Pensé mucho qué escribir para iniciar este 2021… ¡Tantas cosas en qué pensar después de un año de profunda reflexión, que resulta difícil decidir!
Desde meses atrás, todos soñábamos con que terminara el 2020, como si con el año se fuera a ir la pandemia. Basta con recordar que por ahí de julio las marcas comerciales empezaron a generar mensajes y acciones que justo a mediados de año invitaban a despedirlo en una acción de empatía con los sentimientos más profundos de las personas… Por aquellos tiempos en broma decíamos “nos vemos para Navidad”… estoy segura de que nadie en ese momento pensaba que se volvería una realidad aplastante que ya sobrepasamos porque llegamos juntos hasta enero.
No todo fue malo, aprendimos muchas cosas, desde la tecnología hasta el amor hacia los demás. Nos volvimos solidarios y volteamos a ver al prójimo de una forma diferente.
El año pasado nuestros hábitos cambiaron, aprendimos cosas nuevas, enfrentamos nuestros miedos, extrañamos a muchas personas que amamos y vivimos algunos duelos. Eso se llama evolución, crecimos como personas y nos volvimos quizás mucho más conscientes del valor de la existencia humana y de cosas que dábamos por hecho y que hoy son lo más importante… la cercanía, los abrazos, los besos, el darle la mano al otro….
Uno de los más grandes aprendizajes del 2020 como sociedad fue justo entender la vulnerabilidad que nos rodea, darnos cuenta que Superman o Wonder Woman son sólo historietas, que nosotros no lo somos. La pandemia nos lo vino a restregar en la cara. Algo que, desde mi punto de vista, era importante porque teníamos un poco perdido el aspecto humano de las cosas.
No nos gustó entendernos como seres comunes y corrientes solamente, porque eso nos llevaba a sentir ansiedad y depresión en medio del aislamiento, pero en medio de todo surgió una luz, la solidaridad que en estos tiempos emergió como una parte fundamental de la vida, nos dimos cuenta que tenemos que darnos la mano unos a otros para poder seguir adelante.
Solidaridad podría sonar como una palabra hueca y un tanto trillada. ¿Realmente la comprendemos en toda su profundidad? El diccionario la define como “sentimiento y la actitud de unidad basada en metas o intereses comunes”, pero sin duda se trata de una palabra que va mucho más allá, porque implica ayudar sin recibir nada a cambio más que esa gran satisfacción de haber hecho algo bueno por los demás.
En medio de la pandemia, nos percatamos de la fragilidad de algunos sectores y decidimos ayudar, desde a familiares con la compra cotidiana para evitar que salieran, hasta a fórmulas mucho más estructuradas como lo son las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC´s) que hoy están padeciendo la crisis económica que viene aparejada a la pandemia.
Lo hicimos todos, gente común y famosos, jóvenes, adultos, niños… al darnos cuenta de nuestra propia debilidad, entendimos que hay quienes nos necesitan.
Quizás para algunas personas ser solidario resultaría tan solo una colección de acciones que por no tener una retribución económica no son valiosas, yo diría que, muy por el contrario, encontramos que mucho más allá de lo monetario nos aportan grandes satisfacciones, porque están contribuyendo a crear una mejor sociedad y ayudando a los más necesitados de la población.
¡Y que conste que yo me contaba entre ellas! Mi primer acercamiento fue hace ya muchos años, literalmente obligada por uno de mis clientes del mundo publicitario quien sin cuestionar me llevó a manejar publicidad de una fundación por la misma iguala que teníamos pactada. ¿Mi reacción? De primera instancia enfurecer… pero a medida que fui comprendiendo la magnitud de mi labor me enamoré de este mundo y comprendí lo que significa trascender.
Alrededor del tema hay mucho que decir y que contar, pero de entre tantas cosas, yo quiero resaltar las acciones de los jóvenes. Contrario a los que dicen que no les importa nada, a mi realmente me conmueve su preocupación por el mundo y las ganas de ayudar a otros.
Seguramente hay millones de historias, yo quiero compartirles una muy cercana, que me tocó de vivir por mi actividad como profesora universitaria y que quiero aplaudir porque es una Iniciativa que pasó de proyecto escolar a una mirada hacia los demás, jóvenes que dejaron de pensar en ellos mismos para darse cuenta del mundo en el que viven.
Mis queridos y admirados alumnos tenían la encomienda de organizar un evento para acreditar su materia de Relaciones Públicas. La tarea era crear todo desde cero, obtener cobertura en medios, un buen número de asistentes y patrocinadores que les ayudaran a lograr esta gran encomienda que además era virtual.
Para ser honesta, yo pensaba que iba a ser un poco -muy- complicado y casi imposible que lograran algo grande en este espacio virtual.
¿Mi sorpresa? Encontraron un motivo, un tema y la forma de crear algo poderoso. La calificación dejó de ser importante, lo fundamental era la solidaridad hacia otros. Fue mucho más grande de lo que esperaba, salieron de “las aulas” y se volcaron a las personas. Así surgió una iniciativa llamada “Yo me la sé”, creada por alumnos de la Universidad Panamericana en la Ciudad de México, que no sólo decidieron aceptar el reto y crear algo grande a través de un evento en línea tremendamente divertido, sino también invitar a muchos más jóvenes, creando un movimiento interuniversitario en el cual lograron reunir 7 de las instituciones educativas más importantes del país para ayudar a 7 fundaciones que atienden desde niños hasta adultos mayores.
Si bien yo amo las causas sociales, mi gran orgullo es que no fue algo que yo pedí, ellos tenían la libertad de elegir y surgió de ellos apoyar a las personas y las instituciones por encima de todo lo demás. El mayor conflicto era cómo poder ayudar a más y más fundaciones.
“Me quedo con mucha felicidad del éxito que logramos todos juntos y el gran trabajo que hicimos, más porque fue nuestro último proyecto de la carrera y que mejor manera que acabarla ayudando a los demás”.
No cabe duda que, una vez que te abres a este mundo, te enamoras y quieres participar más y más.
“Me encantó, pensar que logramos conseguir muchas cosas en tiempos de pandemia…y la verdad no teníamos presupuesto o algún apoyo económico. Todo lo logramos desde cero y me voy contento de que realmente ayudamos a mucha gente, fue pesado, pero aprendí muchísimo, me di cuenta que gente motivada que busca un mismo fin, puede lograr grandes cosas, sin miedo todo es posible”.
Mi aplauso para todos ellos porque, además de que ya terminaron clases, siguen trabajando y dando seguimiento en el apoyo a estas instituciones. ¡Esto es vocación de servir!
¿Qué es lo más increíble de todo esto? Que además son alumnos con los que interactué únicamente a través de videoconferencias y, sin embargo, logramos hacer equipo y generar ese sentimiento común de éxito, de hacer las cosas bien y la satisfacción de haber ayudado a muchos con estas iniciativas que surgieron de ellos.
“Mi mayor reto fue trabajar con gente que no conocía y que nunca pude llegar a conocer en persona y aunque todo haya sido por internet o por whatts me quedo con el excelente trabajo conjunto que hicimos y que todos tratábamos de ayudarnos entre todos y el poder convivir con gente tan talentosa y exitosa.”
Historias como estas nos recuerdan que ya no somos los mismos y que en este 2021 tenemos que adoptar una nueva postura, mucho más consciente y mucho más amorosa.
Cuando esto del Covid empezó, los más optimistas pensaron que era algo momentáneo y que en un par de meses sería recuerdo. Creo que ha sido un momento de reflexión y de volvernos mejores personas.
Seguramente en algún momento regresaremos al mundo presencial, pero nunca igual, yo apostaría a que volverá una mejor versión de nosotros mismos.
Este 2021 yo te invito a emprender acciones de solidaridad, una vez que la experimentaste y que aportaste un granito de arena, te das cuenta que debiste haberlo hecho siempre y que si bien no tiene una retribución económica, eso es lo menos importante, porque te llena de vida la vocación por los demás.