¿Te acuerdas cuando veías las primeras luces navideñas? Era como encender una llama interna de ilusiones que empezaban a entretejerse con deseos y sueños. Era una época para soñar sin límites, creer en todo lo posible y lo imposible.
¿Recuerdas cuando encendido de esperanza por recibir ese regalo que tanto deseabas de papa Noel, tratabas de mantenerte despierto toda la noche con la ilusión de ver los renos volar por tu ventana, sintiendo cascabeles en el corazón, y a pesar de no haberlos visto nunca, solo al recordarlo, sonríes? Qué decir de los maratones de películas navideñas que casi con los ojos cerrados continuabas viéndolas, repitiendo diálogos y canciones de memoria. Y las emociones de escuchar música navideña. Y lo inolvidable de ir a casa de los abuelos, donde se hicieron fiestas mágicas que se plasmaron en tu historia de vida.
Dormir y estar despierto eran casi sinónimos. Soñabas de día y de noche con toda la magia que trae ésta época del año. Cierres de ciclos, enseñanzas, lecciones para el futuro, pero principalmente nos trae la magia de soñar, de creer, de mirar hacia un futuro mágico lleno de amor en compañía de seres queridos. Así sin darte cuenta, solo con recordarlo te sientes vivo, te sientes amado, abrazado y listo para seguir construyendo sueños.
Se ha demostrado que nuestro cerebro reacciona y vive de acuerdo a nuestros pensamientos, los obedece tal y como se los demos, casi sin desmenuzarlos, actuando en consecuencia. Por lo que cuando atraes a tu mente recuerdos lindos, tu cerebro segrega las hormonas que corresponden al pensamiento dado, tal y como lo dice la trillada frase: “Recordar es volver a vivir”, así funciona. Cuando recordamos momentos extraordinarios sientes alegría, pero lo mismo pasa con la tristeza, nos puede invadir la mente e inundar de cortisol y adrenalina.
Entonces te pregunto, ¿Cómo quieres sentirte? Me queda claro que a nadie le gusta sentirse triste o apagado, y que preferimos sentirnos felices y amados. Pues entonces, a generar pensamientos y recuerdos en nuestra mente que nos faciliten y estimulen la producción de dopamina, y oxitocina, para sentirnos vivos y felices, (aunque sea engañando a nuestra mente), lo cual es posible. Con solo pensar en esos sueños, momentos o recuerdos que en su momento eran todos y cada uno realidad, el cerebro comienza a trabajar segregando la oxitocina, (la hormona de la vida, del alumbramiento, del amor), y es por eso que te sientes tan bien, solo de recordarlo. Esto nos alerta de lo peligroso que podemos ser para nosotros mismos.
Ahora en estas fiestas y cierres de año podemos vivirlo y practicarlo de manera distinta, -después de todo ha sido un año completamente diferente-. Es momento de hacer cambios para vivir mejor.
Fíjate, te lo explicare mas detalladamente: El 90% de las cosas que imaginamos que nos generan miedo; no suceden. Pero si ocurren en nuestro cerebro, por lo que se genera una producción excesiva de cortisol a través de todo el torrente sanguíneo afectando de manera directa reacciones corporales, emocionales y conductuales. Comúnmente al final del año o al concluir un ciclo surgen estas sensaciones, con pensamientos basados en expectativas. Lo importante de todo ello, es que tenemos la llave y el poder para lograr creer y recrear episodios positivos vividos anteriormente. Es momento de darle la vuelta a esta crisis vivida por la pandemia y gozar de la magia de la época, para ayudarlos a resetear el hipocampo y bajar la irritabilidad de la amígdala. Por supuesto que traemos al organismo trabajando al 100% porque se ha sentido amenazado.
Por lo tanto, el secreto no está en controlar todas las situaciones o en voltear para otro lado como si no pasara nada, sino en creer y producir pensamientos positivos. Sí nutres tu cerebro de pensamientos que te hagan sonreír, que te acompañen y te ayuden a creer en ese futuro que aún no se percibe, pero que creyendo en él de una manera positiva, serás capaz de construir.
Deja volar tus sueños, es momento de revivir cascabeles, renos, chocolate caliente, música alegre, risas, sorpresas, piñatas, reencuentros de amigos cercanos, etc., porque a pesar de que todo esto pudiese no hacerse posible, solo con pensarlo, lo estarás viviendo. Es época de soñar, de creer y construir para abrazarnos y sentirnos amados. Esa es la magia de la época.
Date permiso, quita tus miedos, y echa a volar la mente, tal como los renos de la ventana que creíste ver cada diciembre en tu infancia.
A creer por una vida mejor.