La manzana es omnímoda. Sus incontables cualidades y referencias culturales sólo pueden igualarse a sus cuantiosas virtudes medicinales y gastronómicas. Habita en la humanidad misma.
Podría también calificarla, sin exageraciones, de colosal, ya que gracias a sus propiedades se puede comer con cualquier tipo de alimento. Y no sólo eso, sino a cualquier hora del día, y hasta en la noche resulta aconsejable, pues no causa ninguna incompatibilidad digestiva; al contrario, son muchos los beneficios que representa.
Y ni hablar de su belleza. Sin duda, las manzanas son lo primero que destaca en un frutero. Será porque poseen un misterioso imán, una especie de hechizo ancestral.
Además, por si eso fuera poco, las podemos escoger según nuestro antojo, pues las opciones son infinitas. Lo digo así de segura, ya que existen cientos de variedades, entre amargas, dulces, ácidas y dulce-amargas. Cada una de ellas, digna de ser saboreada. Por fortuna, en nuestros mercados podemos encontrar algunas de las muchas variedades, aunque quizá no tantas como quisiéramos.
Pero, su aprovechamiento va más allá de la mesa y la cocina. En la cosmética la manzana hace maravillas y, ¿por qué no decirlo?, hasta milagros, dadas sus propiedades astringentes, razón por la cual se emplea en mascarillas faciales con el fin de eliminar impurezas y reafirmar la piel.
En el ámbito de la cocina, recordemos también que la manzana no sólo sirve para hacer galletas y strudels, sino que incluso es posible freírla como acompañamiento para un buen foie gras. Cocinar manzanas constituye todo un ritual, si bien debemos tener presente que no todas las variedades pueden resistir la técnica de la cocción. Hay algunas que resultan más recomendables para estos menesteres, al ser más firmes y toleran casi todas las temperaturas gracias a la resistencia de su pulpa.
En cuanto a la miel de manzana, baste decir que es ni más ni menos, un néctar de dioses e imposible dejar de mencionar la mermelada, sabrosa y nutritiva –rica en fructosa–, que se produce hirviendo durante varias horas el zumo de manzana hasta que adquiere la consistencia debida. Luego se envasa en frascos que se esterilizan previamente de acuerdo con una técnica muy sencilla que consiste en introducirlos en “Baño María”. Y en lo que respecta a la compota de manzana se elabora mediante un proceso similar al anterior, pero en este caso se hierve la manzana entera pelada. En caso de que las manzanas se vayan a utilizar para acompañar un alimento grasoso es preferible elegir la variedad menos dulce, y si se quiere suavizar como puré, puede recurrirse a cualquier variedad, que habrá de incorporarse cruda. Fruta, claro está, que es ingrediente de lujo para un buen pastel o tarta, pues cada variedad aporta un efecto especial, ya sea que las cortemos en trocitos para que luego al masticarlas descubramos su suavidad, o que empleemos otras más dóciles y tiernas que casi se integran a la masa. Una variante exquisita de la tarta de manzana es la clásica tarta tatin, con manzana caramelizada en mantequilla y azúcar: simplemente, un manjar.
Desde luego, es base también de algunas bebidas alcohólicas. Ahí está la mundialmente famosa sidra, y qué decir del calvados, licor elaborado a partir de la destilación de la sidra, que se produce en la región de Normandía, en Francia, y es delicioso.
Pero lo que resulta casi irresistible es comer una manzana a mordiscos, disfrutar la inigualable emoción de sujetarla con delicadeza, a la vez que con una relativa fuerza. Fruto icónico que está siempre en espera de alguien que le hinque los dientes para luego escuchar su crujir, percibir cómo desliza su jugo y sentir que vivifica primero nuestro paladar para luego expandirse por todo nuestro cuerpo y al final de cuentas hacerse parte de nuestra alma.
Como bien dice el poeta Alejandro Ordorica en su Oda a la Manzana: “Manzana eres y en paraíso te convertirás”.
Por todo, los convoco a que degustemos tan suculento fruto.