Sin la creatividad en la vida, en el mundo, ¿qué sería de nosotros? o ¿cómo podría cimentarse la civilización?
Es, ni más ni menos, el punto de partida para transformar, avanzar y evolucionar. Una verdadera palanca del cambio que trae consigo enormes beneficios, lo mismo para combatir las enfermedades que para ampliar la producción y calidad de los alimentos o edificar el bienestar en las ciudades y en todo caso hacer la vida más vivible e incluso, en el caso de la creatividad que sustenta una obra de arte, para generar disfrute y felicidad.
Pero no sólo quiero referirme a las grandes invenciones que han marcado nuestro desarrollo a través del tiempo, sino a una forma de ser y vivir sustentados en el quehacer creativo y las condiciones que requiere para que esplenda.
Ese es justamente el punto de partida de la interesante, lúcida y provechosa propuesta del libro La ventura creativa: los siete pasos de la creatividad, de Paulina Bucher y Pablo Teuscher.
Para empezar, debo decir que coincido en que, si bien la creatividad es toda una aventura, no deja de ser venturosa, pues de verdad nadie podría afirmar que se vive con plenitud de no haberla insertado dentro de una concepción integral de vida. Y convencida además, de que esta aventura creativa nos perfecciona y hace más felices.
Queda claro a la vez, que no se trata de ser necesariamente genios, sino de echar al vuelo esa inmensa potencialidad de crear que todos poseemos, dentro de nuestra propia vocación, oficio o profesión.
Tengamos presente, entonces, cada uno de los siete pasos a la creatividad que nos proponen Paulina y Pablo, es decir: el reto, la búsqueda, el descubrimiento, los aliados, la tormenta, el encuentro y la conquista. Así también, que en cada paso se abre una rica reflexión a manera de guía, donde se precisa y ejemplifica con profusión de ejemplos, a fin de estar en condiciones de seguir la marcha sin vacilaciones ni retrocesos.
Tan importante es dar el primer paso como vencer los obstáculos que impiden una actitud creativa, y de la misma manera, encontrar el entorno donde veamos lo que nos rodea –y hacia nosotros mismos– “con otros ojos”. Despojarnos de inercias, pasividad, rutinas, morosidades en nuestros caminos, y acceder a la práctica de los buenos hábitos y las conductas de signo positivo con una visión humanista, incluidos todos nuestros sentidos sin excepción.
Miren, estoy tan de acuerdo con esas propuestas, que las sustento cotidianamente, convencida de que cuando pinto descubro simultáneamente que los colores alcanzan el sabor como en la hora de la cocina y viceversa. Más aún, que se pueden oír, tocar y degustar.
El libro de Paulina y Pablo, nos ofrece igualmente ilustraciones interesantes y frases célebres que hacen pensar y reforzar tan generoso y creativo recetario, por llamarle con otro nombre, de acuerdo a lo que ellos lo aconsejan.
En fin, que ahí veremos hasta cómo relajarnos y, desde luego, comprobar que crear es creer, en sí todo un acto de esperanza.
Si acaso, me gustaría añadir algo para complementar esta obra: que en todo acto de creación también es indispensable la ética, pues a veces se hace uso del ingenio y la inventiva para destruir o dañar, lo cual es reprobable e inadmisible.
Razones todas que celebro por la aparición del libro, y que mucho recomiendo, porque nos lleva venturosamente de la mano hacia a los paraísos de la imaginación, la fantasía, la creación misma, que tanto ha distinguido a los seres humanos en nuestro maravilloso planeta, ávido de nuevas ideas, de cambios positivos y obras que lo enaltezcan.