“Cerré con llave la habitación y después me tiró sobre la cama, inmovilizándome con una mano sobre el pecho y poniéndome una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos y me levantó las ropas, algo que le costó muchísimo trabajo. Me puso una mano con un pañuelo en la garganta y en la boca para que no gritara (…) Yo le arañé el rostro y le tiré del pelo”.
Aunque la descripción anterior podría obtenerse de una declaración legal contemporánea, se hizo en el año 1611 por quien se convertiría en una de las más brillantes exponentes de la pintura mundial, Artemisia Gentileschi, violada a los 18 años de edad. Artemisia recibió más golpes de la vida, incluyendo el perder el caso jurídico contra su agresor.
Siguiendo los patrones sociales de la época, Artemisa fue despreciada e ignorada por sus “amistades” y por el gremio artístico, no solo por haber sido violentada, sino por el solo hecho de ser mujer. “La mujer es el ser de cabellos largos e ideas cortas”, así se resumía la actitud hacia las mujeres en aquella época.
Brillante alumna del genial Caravaggio, sus primeras pinturas fueron atribuidas a la inspiración de su padre, Orazio Gentileschi y otros pintores reconocidos. Sin embargo su fuerte personalidad y sus magistrales obras, a través de las cuales criticaba a la sociedad y a los hombres, forjaron los cimientos de su venganza contra aquél que la ultrajó, así como contra los que la menospreciaron por su calidad de mujer.
Su obra más famosa es “Judith decapitando a Holofemes,” clara referencia a su venganza contra su abusador.
Contemporánea de Artemisia fue una joven mexicana que escribía las redondillas que resonarían en todo el mundo y a través de los siglos: “Hombre necios que acusáis, a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión, de lo mismo que culpáis”.
Sor Juana Inés de la Cruz busco el refugio contra el abuso y el matrimonio forzado, entrando a una orden religiosa como monja. De niña se escondía en la capilla de la hacienda de su abuelo para leer libros en la biblioteca adyacente, sabiendo que la lectura estaba prohibida para las mujeres.
Sor Juana Inés de la Cruz, Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, fue hija ilegítima de un capitán español y de una mujer criolla, Isabel Ramírez. A través de sus escritos y poemas, abogaba para que se permitiera la educación para las mujeres y se evitara el abuso de niñas.
La repercusión del pensamiento y la obra de Sor Juana Inés de la Cruz perduran hasta hoy y la definen. Su crítica de la misoginia y la hipocresía de los hombres multiplicó la cantidad de sus enemigos de la época, pero hoy le merecen millones de adeptos y seguidores, siendo reconocida como La Décima Musa.
Escribió poesía y prosa que abordaba temas sobre el amor, el feminismo y la religión y murió enclaustrada en 1695 a los 46 años.
Sor Juana Inés de la Cruz y Artemisa Gentileschi, son feministas no declaradas y personajes que tuvieron gran influencia en las letras y la pintura.
No hay nada más dulce que la venganza a través del arte.