mil veces.
Solemos buscar afuera lo que debemos encontrar dentro, en este mundo moderno, damos más valor a las percepciones y a lo aparente que realmente al interior, a nuestro propio bienestar. Pesa más la opinión externa y la imagen que lo que realmente somos.
El sentido de la vida está estrechamente relacionado con los valores y principios personales. Puedes profundizar en la importancia de identificar y vivir de acuerdo con ellos, ya que esto nos brinda un sentido mucho más auténtico y significativo.
Muchas personas encuentran sentido en la búsqueda de la felicidad, pero es importante cuestionar qué significa realmente ser feliz y cómo podemos alcanzar esa alegría duradera.
Aquí algunas ideas que te pueden ayudar en esta indagación propia:
- Contribuye en algo a tu mundo y genera impacto en los demás.
- Encuentra un equilibrio entre las demandas y presiones externas de la sociedad y la búsqueda de tu propia autenticidad y bienestar interior.
- Mira hacia dentro para encontrar respuestas en lugar de buscar constantemente fuera de nosotros mismos. ¡Cuántas veces nos dejamos al final de la lista buscando encontrar nuestra razón de ser en los otros!
- Busca una autotrascendencia que te ayude a encontrar un sentido más profundo y satisfactorio en la vida.
El tiempo y la muerte
Dicen que si sintiéramos que nos vamos a morir seríamos mejores personas, aprovecharíamos mejor el tiempo… el dinero y el estatus quizás pasarían a un segundo plano porque le daríamos mayor enfoque a los recursos emocionales, a la persona misma y al sentido de trascendencia.
¿Si fueras a morir mañana estarías listo y con la tranquilidad de que realmente tuviste una razón de ser?
A veces caminamos por la vida como si nunca fuera a terminar, todos los días se perciben como iguales, los dejamos pasar sin una razón de ser porque nos dijeron que el tiempo es infinito. Olvidamos que el nuestro es un recurso finito, que nuestro reloj personal tiene una fecha de caducidad que no conocemos y solemos entonces procastinar, posponer cosas y pensar en que mañana será otro día. ¿Y si no hay mañana?
Vemos ese fin, la muerte, como algo muy lejano, pero en realidad no sabemos cuándo llegará. Cuesta pensar en ello, pero si por momentos nos diéramos el tiempo de reflexionar todos los días que puede ese ser el último, disfrutaríamos y aprovecharíamos mucho más cada segundo. Quizás entonces buscaríamos las cosas más profundas de la vida y le inyectaríamos mucha más pasión a la existencia.
Algunos pasan por la vida sin siquiera pensarlo y cuando voltean hacia atrás ven en si mismos un reflejo vacío en el espejo porque han envejecido sin un propósito… Otros han tenido la oportunidad -incluso diría la fortuna- de replantear su sentido oportunamente, muchas veces derivado de una enfermedad o una mala noticia que les ha puesto a pensar que les queda poco tiempo y que lo deben aprovechar en lo realmente fundamental.
Para ellos fue esa mala noticia la que se convirtió en un parteaguas en su vida, en un antes y un después, y muchos de ellos han sido lo suficientemente resilientes como para pasar del qué al para qué que nos plantea Frankl. Dirían las abuelas que “las cosas pasan por algo”, retomemos la profundidad de la frase y llevémosla a nuestro diario actuar.
Los duelos y el sufrimiento nos hacen revalorar la existencia humana y a replantearnos si le estamos dando un correcto sentido a la vida, y aquí cabe subrayar nuestro sentido, no el que los demás esperan de ella.
¡No permanezcas estático hasta tener esta confrontación con la vida para cambiar y determinar nuestro propósito y razón de ser!
No hay un camino bueno o malo, es tu propio camino y en el cual te encontrarás con pérdidas y ganancias, gente a la que dejes atrás y con la cual te encuentres, un trayecto personal que tiene como meta final tu felicidad y trascendencia; pero a veces estamos tan desconectados desde dentro que la vida se convierte en un vacío automático que le quita toda traza de plenitud.
Cada día morimos un poco, los momentos son irrepetibles, lo que dejamos pasar hoy no volverá jamás. Te recuerdo, nos contaron la historia de que el tiempo es infinito… pero el nuestro tiene fecha de término.
La reflexión final con la que te quiero dejar hoy es si estás satisfecho con tu vida y si hay algo que aún te falta para darle sentido.
En un mundo lleno de influencias externas, es esencial encontrar nuestra propia voz y vivir de acuerdo con nuestra autenticidad.
Y algo muy importante: Disfruta el camino, no solamente la meta, porque ese trayecto está hecho de pequeños pasos que nos van llevando a ella y que justamente van construyendo en favor de ese propósito de vida.
No importa si eres joven o mayor, siempre cabe preguntarnos y cuestionarnos. Por lo pronto yo te dejo con una serie de interrogaciones que espero te lleven en este camino. ¿Qué huella vas a dejar? ¿Qué contenido le estás poniendo a tu vida? ¿Cómo te haces mejor en esta vida?
¿Estás lo suficientemente satisfecho con tu existencia como para decir que hoy podrías morir en paz?