Hoy, en medio de dos guerras que quizás nos parecerían distantes, me viene a la mente hablar sobre la paz y cómo desde donde estamos podemos poner un granito de arena para evitar que nuevas situaciones que se presenten. Sí, me dirás que estas guerras no están en nuestras manos, que no podemos hacer por detenerlas y coincido, los conflictos han escalado y han salido de nuestro control, pero… ¿Y si trabajamos en crear un entorno más pacífico, no será que los próximos líderes mundiales serán nuestros hijos o conocidos, y que ellos traigan como valor fundamental el negociar antes que pelear?  Por eso hoy conviene retomar el tema y explorar la importancia de la paz, cómo encontrarla en nuestro interior y cómo promover una convivencia pacífica a través de la negociación, porque desde el espacio personal, es donde comenzamos a trabajar a su favor.

Vivir en paz no es un destino final, es un viaje continuo. En el tumultuoso océano de la vida, todos buscamos un puerto seguro, un lugar de calma y serenidad. Ese refugio es justamente la paz, definida no sólo cómo un regalo para el espíritu, sino como un estado de armonía que anhelamos en lo más profundo de nuestro ser y que se convierte en uno de los pilares fundamentales para la estabilidad y el progreso de la sociedad. 

Vivimos un momento de gran inmediatez, de un constante cambio y conflicto que -además- vivimos a la distancia como si fuera la última serie de televisión. En medio de este caos, surge la paz como el cimiento sobre el cual se construyen sociedades estables y prósperas. 

¿Te has puesto a pensar que esta búsqueda de la concordia comienza dentro de uno mismo y se extiende hacia la sociedad en su conjunto? Al encontrar la tranquilidad interior, practicar la negociación y la resolución de conflictos, contribuimos a la construcción de un entorno más pacífico y armonioso.

¿Cuánto has trabajado por la paz hoy?  Seguramente no habías pensado en ello. Y es que, si lo vemos bien, cuando estamos en paz, damos por hecho que así debe ser la vida, pasa desapercibida y no la valoramos hasta que se ve amenazada y perdida por alguna situación que nos viene a recordar su trascendencia.  A menudo perdemos de vista el hecho de que la paz es uno de nuestros tesoros más preciados, por lo que deberíamos prestarle un poco más de atención de forma habitual.

La paz interior como punto de partida

Empieza por ti.  ¿Hoy te sientes en paz? Justo en estos días me encontré con un joven que pasaba por un muy mal momento en su vida y de pronto lo noté diferente. Al preguntarle qué pasaba me comentó que ese día se sentía en paz y que no quería que terminara porque era momento de sanar sus relaciones. Cuando lo escuchas así, es como un balde de agua que te hace despertar y revalorar esos momentos de paz que -seamos sinceros-, pocas veces buscamos.  Por si fuera poco, en este nivel personal, la paz se convierte en un ingrediente esencial para la salud mental y emocional. Vivir en un estado constante de conflicto interno conduce al estrés, la ansiedad y la insatisfacción así como al detrimento de la salud física. 

Si logramos encontrar la paz interior lograremos enfrentar los desafíos de la vida con mayor claridad y equilibrio. Pero ojo, no te propongo que los minimices, tómatelos muy en serio, pero sí capitaliza la fortaleza que te da para superar obstáculos y vivir una vida plena.

La realidad es que en la vida, la paz interior no es un regalo que cae del cielo, es un camino que cada uno de nosotros debe construir. Para encontrarla, podemos recurrir a una serie de herramientas poderosas de las cuales podemos partir:

  • La autocomprensión, al aprender a aceptarnos y a comprender nuestras emociones y pensamientos estamos dando el primer paso.
  • La meditación y la atención plena nos ayudan a desconectar del bullicio del mundo exterior y a sintonizar con nuestro espacio interior, ya que a través de la contemplación podemos observar nuestros pensamientos sin juzgarlos y liberarnos de la carga de preocupaciones innecesarias.
  • Enfocarnos en la gratitud, tomar un momento cada día para reflexionar sobre las bendiciones en nuestras vidas nos recuerda que, incluso en los momentos difíciles, hay motivos para agradecer, conectar con la belleza de la vida y llenarnos de serenidad. Decía una persona muy querida para mi “Hay que mirar hacia abajo”, ver lo que otros sienten y piensan nos ayuda a ubicarnos mejor en nuestra realidad y entender que sí, hay problemas, pero también hay mucho por qué vivir.

Negociación: El puente hacia la convivencia pacífica

Hay una oración que escuchamos una y otra vez: El ser humano es social por naturaleza y en la interacción con los demás encuentra su razón de ser. ¿Te suena familiar? Seguramente sí, por eso me atrevo a afirmar que el camino hacia la paz no solo es interno, también involucra nuestra relación con otros, porque en un mundo diverso las diferencias de opinión y los conflictos son inevitables. Aquí es donde entra en juego la habilidad de la comprensión y la negociación.

La paz es un derecho humano fundamental, tal como lo establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esto implica el vivir en un ambiente de tranquilidad y armonía, sin violencia, ni conflictos, plenos de libertad, seguridad y dignidad.

El derecho a la armonía se puede defender a través de la educación, la promoción de la cultura de la paz y la resolución sin violencia de los conflictos. Es vital que todos los ciudadanos colaboremos de la mano para construir un mundo más sosegado, donde todas las personas puedan disfrutar de este derecho fundamental.

¿Qué pasaría si todos desarrolláramos esta habilidad de negociar, de encontrar el acuerdo en medio de nuestras diferencias? Claro, me dirás, depende del problema y depende de nuestras capacidades. Sí y no. Cuesta entablar el diálogo y más cuesta intentar entender la postura del otro, pero ahí radica el poder de la negociación que se convierte en un arte que nos permite resolver desacuerdos y conflictos de manera pacífica. Implica compromiso y empatía. 

Desarrolla tu capacidad de ser empático, es un componente esencial de la negociación. Fácil no lo es del todo, pero si nos damos la oportunidad de escuchar activamente y comprender las preocupaciones y necesidades tendremos muchos más elementos que nos permitan llegar a acuerdos satisfactorios. Recuerda siempre que la empatía nos permite ver más allá de nuestras diferencias y encontrar terreno común.

Promoviendo la convivencia pacífica

Nos quejamos en macro, nos apanica la inseguridad a nuestro alrededor y juzgamos los horrores de las guerras. Culpamos y juzgamos, pero no vemos hacia nuestro entorno. Promover una convivencia pacífica no es solo responsabilidad de los líderes políticos o de las organizaciones internacionales, es un compromiso que cada uno de nosotros debe asumir. 

Se me ocurren algunas ideas de cómo podemos contribuir a la paz en nuestra comunidad y el mundo:

  • Educa para la paz, fomenta la comprensión intercultural y entrena a los pequeños en la resolución pacífica de conflictos. En este sentido, las escuelas y los programas educativos desempeñar un papel fundamental en la formación de futuras generaciones comprometidas con ella.
  • Participa en proyectos de servicio y voluntariado que ayuden a fortalecer los lazos dentro de tu comunidad y ayudar a abordar problemas locales.
  • Fomentar el diálogo entre diferentes culturas y grupos étnicos es esencial para reducir la intolerancia y promover la convivencia pacífica. Los intercambios culturales y los eventos que celebran la diversidad pueden ser eficaces en este sentido.
  • Ante un conflicto, por pequeño que sea, utiliza antes que nada la mediación como una opción para la resolución de disputas, reducir la escalada de conflictos y promover soluciones pacíficas.
  • Construye puentes. En lugar de enfocarte en las diferencias, mira hacia aquello que une a las personas. 

En un planeta marcado por la diversidad, la paz es el tejido que puede unirnos y llevarnos hacia un futuro más brillante. Cada paso que damos en este sentido se convierte en un paso hacia un mundo mejor. La elección está en nuestras manos. 

La reflexión final que yo te invito a hacer es sobre tu papel en la construcción de un mundo más pacífico. No te pido que te conviertas en activista, esa ya es una decisión personal, solo pretendo que recuerdes que son esos pequeños esfuerzos individuales los que dan por resultado un mundo mejor.

¿Aceptas el desafío de ser un agente de paz desde tu propio espacio?