Es verano y nuestro ser lo sabe. El calor, el impulso de vacacionar, de relajarnos y de refrescarnos en una alberca o quizás en la playa, nos ponen a punto para la diversión y ¿Por qué no? para el amor… ¿Quién no ha sentido ese cosquilleo cuando piensa en su traje de baño? ¿Esa sensualidad que se anticipa con un tono de aventura? Exponer nuestro cuerpo y estar cerca de otros que también lo harán en un escenario donde el placer es el motivo, nos mueve a una deliciosa expectativa de descubrimiento. Así nacen muchos “amores de verano”.

La pregunta que viene a la mente es: ¿Por qué si esos amores son memorables e intensos son pocas veces igualmente duraderos? ¿A dónde se va esa magia que nos despertó un sentimiento de eternidad y que paradójicamente, solo se mantuvo viva unos instantes? Bueno, pues sirvan estas cuestiones como impulso para jugar a los investigadores y buscar ese elixir misterioso que prolonga el amor.

Osho, pensador y filósofo de oriente, pronunció la siguiente frase: “Si eres consciente y tienes la mente tranquila, el sexo puede transformarse en amor. Y si has sido completamente puro, el amor puede convertirse en compasión. El sexo es la semilla, mientras que el amor es la flor y la compasión es la fragancia.” Analizando la expresión, fácilmente podremos descubrir que el autor manifiesta tres partes del amor. La primera es la atracción: esa fascinante experiencia que nos hace descubrir al otro. La segunda, es ya en verdad el amor, un acto que surge cuando trascendemos la pasión del comienzo para dar paso a la honra del otro en su completa individualidad, mientras descubrimos que él o ella, es un espejo dispuesto a mostrarnos con bondad lo más bello que hay en nosotros, pero también nuestras sombras y, que, desde esta posición, nos ayudará a autodescubrirnos, a crecer y a pulirnos. En esta etapa nacerá la fraternidad, donde el impulso se convertirá en el profundo deseo de que la pareja realice sus anhelos de plenitud con nuestra ayuda; apoyarle se vuelve una íntima motivación. La tercera fase ocurre cuando la flor crece hasta la compasión, marcada por un amor que se desgrana en el ímpetu de compartir la felicidad del vínculo con los demás. Es aquí donde surge el servicio, esa magnífica tendencia de hacer desinteresadamente para que los demás puedan también encontrar su propia realización. Un amor así es lo que en realidad anhela nuestro corazón que de tanto en tanto, se confunde y queda atrapado en las redes de la sensualidad. ¿Cuál será el motivo? Me atrevo a decir que nuestra cultura.

En occidente tenemos la creencia de que el amor es simplemente ¡atracción, química! y que teniendo éstas se tiene todo los demás. Nadie nos explica qué pasa después de la frase: “Y fueron felices para siempre…” La mayor parte de las historias románticas terminan donde en verdad empieza el amor. 

Tan poderosa es esta posición, que muchas parejas brincan del enamoramiento al proyecto de vida. Se casan y tienen hijos antes de haberse visto el uno al otro. No alcanzan a conocerse en verdad ni a practicar el verdadero amor. Ignoran cuáles son los anhelos más íntimos de su compañero y aun estando en compañía, se sienten extraños y solitarios, porque no hay otro que los espejee, les apoye en el logro sus anhelos, en el pulimento de su ser (sin juicios) y en total aceptación. Hacer esto, significa empezar a reconocer la satisfacción del servicio en un universo pequeño: El tú y yo. La recompensa viene con la entrada a un nivel de dicha más profundo, donde por supuesto, la sexualidad no tiene por qué perderse, antes bien, queda fundida en un camino de experiencias que la revitalizan y le dan un nuevo sentido. 

Este estado de plenitud es el que lleva a los amantes a la fragancia de la flor: La compasión. La tercera etapa, en que el amor se expande hasta el nosotros. Las parejas que llegan hasta este punto se vuelven una fuente de inspiración: exhalan paz, dulzura sensualidad y alegría sin importar la edad que tengan. Son bellos y valiosos para la sociedad. Una pareja así descubre que la vida cotidiana también puede convertirse en “hacer el amor” y que cada pequeño acto les llevará al gran clímax de la compasión. ¿Estás listo para explorar el VERDADERO AMOR?