Durante mucho tiempo escuché la palabra codependiente sin entender realmente qué significaba. 

Pensaba que sólo se aplicaba para las esposas de los alcohólicos. Me las imaginaba cuidando al marido, limpiándolo, ayudándolo a llegar a su recámara cuando no podían ni caminar y a la mañana siguiente llamando al jefe para justificarlo con alguna excusa.

Como yo no vivía esas situaciones me convencí de que seguramente yo no era codependiente.  

También creía que ser codependiente era característico únicamente de la mujer. Cuando vi la película “Cuando un hombre ama a una mujer” me sorprendí ante el hecho de que también los hombres puden serlo. 

Asumia que salvo excepciones, en nuestra cultura latina es más común que sea la mujer la codependiente.

Entonces no sabía que las adicciones son la forma en las que un adicto suele huir de sus propias dependencias emocionales. Sencillamente, podríamos decir que debajo de toda adicción, hay profundas dependencias basadas en nuestros miedos de infancia. 

Por lo que la codependencia no solo se manifiesta de una manera física hacia otra persona sino también como una adicción.

En nuestra cultura de forma especial, tenemos un condicionamiento muy fuerte sobre la forma de amar, llegando a ser como lo dice el titulo de el libro “mujeres y hombres que amamos demasiado”. 

En mi profesión he llegado a comprender que ese “amar demasiado” no tiene nada que ver con el amor, sino con la devastadora falta del mismo. 

Que la mayoría somos seres con profundos miedos y que actuamos desde ellos sin darnos cuenta. Tales miedos son los que nos llevan a engancharnos en relaciones tóxicas, siempre esperando que esa persona nos dé el amor que estamos necesitando tan desesperadamente y que somos incapaces de darnos a nosotros mismos. 

Empezando a ver

“Para iniciar el recorrido hacia la recuperación, es necesario dejar de negar nuestra codependencia, y asumir la responsabilidad de hacerle frente. La mayoría de las personas cuando reconocen estos síntomas en sí mismos, pasan por un período de confusión y decepción penosa. Esta parte dolorosa del proceso no es eterno, pero debemos superarla para encontrar la paz y la serenidad de una vida más sana. Poco a poco se vuelve menos abrumador y confuso”  Melody Beatty en  “La nueva codependencia”. 

Algunos puntos importantes en la búsqueda de la recuperación son:

  1. Reconocer lo que sucede, hacer consciencia de los síntomas y tomar la decisión de sanar nuestras relaciones y nuestras vidas.  
  1. Curación interior a través de la terapia individual. Buscar ayuda terapéutica, profesional.

Afortunadamente hoy, como nunca, hay muchos especialistas que se dedican al campo de las relaciones y específicamente trabajan con los asuntos de la codependencia. 

  1. Buscar grupos de apoyo, cursos y talleres para cambiar patrones de conducta; trabajar con nuestras heridas de la infancia, con las emociones reprimidas, aprendiendo a manejarlas de forma madura; trabajar con nuestros problemas de comunicación directa y efectiva, etc.  

En mi propia experiencia personal y como terapeuta, el trabajo con los grupos de 12 pasos, acompañado de terapia psico corporal (Reichiana) ya sea individual o de grupo y la práctica regular de meditación transforma nuestras vidas de manera sorprendente. 

Para mí, los talleres en los que se trabaja la codependencia han sido de gran ayuda ya que, al haber varios participantes, cada quien funciona como pantalla para las demás personas, ayudándonos a entender más de nuestras heridas y de nuestra propia historia.  

Además, es siempre hermoso compartir el camino del desarrollo, del crecimiento con otras almas. 

 

Aura María Medina de Wit

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