Estaba sentada en el avión en un vuelo de la Ciudad de México a Guadalajara cuando noté a una mujer sentada a mi lado leyendo una novela que yo ya había leído. No pude evitarlo y dije: “Oh, ese es un buen libro. ¿Lo estás disfrutando?” Ella sonrió y asintió, y con eso dio inicio a una conversación agradable que duró el resto del vuelo, resultó que nos alojábamos en el mismo hotel, así que compartimos un taxi desde el aeropuerto, cenamos y continuamos nuestra conversación. Descubrimos que compartíamos algunas cosas en común, hijos de la misma edad y filosofías similares de vida, compartimos nuestra información y unas semanas más tarde recibí una llamada de la persona de capacitación y desarrollo de su empresa para preguntarme si podía venir a hablar sobre algunas soluciones de capacitación. Esa empresa se ha convertido en un cliente estable durante años y ella se ha convertido en una buena amiga. Todo comenzó…. con un comentario sobre un libro.
Esas conexiones espontáneas pueden ser extremadamente satisfactorias y gratificantes. Puede ser sólo un momento en el que compartas una sonrisa, un comentario, o puede ser una conversación más larga. La situación es que si estamos constantemente mirando nuestros dispositivos y tenemos los audífonos puestos, literalmente estamos bloqueando a las personas reales que nos rodean en favor de presencias virtuales. Deberíamos preguntarnos ¿cuántas oportunidades podemos estar perdiendo?
Cada vez más vemos que las conversaciones casuales con extraños o incluso conocidos parecen ser un recuerdo que se desvanece. Los restaurantes están llenos de comensales que se sientan en silencio, adolescentes sentados juntos mirando sus teléfonos e incluso, interacciones cara a cara interrumpidas por la constante mirada a nuestras aparatos digitales. La disminución de la atención no es solo una cuestión de etiqueta social, tiene consecuencias reales.
Las conexiones significativas se basan en experiencias compartidas, comprensión mutua e interés genuino en los demás. Estas cualidades son difíciles de cultivar cuando nuestro enfoque está constantemente dividido.
Al reflexionar sobre este cambio en la forma en que interactuamos con el mundo que nos rodea, podemos darnos cuenta de lo importante que es dejar nuestros dispositivos y recuperar nuestra capacidad de estar presentes. La conexión humana que forjamos en las interacciones cara a cara es irremplazable, ofreciendo una profundidad y riqueza que el mundo digital simplemente no puede igualar.
Debo admitir que soy un alma curiosa y amo a la gente, por lo que tal vez el entablar una conversación sea algo natural para mí, pero te sorprenderían las experiencias agradables que aparecen cuando intentamos estar presentes y conectados con las personas que nos rodean. El otro día estaba comprando en una tienda, cuando un hombre le señaló unas piezas para hornear galletas a su esposa. “Sí, ¡sigue soñando!”, dijo el, y ella notó que yo sonreía divertida, al instante hubo una camaradería y complicidad entre las dos. Es sorprendente descubrir que tienes aveces cosas en común con un extraño. Es saludable y bueno para nosotros estar presentes con quienes nos rodean y construir un sentido de solidaridad y comunidad, es algo que necesitamos desesperadamente y que parece estar separándonos cada vez más de los demás.
Si sientes que estás perdiendo el arte de la conversación, aquí tienes algunos consejos:
Empieza poco a poco
No te presiones a lanzarte a discusiones filosóficas profundas. Comienza con un simple saludo, una sonrisa o una observación.
Enfócate en la otra persona
La timidez es a menudo el resultado de la falta de confianza. Cambia tu atención a la otra persona pregúntale algo sobre ella. Las preguntas abiertas suelen ser las mejores, ya que proporcionan mucha más información.
Encuentra puntos en común
Busca experiencias compartidas. ¿Estás haciendo fila para algo? Pon la experiencia común en primer plano y sigue adelante a partir de ahí. Mi comentario sobre el libro es un ejemplo perfecto.
Autoconfianza
Un aire de amabilidad y apertura es contagioso. Un saludo cálido con contacto visual y una sonrisa puede hacer maravillas y crear reciprocidad.
Que no te importe el rechazo
A veces, algunas personas simplemente no están interesadas en tener una conversación. ¡Bueno! Su pérdida… ¡la siguiente!
Recuerda, la conversación es una habilidad que se fortalece con la práctica. Nunca se sabe con quién te puedes encontrar: un encuentro casual en un avión, en la fila del supermercado o esperando un taxi puede convertirse en una amistad duradera o incluso, en una oportunidad profesional.
Hay innumerables personas interesantes esperando conectarse. Al final, la conversación no se trata solo de intercambiar información, se trata de forjar conexiones, fomentar la empatía y enriquecer nuestra comprensión del mundo, un intercambio sincero a la vez.