En nuestros días habrá muchos cínicos que opinan que el “amor” es un invento reciente o que no es más que una respuesta biológica o psicológica necesaria para la procreación de las especies.  

Sin embargo, como seres pensantes, los seres humanos han sentido y documentado la complejidad de sentimientos de amor y desamor a través de miles de años.  

La poesía, la pintura, la escultura, la música, el teatro y el cine, así como la arquitectura nos entregan muestras indelebles de grandes amores que trascienden a través de los siglos. 

El poema de amor más antiguo encontrado por antropólogos data de más de cuatro mil años en el lenguaje Uruk de Sumeria, y en tabletas de escritura cuneiforme. El romance cuenta de una reina, Inanna, quien se enamora de un chico pobre, Dumusi, cuidador de ovejas.  Inanna lo llamaba  “Mi amado, la delicia de mis ojos.”  Otras muestras son el relato griego donde Psyque susurra a Eros “Te amo. Te amo desesperadamente. Te amo más que a mí misma.”;  también la fábula china “La Diosa de Jade” incluye frases que parecieran haber sido tomadas de una canción del grupo de Rock KISS, “Fuiste hecha para mí y yo fui hecho para ti” (I was made for loving you!).

Llegamos hasta nuestros siglos, donde Garcilaso de la Vega escribe “por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero,”; Amado Nervo escribe sus más amorosos poemas para el amor de su vida, Ana Cecilia Luis Dallez, tales como “El primer beso” (Yo ya me despedía… y palpitante cerca mi labio de tus labios rojos); Pablo Neruda con su siglo XX (Puedo escribir los versos más tristes esta noche); Borges con su bibliotecario enamorado; y la inolvidable canción “Yolanda”, de Pablo Milanés (“Esto no puede ser no más que una canción, quisiera fuera una declaración de amor…”)

En la pintura resaltan los trabajos de Rembrandt (La novia judía); Watteau (La sorpresa); Renoir (Danza en el campo); Klimt (El beso); Chagall (El cumpleaños);  René Magritte (Los amantes); Frida Kahlo (Su auto retrato vestida como Tehuana); y Robert Indiana con su icónica creación (Love). 

En cuanto a escultura, existen muestras incontables por todo el mundo, incluyendo el Kama Sutra en la India; al igual que “La pareja de amantes” (Mithuna) también en la India, labrada alrededor del siglo XIII.  “El beso” de Auguste Rodin es todo un homenaje al amor, aunque el escultor deja al espectador la decisión de si es un amor romántico, apasionado, o de lujuria desencadenada de los amantes adúlteros Paolo y Francesca.  Igualmente “El Beso” de Víctor Delfín, es una estatua que define lo que es un beso apasionado, aunque sin el dejo erótico palpable en la obra de Rodin. 

Tal vez la más grande muestra de amor la encontremos en Guatemala, en la época de oro de la cultura Maya, alrededor del año 700, cuando el Rey Sol del imperio Maya sufrió la muerte de su adorada esposa.  Un apuesto y enamorado hombre de más de seis pies de estatura.  El rey decidió que construiría un templo adyacente al suyo, para estar junto a su amada en la eternidad.  El rey vivió por más de ochenta años, recordando y amando a su esposa.  Cada primavera y cada otoño, más de 1300 años después, exactamente en el equinoccio, el sol se levanta detrás del templo del rey para abrazar el templo de su amada con su sombra.  

Ese es el amor a través de las culturas, a través del arte y por los siglos de los siglos.  

Jose Rosario

Jose Rosario

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