Claude Levi-Strauss decía que al comprender y hacerse comprender se entrega algo de uno mismo, se toma algo del otro, a partir de entonces los actos y los pensamientos se hacen recíprocamente solidarios y se pierde la libertad de equivocarse.

Desde mi particular punto de vista, la educación disruptiva tiene que ver con esto y con el concepto de la enseñanza situada que nos habla de la imperiosa necesidad de vincular la escuela con la vida real, ya que desafortunadamente hoy todavía nos encontramos con contenidos y técnicas de enseñanza que están divorciadas de las necesidades reales de las nuevas generaciones (hoy tan difíciles de “atrapar”). Sus prioridades son diferentes, cuestionan lo establecido, creen que tienen todo el conocimiento, son impacientes y desechan lo que a su juicio no les es útil, por lo que debemos adaptar la academia a nuevos estilos.

¿Por qué deberíamos movernos en esa línea y enseñar como ellos esperan aprender? Porque el fin último es prepararlos para diferentes situaciones de la vida.

Trabajar en la educación busca como resultado generar aprendizaje en los estudiantes. ¿Siempre se logra? Yo diría que no en todas las ocasiones y esto tiene que ver con el tipo de memoria que desarrollamos en ellos. ¿Cuántas veces estudiaste para un examen que necesariamente tenías que aprobar y al día siguiente no recordabas nada? Utilizaste tu memoria a corto plazo y no le encontraste mayor utilidad a esa información por lo cual fue desechada. Pero muy seguramente hay otro tipo de conocimientos que están presentes como el primer día, esto tiene que ver con tu memoria a largo plazo y sin duda alguna fueron derivados de alguna experiencia asociada que los volvieron recuerdos significativos.

La educación experiencial incluye generar una dinámica en clase y extra muros que permita vivir los conocimientos y en base a ello, dejar rastros permanentes.

¿Quieres hablar de creatividad en el aula? ¡Haz que tus alumnos la experimenten, ya sea a través de una dinámica o alguna actividad en que ellos la desarrollen! ¿Quieres enseñar Relaciones Públicas? Permite que los alumnos creen un proyecto en el cual apliquen de principio a fin todo lo que les compartes. Esta es la diferencia entre la definición y la vivencia. 

John Dewey, pedagogo, psicólogo y filósofo del siglo XX, planteaba que el contenido de las materias debe incluir situaciones que conduzcan a un crecimiento continuo gracias a la interacción entre las condiciones objetivas o sociales e internas o personales, es decir, entre el entorno físico y social con las necesidades, intereses, experiencias y conocimientos previos del alumno.

Recordando la dialéctica de Hegel, esta metodología enriquece el conocimiento en espiral “pensamiento-acción-reflexión” en el cual de la resolución de un problema pueden surgir nuevos problemas, dándole así cada vez un enfoque diferente y/o mucho más profundo.

¿Hay algún profesor que te dejó huella en la vida y de cuyas clases aún te acuerdas? Sin duda utilizó recursos en clase que te resultaron significativos. Ese es el punto, generar un proceso educativo que deje una huella más allá de la calificación.

Para mí, esta es la educación disruptiva, aquella que rompe moldes pero que de forma creativa transmita conocimientos. Hoy todos hablamos de disrupción. Ser disruptivo no es malo, si bien la psicología define la personalidad disruptiva como algo problemático, las nuevas tendencias de la mercadotecnia le dan un nuevo enfoque buscando ser altamente diferenciado y relevante para el consumidor… visto así, nuestros alumnos son nuestros consumidores de conocimientos.

Series como “Merli” y “Rita” que hoy vemos en televisión me parecen un ejemplo de este tema, en donde estos profesores definitivamente han roto esquemas y han resultado profundamente inspiradores y cercanos a sus alumnos.

“Merlí” es una serie de televisión española que trata sobre un profesor de filosofía que estimula el pensamiento de sus alumnos mediante métodos poco convencionales, que dividen opiniones de la clase, profesores y familias, pero que al final logra convencer por sus excelentes resultados de enseñanza.

“Rita”, por su parte es una serie danesa cuyo argumento gira en torno a Rita Madsen, profesora testaruda, rebelde, poco convencional siempre en búsqueda de hacer una mejor labor educativa aún contra los estándares establecidos, pero siempre teniendo como centro la vida de sus alumnos.

¿Qué tienen en común ambos? Son personajes con una fuerte dosis de disrupción en su labor educativa que logran captar la atención aún de los alumnos más difíciles y capturar sus corazones. 

Así resumo yo la educación disruptiva, hacer cosas diferentes, memorables, quizás aquellas que otros ven como un poco “locas” pero que finalmente logran envolver aún a aquellos alumnos que se sientan en la fila de atrás, a aquellos que son un poco más difíciles pero que tienen mucho potencial y que en la educación tradicional hasta serían un poco ignorados, porque se tiende a prestar más atención a quienes atienden la clase y sacan buenas calificaciones. Tendríamos que pasar de “porque yo lo digo” a “porque yo te inspiro” y esto me lleva a recordar una frase que a mi me marcó profundamente: “Ellos no recordarán lo que impartiste en el aula, pero sí tu ejemplo.”

Estoy convencida de que darle al alumno la posibilidad de tener experiencias reales de trabajo es invaluable, con lo cual estamos ayudándoles a desarrollar competencias y dando un sentido al aprendizaje, a eso agrego trabajar en equipo, porque crea vínculos y compromiso. Asi el docente funge como guía a lo largo del proyecto proporcionando conocimientos, pero son los alumnos quienes los introyectan. En ambos casos la construcción del conocimiento se da por la interacción.

Torp y Sage, al hablar del aprendizaje basado en problemas establecen que si se les pide a varias personas que describan las ocasiones en que aprendieron algo en verdad importante y que recuerdan con clara comprensión, por lo general no recordarán situaciones escolares formales sino situaciones de la vida donde tuvieron que afrontar problemas reales, complejos y significativos. 

Yo no soy ni “Merlí”, ni “Rita”, pero trabajo para serlo; definitivamente no me interesa que mis alumnos aprendan de memoria la teoría y que al día siguiente la olviden, me interesa trascender e impactar en sus vidas, dejar una huella profunda con ese aprendizaje significativo que impacte a largo plazo y genere conocimientos sólidos. Y con una actitud de compromiso que va fuera de la escuela, nos comprometemos con vidas. No enseñamos una materia, somos formadores integrales y podemos volvernos tutores, consejeros y hasta un poco cómplices de nuestros alumnos.

Como educador tenemos la posibilidad y la obligación de crear nuestras propias reglas creativas y después romperlas para recomenzar. La meta es trascender, dejar sembrada esa semilla que depositamos en cada alumno, por lo que además concluyo que para ser profesor, debe haber pasión, sólo así podríamos ir más allá de impartir una clase de conocimientos.