Nuestra relación con la música comienza desde antes de nacer. Instintivamente aprendemos el ritmo de las palpitaciones de nuestra madre, escuchando su voz y sus entonaciones.
Hoy en día, un creciente número de padres recurren a poner música clásica a sus hijos antes de nacer, debido a que algunas investigaciones científicas demuestran que tal práctica es benéfica para el bebe. La base de tales teorías es que el cerebro que se está en desarrollo, aprende las medidas, los ritmos y las melodías, enriqueciendo su experiencia y agregando otro nivel de desarrollo cerebral.
Al llegar los niños a la adolescencia, dentro de sus experiencias sociales también influye la música, produciendo una fuerte correlación entre canciones, música y recuerdos, tanto en experiencias agradables como dolorosas.
El cerebro va realizando una selección musical, que generalmente tiene un patrón repetitivo en ritmo, asemejando las palpitaciones del corazón de la madre.
Se ha descubierto que la música tiende a bajar el nivel de la hormona de estrés conocida como cortisol, resultando un relajante natural, por lo cual se le da tambien un valor importante para la concentración y el estudio. Asi como a las personas que estudian música, presentan una gran destreza para las matemáticas.
En la salud se ha descubierto que la música mejora la recuperación después de una cirugía.
Sin embargo, por otro lado, la música también puede tener un efecto negativo, especialmente cuando se crea con mensajes negativos, violentos o destructivos. Entender el desarrollo de la moral, las percepciones y los puntos de vista de personas que buscan una identidad propia, puede influenciar profundamente a mentes jóvenes, víctimas de propaganda. Pero como toda expresión artística, la música y el contenido en la letras de las canciones se manejan como libre expresión.
Por otro lado, en una edad adulta, cuando merma la salud y la memoria, estudios han demostrado en pruebas irrefutables el gran poder de la música para abatir la depresión y la ansiedad. El mismo Shakespeare expresó que la música “corta de tajo los problemas escritos en el cerebro.”
Estudios más recientes comprueban que los recuerdos de música y melodías no son afectados en la demencia senil o el Alzheimer, mostrando que el cerebro tiene una respuesta a la música etiquetada como ASMR (Respuesta Autónoma Sensorial del Meridiano), que causa una sensación de estremecimiento placentero en la corteza cerebral, la cual saca a los pacientes de un estado de confusión en la demencia. Por estas razones, es importante tener en cuenta la música como terapia para los adultos de edad avanzada.
El poder de la música es un misterio, un placer, una medicina, un refugio, un escondite y hasta un viaje perfecto a través del tiempo.
La música es un regalo divino que aún no terminamos de disfrutar y el cual continuaremos descubriendo.
Jose Rosario González
Ejecutivo de la industria de la música, ex-vicepresidente de Sony Music, cantante, compositor, arreglista y productor.