¿Será que es posible ir por la vida sin miedo? ¿Podremos en realidad los seres humanos vivir ausentes de este sentimiento? Seguramente muchas veces hemos escuchado e incluso, hemos dicho a otros o a nosotros mismos “¡Vamos, tu puedes, no tengas miedo!, ¡Házlo!, no pasa nada” cuando sentimos ese temor que invade nuestro cuerpo, sin darnos cuenta que el miedo es un gran aliado si sabemos hacerlo nuestro amigo y compañero.
El miedo nos protege del peligro, nos alerta contra amenazas, nos detiene y mantiene con vida. Claro está, que si el miedo se convierte en el director de la orquesta, la música de nuestra vida estará limitada, entumecida y fluirá como un par de notas que no conocen el compás de una melodía.
Solemos darle un gran valor a la valentía y la honramos como una cualidad que engrandece a las personas, pero con ello a veces evitamos el miedo; lo negamos, lo escondemos y hasta lo maquillamos.
Los científicos definen desde el punto biológico al miedo, como un sistema de redes de alarma que se activan en nuestro cerebro para detectar una posible amenaza; que se manifiesta en cambios fisiológicos como sudoración, aceleración del corazón, ganas de orinar y dolor de estómago, entre otras. Pero de igual manera, se producen cambios cognitivos y conductuales tales como la desorganización de los pensamientos, el bloqueo de la memoria, la falta de fluidez de las palabras, etcétera.
Hoy también se sabe que el miedo proviene no solamente de la amígdala – esa pequeña nuez que localizada en nuestro cerebro – cerebro emocional-, estudios más recientes han demostrado que el miedo también se produce en nuestro sistema nervioso. Existen estructuras que se interconectan y contribuyen a dicha emoción, tales como la insulina bilateral, la corteza cingulada anterior dorsal y la corteza prefrontal – que se encarga de las reacciones conductuales hacia el miedo- y todo esto, aunado a los procesamientos de la información que nos proporciona cada uno de nuestros sentidos.
El miedo por lo tanto es mucho más complejo de lo que pensamos. Lo que se diferencia en cada persona es la respuesta con la que reaccionamos ante esta emoción.
Ahora que entendemos con mayor claridad esto, habríamos que tener mas cuidado en sugerir a otros “¡Vamos, no tengas miedo!”. Que tal si empezamos por utilizar palabras más correctas, recordando que al negar las cosas, estas no desaparecen; sí en cambio, las emociones pueden fluir mejor cuando las aceptamos, las abrazamos y aprendemos a vivir con ellas.
Es importante recordar que vivir con nuestras emociones, nos hace humanos, nos definen y nos permiten sentir, vivir y vibrar ante lo simple, lo grande y lo majestuoso que puede representarse en un respiro, una mirada, un cariño y hasta en una palabra, y nos ayudan a funcionar de una manera integral para adaptarnos a la vida y con ello, al proceso del cambio.
Ante el hecho de que tener miedo es natural y una reacción biológica de nuestro cuerpo, la cual no podemos simplemente borrar y desaparecer, podemos entonces re-aprender también a vivir con miedo. ¡Claro!, puedo imaginarme que mientras me leen estarán pensando que se me zafaron dos tuercas y un tornillo, pero no es así. Los invito a aceptar que el miedo existe, que es normal, que es parte natural de vivir y sobrevivir en este mundo.
Sin duda, la vida se vive y se construye al otro lado del miedo, pero eso no quiere decir que lo hagamos sin sentir temor, sin miedo al fracaso, a no lograrlo, a que algo no sea bien visto, al rechazo, al qué dirán, a que las cosas salgan mal, a equivocarnos, a que nos abandonen, a ser vulnerables, a ser reemplazados y a veces tenemos miedo, hasta de nosotros mismos.
Entonces, si hemos de vivir con él, porqué no empezar a vivir intensamente diciéndonos y apoyando desde el lado en el que se construye y se toman las oportunidades con la posibilidad del fracaso, con la posibilidad de ser abandonado, rechazados o engañados, de ese lado en donde se vive a pesar de los errores y de las lágrimas que derramaremos a nuestro paso.
Solo así, amarrándonos a nuestros miedos saldremos adelante a pesar de ellos y viviremos una vida llena de experiencias. Será entonces el momento en el que lograremos vivir y salir del abismo de la pérdida y de lo que no tenemos, voltearemos nuestras miradas ante las posibilidades y oportunidades que tenemos y no solo estaremos mirando lo que quisiéramos ser o lo que quisiéramos tener.
Te deseo mucho valor para seguir adelante a pesar del miedo y edificar tu vida por elección desde dentro de ti, listo para dar y recibir.
¡Anda, ve y anda con miedo!