Recién leí una frase que se cita como autor anónimo en los espacios que la he encontrado y que puso mi mente a dar vueltas: “Si quieres tomar ventaja en la vida, comienza por trabajar en tu educación”. Pues bien, yo la tomo y la cambio un poco para decirte que, si quieres tomar esa ventaja, primero tienes que trabajar en ti, en tu persona.
¡Cuántas veces nos movemos en automático y de pronto nos encontramos que la chispa se perdió y que el piloto ya no enciende! Te levantas un buen día y te das cuenta de que aquello que te movía y generaba pasión ya no lo es más. Suele pasar, yo lo he sentido, muy seguramente tú también en alguna ocasión, y las personas más exitosas igualmente pasan por esto. Es ese momento de accionar y reencontrarnos porque corremos el riesgo de caer.
¿Me sigues con esto? No se trata de un criterio de eficiencia y éxito profesional, se trata de algo en lo más profundo de nuestro interior que nos motiva a hacer y disfrutar las cosas, porque ¿qué sería de nuestra vida si abandonamos esa capacidad de disfrutar lo que hacemos en todo momento? Seguramente perdería todos sus colores y matices para volverse una infinita gama de grises.
De alguna manera nos hemos vuelto víctimas del determinismo cultural que nos condiciona a actuar de una u otra forma, son las reglas y las tenemos que seguir. No digo que esté mal actuar en concordancia con nuestro entorno y con las reglas, pero si no las cuestionamos corremos el riesgo de entrar en una zona confortable -y conformista- que va a hacer que ante lo nuevo nos cerremos.
Hacer un plan de vida:
Quizás en este momento te quiero sacar de tu zona de confort, te ayudaría elaborar -o retrabajar- tu plan de vida, es una excelente herramienta que en el mundo laboral utilizamos y que te permitirá priorizar lo que es más importante para ti. Teniéndolo claro, entonces comenzarás a tomar decisiones basadas en esas prioridades y podrás avanzar hacia lo que deseas.
Parte de los cuestionamientos típicos que deberías hacerte incluyen: ¿Cómo te ves en 5, 10 o 15 años? ¿Cuáles son tus metas e intereses? ¿Cuáles son tus prioridades? ¿Qué acciones vas a tomar para llegar a ellas? Todas estas preguntas, aparentemente simples, implican un proceso de pensamiento muy profundo.
Este plan de vida incluye analizar tus expectativas, determinar tus necesidades, valores y fortalezas, tener bien claro qué y quién te frena a hacer las cosas y qué y quién, por el contrario, te impulsa.
No es algo que vayas a resolver en media hora, como ves, es un análisis concienzudo de tu ser, de tu situación actual y de cómo te ves a futuro.
Es un proceso reflexivo que yo recomiendo hacer sobre una base periódica y que nos refleja si vamos en la dirección correcta o que nos cae como ese balde de agua helada que nos hace repensar en nuestra vida.
Tómalo simplemente como una forma de analizar hacia dónde te quieres dirigir, cómo te visualizas y lo que quieres lograr en la vida… No significa que una vez que lo tengas debas ser tan rígido que te cierres a oportunidades, porque eso no está escrito en el plan, la flexibilidad también es una característica que nos ayuda a llegar más lejos y a un proceso de adaptación a circunstancias que no estan contempladas.
Darte la oportunidad de un sí a nuevas perspectivas.
Pareciera que SÍ y NO son palabras tan cortas que no implican mayor responsabilidad… yo te diría que son definitorias y que pueden cambiar el curso de muchas cosas.
En muchos sentidos estamos acostumbrados a decir sí a todo y nos cuesta hasta trabajo decir no, cuando se trata de poner límites… es un tema un poco cultural de los hispanos…pero cuando decir ¡Sí! implica un rompimiento, nos paralizamos y no nos atrevemos a pronunciar tan corta palabra.
Te voy a proponer hacer un pequeño ejercicio personal, cuando termines de leer este artículo mantén la mente abierta, vuélvete observador y fíjate cuántas veces te enfrentas a la disyuntiva SI o NO. Muchos de los NO´s van a estar relacionados con decisiones que no nos resultan confortables y nos llevan a cerrarnos porque -seamos sinceros- nos asusta un poco tomar riesgos. ¿Y si cambiamos ese chip y nos damos la oportunidad? ¿Cambiaría algo nuestra vida si dijéramos siempre que sí a todo lo que nos asusta?
Te voy a compartir una historia personal que creo aporta al tema. En medio de una terrible crisis laboral en épocas de pandemia, un buen día me levanté y dije que a todo lo que me ofrecieran iba a decir que SI. Suena terriblemente extraño, lo sé, y fue así como me llené de cosas hasta abrumarme, desde proyectos y clases hasta participación en medios y webinars… todo acaparaba mi tiempo y mis esfuerzos, debo confesar que estuve al borde del colapso por exceso de actividad, pero ¿sabes? lo volvería a hacer, porque me llevó a encontrar nuevas vetas profesionales y personales poco exploradas en mi vida y que hoy se han convertido en un motor, porque descubrí que soy muy buena ello, me gustan y me mueven a ser mejor. También me reencontré con los sueños profesionales que tenía de universitaria y de los cuales me había olvidado. Sin duda yo me había podido quedar instalada sólo en lo que sabía hacer muy bien y no mirar alrededor, pero no sé si hoy me sentiría tan feliz como lo soy con lo que hago actualmente.
Trabaja por ello, nada es gratis.
Claro, decir SÍ implica responsabilidad y mucho trabajo de por medio. Yo te diría que quizás mucho más esfuerzo porque estás entrando en territorios un tanto desconocidos de los cuales, además del miedo, tenemos que aprender. Aquí es donde entra la importancia de adquirir conocimientos, que, sin duda, en muchos sentidos hacen la diferencia.
Cultívate en muchas disciplinas, aprende cosas que quizás no son lo que haces cotidianamente, eso te abre nuevos espacios y puntos de vista. Sé de infinidad de personas en los que buscando estas nuevas direcciones se han encontrado con vidas mucho más felices o negocios exitosos en los cuales nunca hubieran incursionado si algo, o alguien, no les hubiera hecho salir de su posición más cómoda.
Abundan los ejemplos en los que, de un aprendizaje nuevo, de algo que quizás por gusto quisiste experimentar, surgen nuevas soluciones a problemas actuales o incluso te llevan a descubrir nuevos caminos que enriquezcan tu vida. Seguro que ya tienes en mente un montón de ejemplos cercanos. A mí me viene a la mente el caso de un amigo cercano que nos servirá a la perfección como ejemplo. Él toda su vida se ha dedicado a la producción de televisión, pero un día llegó el Covid y su trabajo simplemente se vio pausado porque la industria, se pausó momentáneamente para evitar grandes contagios, ante la crisis sacó a flote una de sus pasiones más grandes: la cocina, y empezó a hacer de ella no solo algo entretenido, sino algo que le salvó económicamente por mucho tiempo. Hoy la producción retomó su camino y continúa con sus actividades, pero a ello suma un próspero negocio que nunca hubiera iniciado si no hubiera tenido conocimientos culinarios. ¿Me explico? Todo es cultura, todo lo que aprendemos tiene el potencial de ser utilizado en nuestra vida en un momento u otro.
Tomar la iniciativa
Sin duda, tomar la iniciativa es arrancar, es ese momento en que iniciamos con algo, a veces después de pensarlo y repensarlo, otras veces quizás un poco impulsivamente. Es ese segundo en el que pasas de la pausa a la acción, es comenzar y recomenzar, es el inicio de algo nuevo que quizás no nos habíamos planteado y que puede determinar tu vida. Encontrar la chispa de nuevo, reinventarte, caminar por sendas que quizás no te habías planteado pero que te llevarán a sentir felicidad y amor por esas cosas nuevas que te estás dando oportunidad de experimentar.
Piénsalo así: ¿Qué sería lo más grave que te pudiera pasar? ¿Qué te dieras cuenta de que no es el camino por donde quieres transitar? Como quiera, ya ganaste, porque ya lo experimentaste y con ello te brindaste la gran oportunidad de aprender.
¿Estás preparado para más SÍ´s y menos NO´s?