Es un hecho que el ámbito laboral de las empresas sigue siendo un mundo regido por la energía masculina, en donde se espera que el rendimiento y la productividad sean siempre igual.
Esto se debe a que el ciclo del hombre es lineal, el cual se regenera cada 24 horas, por lo que en el mundo laboral se espera que todos, siendo hombres o mujeres, aporten el mismo rendimiento.
Esa energía masculina nos obliga no solo en la empresa, sino en la sociedad en general a enfocarse en lograr tener y ganar más. Es una energía que está más orientada a la acción, la cual es buena para avanzar, crecer y progresar, pero también exige un ritmo frenético que genera estrés, incluso sobrepasando en ocasiones el bienestar de las personas.
El ciclo femenino por el contrario, funciona de forma distinta, es un ciclo lunar que se renueva cada 28 días aproximadamente (aunque se considera normal en un rango de 21 a 34 días). Esto hace que durante el ciclo se produzcan cambios hormonales que afectan no sólo el estado de ánimo, sino su rendimiento y productividad que logra que el tiempo dedicado al trabajo sea más efectivo y la experiencia del trabajo más enriquecedora. Esta puede ser una de las razones de porque el emprendimiento de las mujeres está en aumento.
Por citar un ejemplo, BBVA ha estudiado las carreras profesionales de sus 26.501 empleados entre 1985 y 2018 y ha comprobado que, si bien en la base de su plantilla el 59% son mujeres, a medida que se escala en la organización ese porcentaje baja hasta el 21% de la alta dirección. “Y si analizamos las contrataciones y las promociones, esta situación tiende a perpetuarse”, indicaba Clara Barrabés en un desayuno organizado por la Real Academia de la Ingeniería para difundir buenas prácticas empresariales en materia de igualdad de género.
Las mujeres al liderar su propia empresa y ser su propio jefe tienen en sus manos la posibilidad de regular y hacer coincidir el tipo de actividades para las que sean más proclives en cada fase, pueden tomar conciencia de sus ciclos, haciéndose consientes de los momentos en los que son más productivas o por el contrario, más reflexivas y con base en ello, planificar las acciones para las que en esos periodos son más capaces.
Es una pena que la cultura ha obligado a los hombres a minimizar y arrinconar su parte femenina que les conecta con su ser dual, porque esa parte femenina es más intuitiva y reflexiva, es la que les ayuda a observar lo que sienten, que les ayuda a determinar el momento de su desarrollo, para poder seguir evolucionando.
Entender nuestros ciclos nos da poder, es un poder que viene de la intuición, de escucharnos y entender cómo actuamos a través de nuestros estados.
De esta manera la mujer encuentra en el liderazgo de su propio negocio, un potencial ilimitado, los ciclos se convierten en un recurso positivo para su desarrollo laboral y personal.
El problema es que muchas mujeres están desconectadas de lo que sienten, de comprender sus ciclos y por ende, los hombres tampoco lo entienden, generando como consecuencia, que las mujeres busquen encajar en un mundo de hombres, con una energía masculina lineal.
La energía cíclica de las mujeres nos obliga a poner límites, a poner espacios de tiempo de trabajo duro y luego parar para tener momentos de reflexión, para establecer intervalos de descanso y desarrollo de la intuición, si no se respeta lo que el cuerpo está pidiendo, es entonces cuando viene la irritabilidad con la que la relación con el entorno se enturbia. Porque la exigencia de la sociedad con sus prisas y sus tiempos límites, va en contra de los ritmos de su propia naturaleza.
No se puede trabajar siempre al mismo ritmo, porque aunque tus habilidades sean iguales o mejoren, tus ritmos son distintos, tu energía cambia.
Hoy de forma intuitiva, muchas mujeres están encontrando cada vez mayor desarrollo de su potencial en el liderazgo, avanzando y evolucionando a su propio ritmo, aprendiendo con el método de ensayo-error, que da la posibilidad de conocer sus propios límites pero sobre todo, aprendiendo y conociéndose asi mismas y comprendiendo sus propios ciclos.
Elizabeth Esquitín
Life Coach, Master en Recursos humanos, PR y escritora del libro “Yo soy resiliencia”.