Te has preguntado ¿porque para algunas personas el seguir una dieta es una simple decisión y en ellos ni el pan, ni los azúcares ni los refrescos son más fuertes que su voluntad y para ti no ocurre lo mismo?  Te pasa que ¿con todas las ganas y convicción de seguirla, basta cualquier festejo o reunión de fin de semana y ya estas justificándote que solo es un pedacito de pastel o una cervesita el fin de semana y te dices que el lunes puedes comenzar de nuevo?

Es como si quitaras el freno y ya nadie puede pararte, hasta que te olvidas que estabas a dieta, como si una parte de ti solo necesitara un pequeña excusa para apoderarse de la situación, que más tarde te hará sentir pésimo, porque entonces hay que empezar de cero. 

¿Cuantos de ustedes patinan en esta realidad y han empezado tantas veces en una dieta y la han roto tantas otras, que toda tu credibilidad respecto a esa tema está por los suelos, así como tu autoestima por tu falta de credibilidad?  Ello te hace sentir más frágil y menos capaz de sostener ese proyecto. 

La pregunta clave aquí es ¿qué hay detrás de la comida que unos pueden controlar sus hábitos y otros no? O mejor dicho ¿qué hay en tu forma de relacionarte con la comida, que muy seguido gana contra las batallas de tu salud, hasta el grado de ponerte en contra de ti mismo? 

Mucho tiene que ver con nuestro desarrollo emocional durante la infancia. Hay muchos elementos que tienen una carga emocional tan fuerte, que dejan de ser solo lo que son y se convierten en algo más complejo. 

Por ejemplo, si el dinero jugó un papel muy importante en las discusiones con tus padres, proveniente de la carencia, de la forma en que ha estos les costaba ganarlo y en la forma que hablaban de él, entonces el dinero cobra un significado diferente en tus creencias  y deja de ser solamente dinero, para convertirse en un elemento interior de protección, amor, paz, estabilidad, etc. Lo mismo ocurre con la comida, a la que se le atribuyen muchos significados emocionales. Todo depende de lo que vivimos como niños y lo que aprendimos con nuestros padres. 

Todos hemos visto familias completas con sobre peso, esas personas no solo aprenden malos hábitos alimenticios, sino también aprenden malos hábitos emocionales, donde  la comida tiene una fuerte connotación afectiva.

Representa para esas personas protección, amor, afecto, vinculo e intimidad.

 

 

¿Cuantos de ustedes para convivir necesitan comida?, ¿cuantas veces te has compensado por trabajar tanto con comida?, ¿como la comida ha representado probablemente una caricia o un abrazo en algún momento de tu vida? 

Lo importante de la comida es el significado que tiene en tu mundo afectivo, y para todos es diferente, ya que también depende de la circunstancia por la que estes pasando. ¿Cuantas personas después de un divorcio o de una pérdida significativa, suben mucho de peso porque la comida se convierte en ese abrazo, en esa protección tan necesaria en un momento tan vulnerable?

La forma en que nos relacionamos con la comida nos habla mucho de nosotros mismos y es muy complejo, dependiendo de la profundidad de la herida con la que la relacionamos. 

Yo soy una de esas personas que toda su vida tuvo problemas de sobre peso. Desde pequeña mi cuerpo hizo de la grasa una protección, una coraza y se configuró en mi interior. Mi cuerpo necesitaba protección y lo consiguió a través de la grasa, fue algo instintivo que viví. He llevado un proceso de fondo para trabajarlo hasta encontrar un equilibrio en mi auto-protección. Hoy entiendo que si me saturo de trabajo, si hago muchas cosas que no quiero hacer, si me dejo de ver a mi misma y dejo de respetar mis necesidades, mi cuerpo de inmediato vivirá esto como una desprotección y mi necesidad de carbohidratos aumentará de manera casi adictiva, como una forma de regulación. Si no quiero subir de peso, no puedo ser una persona negligente conmigo misma. En mi historia personal la desprotección y la comida han jugado un papel fundamental que se ha manifestado en mi peso.

No es igual, si te has relacionado con la comida así toda tu vida, a que solo sea por alguna situación compleja, en un momento particular que te hace tomar a la comida como un apoyo emocional. Por ejemplo si estás casada pero te sientes ignorada, no te sientes plena en tu relación, la comida puede conviertirse en un bálsamo para ese vacío y comienzas a subir de peso. 

Probablemente con un gran autocontrol podrás llevar a cabo una dieta, pero si no escuchas tu cuerpo y logras observar el fondo de tu relación con la comida y cuál es el papel que juega en tu mundo afectivo, entonces será muy complicado que logres llevar a término una dieta.

 

Anamar Orihuela

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