Lo que algún día fuera una tradición celebrada en los lugares más recónditos de México, se ha convertido en un acontecimiento mundial a través de la cual se ha despertado no solo el interés de recordar y honrar a los seres queridos que han fallecido, sino también la consideración de la muerte como una etapa natural e inevitable en el proceso de la vida.
Hasta hace algunos años en algunas poblaciones urbanas de México se horrorizaban ante tales celebraciones, y en Estados Unidos los celebrantes eran acusados de organizar cultos, al no entender el propósito y rituales, ahora, es un apreciado tributo a los seres queridos que han pasado a mejor vida.
Gracias al mejor entendimiento de la rica y valiosa esencia cultural, del propósito de éstas celebraciones, sus símbolos y esencia, el Día de Muertos fue declarado en el 2008 como parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad, por la UNESCO.
Durante la investigación de los orígenes se descubrió que esta tradición centenaria, comenzó cuando los Aztecas celebraban un festival dedicado a la Diosa Mictecacihuatl. Quedando oficialmente establecida ésta tradición, el 31 de octubre, para culminar el 2 de noviembre, el Día de los Santos Difuntos. Sin duda alguna fuertemente relacionada con el Día de Todos los Santos en los Estados Unidos, por lo que la adaptación de la tradición, no ha sido tan difícil.
En la República Mexicana, el corazón de esta gran celebración, es un día de asueto para que “los vivos” compartan con “sus muertos” sus bebidas, su comida y su música favorita. Es un día de celebración y no de tristeza.
Hay otros lugares del mundo que celebran el Día de Muertos con bombos y platillos como Belice, donde la población yucateca maya, crea grandes altares y elabora comida para la celebración conocida como HanalPixan que significa “comida para las almas.” En Bolivia se celebra el Día de las Ñatitas o Día de las calaveras el 5 de mayo. En Brasil se celebra el Día de los Finados el 2 de noviembre, mientras que en Guatemala se celebra el 1 de noviembre con la construcción de gigantescos papalotes, a través de los cuales “las almas encuentran su camino de regreso a la Tierra.” En Ecuador tiene significado especial para los indígenas de los Kichwa, que representan un cuarto de la población y quienes elaboran una bebida conocida como colada morada, la guagua de pan rellena con queso y pasta de guayaba. En otros lugares como en la República Sueca, en Praga, se llevan a cabo representaciones teatrales con máscaras, dulces y calaveras de azúcar, así como los tradicionales altares. En Australia, Nueva Zelanda, Fiji, Indonesia y las Filipinas, también celebran con altares, rezos, cánticos, velas y comida. El denominador común en todas ellas, es la creación de altares.
Estados Unidos ha dando un nuevo auge a estas celebraciones, especialmente después de la película Coco, que ofrece una visita íntima y respetuosa de la tradición, sumado al reciente lanzamiento de la muñeca Barbie de Día de Muertos.
Como parte de estas celebraciones se planean desfiles y celebraciones en diferentes ciudades como en Los Angeles, Houston, Dallas y San Antonio. En ésta última por ejemplo, se celebrará la exposición de una escultura de diez pies de altura nombrada “Selena Catrina”, de Menchaca Studio, que fue hecha por 40 indios Huicholes con más de dos millones de coloridas cuentas y la cual se espera sea visitada por fanáticos de todo el mundo, entre el 1 y el 3 de noviembre, en una sección histórica conocida como La Villita en el centro de San Antonio.
La humanidad ha estado siempre extasiada con la relación y la continuidad entre la vida y la muerte. ¿Encontraremos la conexión? Tal vez no, pero por ahora podemos celebrar en grande las tradiciones, la cultura, la familia y el amor a nuestros seres queridos este Día de Muertos.
Jose Rosario
Ejecutivo de la industria de la música ex-vicepresidente de Sony Music, cantante, compositor, arreglista y productor.