Esta dieta se sustenta en el razonamiento de la diferenciación de los grupos sanguíneos que se han ido desarrollado a lo largo de la historia de la humanidad, en la que la alimentación era muy diversa y jugaba un papel muy importante.
Existen muchas teorías al respecto y discrepancia en determinar cuándo surgió cada grupo sanguíneo. No obstante, D’Adamo no parece tener problema para establecer una cronología al explicar el programa dietético que propone, en función del origen de nuestro grupo sanguíneo.
Para ser mas claros, las primeras civilizaciones pertenecían al grupo sanguíneo 0. Este grupo es considerado el más antiguo por este naturópata. Eran cazadores, la carne era parte de su dieta diaria. Por lo que para seguirla se recomienda consumir principalmente carnes magras, pescado, mariscos, pollo verduras, semillas y frutas. Aunque se debe evitar los kiwis, las naranjas, el melón y el coco. Se pueden incluir cereales y legumbres, pero siempre con moderación y limitar los granos, trigo, frijoles y productos lácteos. Se le llama Dieta del cazador por ser rica en proteínas.
El grupo sanguíneo A recae en una dieta vegetariana, aunque también pueden consumir pescado y mariscos, además de legumbres y productos a base de soja. Se le conoce como la Dieta agraria porque hace preferencia a las frutas, verduras, tofu, pescados, mariscos, pavo y granos enteros, evitando la carne.
Por su parte, los primeros individuos del grupo sanguíneo B, catalogados como nómadas fueron aquellos que se remontaban entre los 15,000 o 10,000 años atrás. Para seguir este tipo de dieta se debe dar prioridad sobre todo a los lácteos, pero también hay espacio para carne, pescado, legumbres, cereales, frutas y verduras. La Dieta nómada por lo tanto, incluye carne, frutas, lácteos, mariscos y granos, e invita a reducir el consumo de pollo, maíz, cacahuate, tomates y trigo.
Los últimos en subir a escena es el grupo sanguíneo AB, que su origen se remonta ha hace tan solo 1,000 años. La Dieta enigma se centra en tofu, pescados y mariscos, granos, lácteos, frutas, algas marinas y vegetales verdes. Evita la cafeína, frijoles, pollo, alcohol y carnes ahumadas.
El estudio realizado por un grupo de investigadores canadienses de la Universidad de Toronto, publicado en 2014 en la revista ‘Plos One’ señala. “Las dietas basadas en el tipo de sangre tienen efectos favorables sobre algunos factores de riesgo cardiometabólicos, pero esto no tiene nada que ver con el genotipo ABO de un individuo, por lo que los hallazgos no apoyan la hipótesis de esta dieta.”
Por su parte Luis Jiménez, licenciado en Química y autor del blog “Lo que dice la ciencia para adelgazar”, asegura que “los autores de este estudio hicieron lo que también D’Adamo podían haber probado, que era analizar la dieta que seguía un grupo de cerca de 1.500 personas y ver si tenía alguna relación con los indicadores de salud y el tipo sanguíneo de todos ellos.”
Los resultados arrojaron que sí había una mejora en la circunferencia de la cintura y en la presión sanguínea. Sin embargo, al intercambiar las dietas de los grupos participantes, los resultados eran igual de favorables. En definitiva, los expertos concluyeron que no se trata de una dieta nociva para la salud, pero que tampoco influye en el resultado el tipo de sangre del paciente.
Conocer sobre esto, puede facilitarnos hacia que camino tomar, pero siempre acompañado de la guía de un experto en nutrición.
Paul Geoffrey Stephens
Nutriólogo, entrenador personal y creador del programa Wellness Point.